Lo Que Nadie Sabe De Ti

52: Quédate

 

ISABELLE

—Entonces, ¿ya hiciste el correo? —pregunto.

Hoy es una tarde de sábado, pensé que papá estaría aquí pero de nuevo está ocupado. No me preocupa, para mí es mejor no tener que lidiar con él, últimamente tengo muchas cosas en mi cabeza y ya no puedo agregar más problemas a mi vida.

Hasta que…

El sonido de una notificación en mi teléfono. Lo tomo, para revisar, con la esperanza que sea algún tonto mensaje de promociones o quizás Sean, fastidiándome con alguna broma tonta, en su lugar veo que es esa persona de nuevo.

“ha publicado un nuevo video”

— ¿Isabelle? —Anthony me pregunta, inclinando su rostro.

— ¿Qué? —digo, bloqueando el teléfono.

Niega. —No, solo te explicaba que ya hice el correo y ya pensamos en cómo explicarlo al profesor pero, ¿estás bien? Luces distraída.

Suspiro. —Estoy bien —respondo.

Estamos sentados en el pórtico de mi casa mientras que los abuelos y sus padres, junto con Leonor, fueron a un paseo. Le pregunté a Anthony porque no quería ir y solo me respondió que estaba cansado así que preferí quedarme también, para hacerle compañía.

Sobre Hugo… quien sabe. Últimamente no lo veo mucho, le hablo en clases pero eso es todo. Cada vez que está Anthony conmigo, él se aleja. Sé el motivo y lo comprendo pero al mismo tiempo me hace sentir culpable.

No quiero que se aleje de su hermano por mi culpa.

Debería hablar con él.

Otra publicación, esta vez cuando reviso me doy cuenta que ha publicado una nueva fotografía.

— ¿Qué pasa? —Anthony se acerca a mí—. Luces diferente, ¿estás bien?

No. No estoy bien. Nada está bien. —Um, sí —tomo su mano y recuesto mi cabeza en su hombro—. Te quiero, Anthony.

Anthony levanta su brazo para rodearme los hombros y acercarme a él. —Te quiero, Isabelle, te quiero más de lo que imaginas.

¿Por qué me quiere? No soy la persona que él merece. —Has sido mi mejor recuerdo de verano hasta ahora, probablemente por el resto de mi vida.

—No, en realidad, estaremos juntos todos los futuros veranos —afirma, como si pudiera apostar su vida por ello.

Respiro profundo, con mi nariz rozando las fibras de su camiseta, puedo sentir el olor a lavanda del suavizante. Anthony siempre huele bien, siempre dice las palabras correctas, siempre me hace sonreír.

¿Qué haré cuando él ya no esté en mi vida?

—Quiero que estés ahí —lo tomo entre mis brazos con firmeza, casi esperando que de esa forma é jamás se vaya, jamás me deje.

Besa mi frente. —Gracias por acompañarme, no debiste, pudiste ir con ellos al jardín relajante.

Sonrío. —Suena demasiado pacifico para mí.

Anthony baja su mano y acaricia mi brazo. — ¿Qué piensas de Hugo?

Mi corazón se detiene un segundo. — ¿Qué? —me despego de él pero Anthony no suelta mi mano.

Se encoje de hombros. — ¿No lo notas diferente? ¿Distante?

Trago saliva, sintiendo como si alguien apretara mi garganta. —Um, bueno, sabes que ahora por todo lo que está pasando puede que se comporte distinto.

Respira profundo y exhala lentamente, viendo a un lado. —Pero todo el tiempo, hemos atravesado las dificultades juntos —acaricia mi mano—. Cuando mi abuela murió él también la pasó mal pero nos teníamos, hablábamos y recordábamos juntos, cuando Leonor se enfermó muy grave hace unos años él y yo orábamos juntos… lo extraño.

Sí, tengo que hablar con Hugo. Tengo que hacer que todo vuelva a la “normalidad” en especial durante este momento.

—Creo que solo necesita su espacio —afirmo lentamente—. Creo que esto es difícil para él y quizás, no sé, solo necesite estar solo por ahora pero eso no significa que no te quiere.

Hace una mueca. —Hablo enserio, él y yo… es mi mejor amigo pero, ahora, no lo sé...

Aprieto su mano. —No te preocupes, estoy segura que todo estará bien —aunque me cuesta mucho trabajo creerlo.

Prometerle que estará bien es una mentira, no hay forma que yo pueda prometerle algo que está fuera de mi control. En especial, cuando nada parece estar bien.

— ¿Cómo estás tú? —le pregunto, acariciando su piel con mi pulgar.

Encoje sus hombros. —Hago lo que puedo, es como si, una parte de mí evita la realidad y la otra se aferra a la esperanza, quizás… digo, sé que mi abuelo se irá algún día pero, no lo sé, me siento mal, yo… tal vez, debería pasar más tiempo con él pero si lo hago él comienza a pedirme que viva mi vida y que no lo trate como una víctima.

Asiento, con una mueca. —Mira, no sé qué decirte pero, creo que tu abuelo siempre ha sabido que lo quieres y eso es lo más importante. Yo no pienso en el momento que le diré adiós al mío, prefiero no hacerlo pero, no sé, creo que por ahora está bien que pienses que puede suceder algo bueno.

— ¿Cómo un milagro?

Respiro profundo. —No sé, quizás, no sé cuáles son las condiciones para que ocurra un milagro pero bueno, solo sé que estoy contigo y estaré por el tiempo que sea necesario.

Se inclina para besar mi mejilla. —Todo el tiempo será necesario, siempre.

Tomo su rostro con mi otra mano antes que se aleje. —Anthony, está bien si lo nuestro no dura para siempre pero durará mientras que me necesites.

Niega. —Si puede durar para siempre.

Anthony siempre tiene estas ideas poco realistas de la vida, que en parte, me gusta que las tenga pues es como si complementara mi realismo pero la verdad es tal y como es, nada dura para siempre.

Su abuelo y mi abuelo algún día dejaran de estar en esta tierra, él se alejará inevitablemente de su familia para continuar con su vida, Leonor crecerá y se casará o viajará o hará lo que quiera, papá y yo no siempre viviremos en la misma casa y yo… yo también, como siempre, me alejaré.

Nada dura para siempre.

—Isabelle —susurra—. ¿Acaso no te das cuenta que te quiero lo suficiente para seguir a tu lado por mucho tiempo?




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