Lo Que Nadie Sabe De Ti

56: Mi secreto

 

ISABELLE

— ¿Segura que no hay problema? —pregunta Anthony.

Mientras que mi abuelo está con el suyo, yo traje a Anthony a mi casa y ahora estamos en mi habitación. Hemos estado aquí, he estado a solas con Anthony en la suya pero en ese momento no éramos nada aun.

Hoy logré tener un momento a solas con él luego que Sean se fuera a su casa. Realmente se ha adherido a nosotros como un molesto chicle en la calle que no te deja en paz.

Pero, quitando todas sus interrupciones, no me molesta tanto como debería. A veces pienso que si tuviera un primo cercano, me gustaría que fuera como él.

Además, está ayudando a Anthony con su proyecto. Estos últimos días imprimieron un volante y planean dejarlo sobre los autos en el estacionamiento o en ciertas áreas de la escuela. Aún no están seguros.

Honestamente planeo hablar sobre el beso con Hugo, necesito hacerlo. No me siento bien, quiero que él lo sepa y que sepa que en ningún momento he sentido atracción por su hermano. Que solo lo quiero a él.

No quiero perderlo, no quiero cometer un error y por mi culpa, dejemos todo esto tan pronto.

—Oye Isabelle —aclara su garganta, sentándose en mi cama—. ¿Confías en mí?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Ahora me pregunto si él sabe algo. — ¿Qué?

Anthony sonríe. —Sí, digo, um, ¿me responderías algo si yo te pregunto?

Trago saliva al mismo tiempo que algo golpea mi pecho. —Bueno, supongo —pero no estoy segura.

Mi teléfono me avisa de una notificación, antes que pueda sacarlo, me avisa de otra más.

Lo tomo del bolsillo trasero de mi pantalón y veo la pantalla. Quiero ver qué fotografías publicó esa vez pero no puedo hacerlo frente a Anthony, no quiero que vea mi reacción.

Antes de bloquearlo de nuevo, otra notificación más. Me tomo un segundo para considerar entrar rápido y revisar pero no lo hago, simplemente dejo el teléfono a un lado, sobre la mesa cerca de la cama.

— ¿Todo bien? —me pregunta.

Sonrío falsamente. —Sí, em, ¿qué querías preguntarme?

Entorna los ojos porque no cree que estoy bien pero, no quiero hablar de este tema. —Pero, ¿Lo harás? ¿Si te pregunto algo me responderás?

Me siento a su lado, con mis pies unos centímetros sobre el suelo, colgando. —Bueno, depende. Digo, hay cosas que no…

— ¿Cómo qué? —interrumpe—. ¿Qué temas están fuer de mis límites?

Me encojo de hombros. —No sé, digo, es normal que todos tengamos límites.

Hace una mueca. —Lo es pero, ¿No te gustaría hablar conmigo? Digo, en el futuro tú y yo, ¿no me lo dirías?

Muevo mi mirada fuera de la ventana. —Ah, en el futuro, bueno… — ¿Cómo le explico que no estoy segura si nosotros tendemos un futuro?

— ¿No? —su voz suena herida y eso me hace daño a mi también.

Respiro profundo. —Ay, Anthony, mira, es difícil para mí —admito— Te quiero, realmente lo hago pero, yo…

Anthony inclina su rostro. — ¿Qué?

Deberíamos estar hablando sobre el beso con Hugo y resolviendo la situación pero en su lugar, la conversación se ha desviado a otro rumbo. Uno que no quería explorar.

—Eh, mejor… dime, ¿Qué tal todo con el proyecto? Sé que no estoy tan involucrada pero ahora Sean te ayuda y si quieres que haga algo, dime, yo puedo ayudar…

—Isabelle —me detiene—. Dime una cosa, ¿no quieres estar conmigo?

— ¡Si! —Respondo, me llevo una mano sobre el corazón—. Claro que sí pero, Anthony, hay que aceptar la posibilidad que quizás, bueno, tú y yo no duraremos para siempre.

Y ahora, luce mucho más herido. —Entiendo, sé que es muy desfavorable estadísticamente eso que las relaciones de secundaria duren pero, ¿Por qué no podríamos ser del porcentaje que sí?

—Porque no es realista —digo—. No es bueno pensar así.

Niega. —Hay que tener esperanza, hay que esperar lo mejor. Si existe una posibilidad positiva, ¿Por qué no entraríamos en ella?

Cierro los ojos un segundo mientras muevo mi cabeza de un lado al otro. —Porque quizás para un grupo pequeño es realista pero para personas como yo no —otra notificación—. Personas como yo tienen que aprender a resignarse y esperar lo peor porque si esperas lo mejor, si esperas que las cosas cambien y mejoren, te dolerá.

—Pero, Isabelle…

Apretó mis puños. —Entiéndeme, Anthony. Eres de las muy pocas cosas buenas que me ha pasado, de las pocas cosas buenas que tengo y te quiero y quisiera que esto durara para siempre pero no puede pasar eso —afirmo, intentando no desarmarme frente a él.

Anthony suspira. —Pero, ¿Por qué no puede? Si puede, solo tenemos que intentarlo.

Lamo mis labios. —Porque si te quedas por mucho tiempo, el día que ya no estés conmigo, será muy malo para mí —afirmo.

Anthony intenta tomar mi mano pero yo sigo con el puño cerrado. —No me iré, Isabelle. No lo haré.

Otra. Tonta. Notificación.

Respiro profundo y expulso el aire por la nariz. —Escucha, sí te irás. Lo harás, todos se van en algún momento —estoy subiendo el tono de mi voz—. No quiero sufrir más, estoy tan cansada de sentir vacíos y espacios vacíos en mi vida. Todos se van.

Anthony se levanta de la cama. —No, yo no lo haré, ¿Por qué no me crees?

No le respondo, vuelvo a respirar profundo para evitar llorar.

—No me iré, te lo prometo, yo quiero estar contigo por siempre —afirma.

Niego muchas veces. —No lo harás, te irás y lo sabes, todos se van.

—Pero, ¿Por qué no me crees? —Levanta sus manos—. ¿Por qué no crees que esto pueda ser para siempre?

Otra notificación.

Quizás fue eso, quizás fue ese sonido que tanto odio escuchar porque cada vez que me avisa sobre una nueva fotografía o video, me recuerda de todo lo que no es mío. De todo lo que pudo ser mío. De todo lo que debía ser mío.

Y exploto.

Me levanto de un salto y señalo mi teléfono. — ¡Porque si mi propia madre me dejó tú lo harás también!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.