Lo Que Nadie Sabe De Ti

54: Secretos enterrados

 

ISABELLE

— ¿Qué haces aquí? —le pregunto a Sean, sentándonos en la orilla de la acera, apartados un poco de mi casa.

Sean se encoje de hombros. —Vengo a ver al rubio, porque yo sí me tomo enserio el proyecto.

Bufo. —A penas conoces a Anthony, ¿Cómo puedes tomarte enserio esto?

Me hace una mueca. —Tú tampoco lo conoces mucho tiempo, ¿no?

Ruedo los ojos. —Pues no sé a qué hora vendrá, está con su familia ahora.

Señala hacia el lado derecho. — ¿Y porque su hermano no está con ellos? —Baja la mano—. ¿Por qué estaba contigo?

Trago saliva. Sé que es imposible que Sean sea algo sobre el beso pero algunas veces, parece que usa un tono acusatorio conmigo y me hace sentir culpable.

—Ya te dije, somos vecinos y no es raro que yo esté allá, en realidad me pasé casi todo el verano en la casa de Anthony más que en la mía —afirmo.

Tuerce los labios. —Su hermano es… ¿Cómo es que están en el mismo año? ¿Son gemelos?

Bajo la mirada al pavimento, no sé qué puedo responder sobre eso. —Son… bueno, son hermanos.

— ¿Gemelos? —insiste—. No se parecen en nada, mucho menos en la actitud.

Me encojo de hombros. —No sé, ¿Tienes hermanos? —pregunto para cambiar el tema.

Niega. —No, solo soy yo, ¿Qué hay de ti? ¿Tienes hermanos?

Sacudo la cabeza. —Soy hija única…

Pronunciar esas palabas suenan como una mentira, aunque es cierto. Mis padres solo tuvieron una hija y ya.

— ¿Con quién vives? —Mira hacia mi casa—. ¿Estás sola ahora?

—Mi abuelo —respondo—. También, mi papá. Ahora está ahí pero, um, normalmente solo está mi abuelo.

Sean dobla sus rodillas para recostar sus brazos sobre ellas. —Mi abuela… yo también vivía solo con mi abuela prácticamente, ahora ya no está.

Bajo la mirada sintiéndome mal por él. —Lo siento —no sé casi nada de su vida pero puedo imaginarme la soledad que siente después de perder a alguien quien quería.

Aclara su garganta. —Entonces, tu… um, ¿tu mamá?

Mi estomago hace algo extraño, no es como la sensación que Anthony provoca en mí sino una diferente. Del tipo de sensación que tienes cuando te resbalas y por un instante tu futuro está desbaratado. Puedes golpearte, puedes sostenerte, puedes caer y lastimarte muy fuerte.

Respiro profundo. —Mi mamá… no está.

Ni siquiera he hablado de esto con Anthony, no puedo hacerlo. No quiero hacerlo.

—Mi papá… —Sean habla lentamente—, um, bueno… tampoco está.

Giro a su dirección. — ¿No?

Es como hablar en código, como si ambos temiéramos decir algo más de lo que debemos. —No. Mi papá, pues, no sé…

En ese momento el auto de los padres de Anthony se aparece y se estaciona al frente de su casa. Creí que iban a tardarse más pero ahora están aquí.

Primero sale Samantha y luego, la puerta de atrás se abre. Sale Anthony, quien rápidamente se mueve al otro lado para ayudar a su abuelo. Leonor sale detrás del señor Bradford, moviendo sus manos por todas direcciones mientras cuenta algo.

El padre de Anthony sale y ayuda a sacar algo del asiento del copiloto, junto con Samantha toman dos cajas de pizza. Anthony habla con su abuelo colocando una mano en su hombro.

Sean suspira. — ¿Su abuelo realmente va a morir?

Veo el perfil del rostro de Sean. Cualquier persona e daría muchas vueltas a la palabra “morir” para que no suene tan cruda, pero él no. —Todos vamos a morir algún día, ¿no?

Gira para mirarme. —Sabes a lo que me refiero.

Le doy un vistazo a la familia de Anthony, que se dirigen a la casa como si fuera un domingo más en sus vidas. —No lo sé pero, es probable.

Sean vuelve a suspirar. —Eso es… —no termina la frase, solamente mira a algún punto detrás de mí, luego regresa sus ojos a la casa de Anthony.

Él y yo no decimos nada más, no se siente como un silencio incomodo sino como uno necesario. Creo que Sean, a pesar de haberle dicho lo contrario a Anthony, sí tiene una historia por contar. Sé que yo la tengo también pero, no queremos hacerlo y por eso sé que este tipo de silencios son ocupados por muchos pensamientos internos lo suficientemente fuertes para no querer pronunciar una palabra.

La puerta de la casa de Anthony se abre, veo que es él, viendo en dirección a mi casa. Parece como si quisiera ir pero algo lo detiene, luego toma su teléfono y parece como s estuviera escribiendo algo.

—Creo que tu novio te extraña —Sean murmura.

Puede ser que sí, yo también lo extraño cada vez que no estamos juntos, por muy ridículo y tonto que eso suene.

—No tengo mi teléfono —digo, con la voz baja.

Sean y yo vemos a Anthony como si fuera un pajarillo y nosotros los observadores. Veo como levanta su mirada hacia mi ventana, casi esperando que yo apareciera para saludarlo. Veo como el viento mueve sus ondas rubias y las partes sueltas de su camisa.

Veo al chico que jamás olvidaré, sin importar que el tiempo y la vida nos separen.

Sean estornuda, de una manera muy ruidosa y giro con el ceño fruncido.

Eso, sin embargo, capturó la atención de Anthony quien nos ha notado aquí y su rostro se ilumina con una gran sonrisa.

Sí, sin duda, no lo olvidaré.

Se acerca. —Hola, ¿Qué hacen aquí?

Sean levanta la mano como saludo. —Yo estaba aburrido y vine a buscarlos, son mi distracción.

Me levanto sacudiendo la parte trasera de mis pantalones. —No hacíamos nada interesante, Sean es bastante aburrido.

Anthony estira su mano para tomar la mía y acaricia mis nudillos. —Acabo de enviarte un mensaje, em, mamá pensó que sería bueno comer hoy aquí así que trajimos pizza y me preguntaba si te gustaría comer con nosotros, sé que tu papá está ahí pero…

—Yo quiero pizza —Sean interrumpe.

Exhalo. —La invitación no te incluye.

Anthony sonríe. —En realidad, si quieres, puedes venir también. No hay problema, solo que deberías saber que es pizza “saludable”




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