Lo Que Nadie Sabe De Ti

59

 

ISABELLE

La vida en la nueva escuela es raramente aburrida.

Digo, no sé qué esperaba pero no ha pasado mucho últimamente. Creo que lo más relevante ocurrió los primeros días cuando todos los que habían estudiado ahí estaban intrigados por mi aparición pero ahora soy una chica más.

También he visto al grupo de personas que molestaban a Anthony pero ahora que siempre está con Sean o conmigo, solo lo miran un rato y se alejan. Creo que es algo bueno que Anthony no haya pasado por uno de esos casos graves de acoso.

Bueno, esa historia del chico que empujaron sí es grave.

En una de mis escuelas anteriores, recuerdo que los de último año solían golpear a varios chicos. Nunca entendí porque hacían eso. Es tan estúpido y cobarde.

—Oye, ¿me acompañas a cuidar de Leonor hoy? —me pregunta Anthony a la hora de la salida.

Asiento. —Sí, ¿tu abuelo no estará?

Niega. —Ni mamá, irán a hacer algo —baja la mirada un segundo, parece triste.

Froto mis manos. — ¿Tu abuelo está bien?

Asiente. —Mi abuelo, sí, es solo que… no sé, digo… —Anthony es bastante maduro para su edad pero cuando intenta afrontar la realidad de su abuelo, luce indefenso.

Coloco mi mano en su espalda. —Tranquilo, estará bien.

Me sonríe por un segundo, luego Sean se acerca.

— ¿Ya revisaste el correo? —pregunta a Anthony.

Él frunce el ceño. — ¿Qué? ¿Por qué?

Sean se encoje de hombros. —Hay cuatro correos nuevos, puede que sean anuncios o puede que algunas personas enviaron algo.

Por la mañana ellos colocaron algunas hojas impresas con el correo electrónico y una pequeña descripción del proyecto, prometiendo que todo quedará anónimo.

Por mi parte, yo dejé algunas hojas en el baño de las chicas. Puede que alguien las haya visto antes que la persona de la limpieza las quitara.

— ¿Sí? —Anthony saca su teléfono de su pantalón—. Ah, ahora son cinco.

Sean hace una de esas “sonrisas invertidas” mostrando que está sorprendido, como si no hubiera realmente pensado que podía funcionar. —Tendremos que leerlas.

Anthony se señala. —Vamos a mi casa, tengo que cuidar a mi hermana hoy.

—Claro, ¿Pedimos comida? —pregunta Sean.

Bufo. —No con él, ama lo saludable.

Sean frunce el ceño. — ¿Has visto que tu novia come únicamente basura, verdad?

— ¡Oye! —Reclamo—. ¡Tú comes basura también!

Anthony suelta una pequeña risa. —Ya, está bien, no peleen —toma mi mano—. En casa tenemos fruta y le haré tacos caseros a Leonor, pueden comer eso.

— ¿Fruta? —Pregunta Sean, arrugando la frente.

—Me gustan las fresas —si están realmente dulces.

Anthony se ajusta las gafas. —Vamos —guarda su teléfono—. Espero que sean historias reales y no bromas tontas, no me sorprendería que al menos una persona nos escribiera solo para molestar.

Sean se ajusta la mochila. —Pues dejamos las hojas en las personas que no parecen tan idiotas como ese chico que ya olvidé su nombre.

Comenzamos a caminar en dirección al auto de Anthony que se ha convertido en mi transporte y el de Sean.

Veo a Anthony le perfil y recuerdo la vez que le conté todo sobre mi madre. Bueno, no todo, aun no le he dicho los detalles pero ahora lo sabe. Sabe que mamá no está muerta. Sabe que mamá me dejó y sabe que ahora ella tiene una nueva familia lejos de mí, dejándome en el pasado.

No es justo que lo haya hecho así.

Ella me dejó en el pasado, ella avanzó con su vida como si jamás existí y yo paso cada día recordándola. Yo paso cada día encontrando sus recuerdos como fantasmas en cada esquina.

A veces pienso que papá se mudó tantas veces para dejar olvidada a mamá cada vez más.

Dejando muebles, cortinas, tazas y a casi todo lo que le recordaba a ella. De lo único que no se ha podido deshacer es de mí

 

—Espero mamá me traiga mi helado —Leonor cruza sus brazos.

Anthony sonríe. —Nunca te va a traer helado.

Sean, quien está sentado en el otro sofá mira alrededor. — ¿De verdad no comen más que cosas sanas?

Leonor asiente, varias veces. —Mamá y papá son aburridos, solo verduras y verduras, quiero dulces y pastel y soda…

—No es bueno para ti —Anthony responde.

Rueda los ojos. —Hugo dice que no es tan malo de vez en cuando.

Anthony hace una mueca. —Hugo a veces habla sin pensar.

Leonor se levanta y bosteza, estirando sus brazos por encima de la cabeza. —Pues me cae mejor Hugo que tú, él me compraría un helado.

Chasquea la lengua. —No caeré en tus técnicas de manipulación.

Ahora ella me mira. —Belle es más divertida que tú, ¿Por qué te gusta mi hermano? ¿No te gusta más Hugo?

Sé que Leonor no sabe nada de nada pero esto hizo que mi corazón se detuviera un segundo. —Eh…

—Ya, no molestes —Anthony pide—. Ve a hacer tu tarea y si obedeces, te haré unos panqueques para cenar.

Ella lo piensa mientras entorna los ojos. — ¿Pero de avena?

Niega. —No, usaré la otra mezcla.

Sonríe. —Gracias Tony, eres el mejor, ahora iré a hacer mi tarea.

Leonor sale corriendo hacia su habitación, permanecemos en silencio hasta que ya no escuchamos sus pasos.

Sean resopla. —Esa niña te dará problemas cuando crezca, es como si tuviera mucha energía.

Anthony niega. —Creo que cuando crezca será más tranquila.

Sean toma su teléfono. — ¿Revisamos las historias? —pregunta.

Anthony también toma su teléfono y sus ojos se abren un poco más cuando ve la pantalla. — ¿Diez historias? ¿Qué?

Me acerco a él. — ¿De verdad?

—Sí —responde Sean en su lugar—. Y parece que no son bromas, mira los títulos.

Anthony lee en voz alta: —Mis padres se divorciaron, perdí a mi perro, creo que me gusta mi amiga…

—Besé a la novia de mi hermano —Sean suelta.

Levanto la mirada. — ¿Qué?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.