Lo Que Nadie Sabe De Ti

58: Espacios vacíos

ANTHONY

Pocas horas después me desperté para ir a la escuela.

Después de bañarme rápidamente y vestirme, bajo a comer algo. Hasta ahora solo esa mi abuelo y mi mamá en la cocina preparando comida.

—Hola abuelo —sonrío—. ¿Cómo estás?

Antes le preguntaba eso simplemente por costumbre pero ahora lo hago realmente. Quiero saber cómo está. Si le duele algo. Si necesita que yo haga algo por él.

Sonríe, tomando un poco de jugo. —Todo bien, me siento como de quince años.

Me siento al mismo tiempo que mamá sale con un plato de pan tostado y aguacate. —Ten, Tony, come —acaricia mi cabello—. Ayer no bajaste a cenar, ¿Te duele todavía?

No recuerdo si Hugo me dijo que mintió para cubrirme y si lo hizo, ¿Qué dijo? —Ah, ya estoy bien —respondo, mostrándole una sonrisa fugaz—. Gracias.

—Está bien, iré a despertar a Leonor, esa niña nunca quiere despertar temprano —avisa.

Mamá se mueve dirigiéndose al pasillo y escucho que saluda a alguien.

—Buenos días —es la voz ronca de mi hermano—. Hola abuelo, ¿todo bien?

Mi abuelo toma su brazo y le da unas palmadas. —Todo genial, hoy jugaremos cartas cuando tu papá regrese del trabajo, ¿bien?

Hugo le sonríe. —Claro, ¿Cuánto quieres perder esta vez?

Me voltea a ver. —Oye, Tony, ¿Por qué no juegas con nosotros?

No soy bueno realmente, siempre olvido como hacerlo. —Ah…

Hugo se deja caer en una silla. —él no vendrá, está ocupado todo el tiempo.

Entorno mis ojos. — ¿Qué?

Hugo estira su mano para tomar una tostada y antes de masticarla, dice: —Está todo el tiempo con su novia, ignorando lo que pasa aquí y su familia.

Mi abuelo ríe un poco. —Ah, es normal a esa edad, cuando te enamoras solo quieres estar con esa persona.

Hugo traga. —Pues sí pero hay prioridades, ¿no?

Suspiro. —Deja de hablar como si no estoy aquí.

—Buenos días —saluda papa.

Le saludamos de vuelta y luego, Hugo continúa: —Sé que estas aquí y tal vez deberías escucharlo ahora, ya que tienes un minuto sin tu novia.

El abuelo señala a Hugo. —Cuando tú tengas novia también querrás estar todo el día con ella.

Hugo reprocha haciendo un sonido con su lengua. —Ya he tenido novias y ninguna de ellas se ha convertido en lo más importante de mi vida.

Aprieto mis labios, molesto de nuevo con él. —Isabelle no es como tus novias —replico.

Hugo levanta una ceja. — ¿Qué quieres decir con eso?

Me encojo de hombros. —Que ella es… diferente, ella se preocupa por todos, es diferente.

Mamá entra de nuevo y papá regresa de la cocina, pero Hugo sigue hablando: —Baja de tu nube, Tony.

Entorno mis ojos. — ¿Qué quieres decir con eso?

Hugo rueda los ojos. —Que no te ilusiones tanto, es mejor que ordenes tus prioridades.

Reacomodo mis gafas. —Están ordenadas.

— ¿Qué tanto hablan, chicos? —Mamá pregunta, luego mira a Hugo—. Cariño, ¿puedes venir temprano esta tarde? Tengo que salir con el abuelo y necesitamos que alguien cuide de Leonor.

Hugo la observa un par de segundos. — ¿Por qué no se lo pides a Tony?

Mamá me sonríe. —Tony saldrá de nuevo a buscar sus historias —se lo dije hace unos días, que Sean me estaba ayudando ahora—. Solo serán unas horas.

Hugo resopla. — ¿Y que? ¿Para qué quiere esas historias ahora? Desde que ella llegó es una excusa para estar a solas con su novia.

Papá levanta la mano. —Ey, tranquilo, Hugo. Tu hermano está comprometido en esto, lo sabes.

Hugo suspira, moviéndose fuera de la mesa. — ¿Ah, sí? Pues yo tengo otras cosas que hacer y no, no puedo cuidar a Leonor.

Leonor baja también, vestida toda de rosa. — ¿Qué? ¿Yo que? Me puedo cuidar sola.

Papa sonríe. —Estás muy pequeña, aun no puedes quedarte sola.

Hugo toma su plato para dejarlo en la cocina.

El abuelo suelta una larga exhalación. — ¿Por qué están tan agitados, chicos? No entiendo.

Hugo entra de nuevo. —Me voy.

—Espera —mamá pide— Hugo, hablo enserio, tienes que cuidar a tu hermana.

Hugo niega. —No puedo.

Papá se levanta y lo mira serio. —Sí puedes, es solo hoy —entorna sus ojos—. De todas formas, ¿Qué tanto haces últimamente? Llegas tarde y no…

— ¿Yo llego tarde? —Se señala—. No lo hago, vengo un par de horas después de la escuela y luego, ayudo a Leonor con sus tares y paso el tiempo con mi abuelo, hago todo lo que Tony no hace mientras él está con su novia.

Ruedo los ojos y giro para verlo. — ¿Por qué de pronto odias que tenga una novia? ¿Qué te pasa? No eras así.

Leonor se sienta en la silla que Hugo dejó vacía. —Creo que Hugo es un amargado.

Hugo la mira y niega, lentamente. —No lo soy.

—Lo eres —afirmo.

Hugo se pasa la mano por la cara y suelta un grito ahogado. — ¿No se dan cuenta que está pasando? —reclama—. ¿Por qué esta familia suaviza todo?

— ¿Qué? —mamá y papá preguntan al mismo tiempo.

Hugo niega, varias veces, muy enojado. —Nada.

—Espera —papá pide—. Hugo, escucha, podemos hablar cualquier cosa.

Él ahora ríe, de manera irónica. —Ah, sí, claro, podemos hablar de cualquier cosa mientras no sean temas demasiado tristes, ¿no?

—Hugo, no hables de esa manera —pide papá.

Sacude sus manos, toma su mochila y sale, cerrando la puerta muy fuertemente.

El silencio incomodo duró varios segundos hasta que Leonor pidió que le dieran algo de comer y entonces, continuamos con la rutina. Me pregunto qué rayos le sucede a Hugo.

Recibo un mensaje de texto, es de Sean avisándome que llevará las hojas con el correo impreso esperando que en la tarde estemos recibiendo nuestras primeras historias.

Cuando salgo de la casa, veo que Isabelle está cerca de mi auto viendo a la dirección contraria.

—Hola —la saludo, tomando su mano para acercarla a mí y abrazarla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.