Lo Que Nadie Sabe De Ti

60: Afuera

 

ANTHONY

—Creo que podemos usar estas —les digo.

Sean levanta su teléfono. —Mira, entraron dos más.

Isabelle suspira, sentada en una de las esquinas del sofá. — ¿Por qué no lo dejas para después? Vamos a comer algo.

Leonor está sentada comiendo sus panqueques y viendo un programa sobre animales rescatados en su tableta. —Me acabé los panqueques —avisa sin voltear.

Sonrío, viendo sus rizos que casi le llegan a la cintura. —No me sorprende.

Sean bosteza. — ¿Por qué no vamos a comer algo? Yo invito si quieres.

—No puedo dejarla sola —digo.

Leonor vuelve a responder sin girar a verme: —Puedo quedarme sola.

—No puedes, es peligroso para esta casa —bromeo—. Pero si tienen hambre…

Sean levanta su mano. —No vuelvas a ofrecerme apio, rubio. No quiero esa comida.

Isabelle se levanta. —Iré a comprar algo, ¿Qué quieren? A unas cuadras está la tienda de conveniencia.

Niego. —No, no te vayas sola —me levanto—. Bueno, iré a comprar yo pero por favor, cuídenla.

Sean bufa. —No te preocupes, lo haremos.

Isabelle niega. —Puedo ir yo.

Ahora sí, Leonor volea. —Mejor que vaya Tony, pero si no traes algo dulce ni te molestes en volver.

La fulmino con la mirada.

—Creo que somos nosotros los que estamos en peligro —Sean bromea.

Isabelle mira a Leonor y sonríe. —Es una niña inteligente.

Toco mi bolsillo para asegurarme que aun llevo algunos billetes. —Ahora regreso, les traeré las opciones más saludables que encuentre.

Sean se cruza de brazos. —Tráeme papas picantes y una Sprite, te lo pago después.

Asiento. —Claro y tú —miro a Isabelle—, ¿Qué quieres?

Baja la mirada. —Estoy bien, comeré después.

Asiento aunque sé que probablemente le traeré algo de comer. Sé qué tipo de dulces e gustan y cuáles son sus frituras favoritas. —Ahora regreso.

— ¡Tráeme mi helado! —Leonor exige.

Levanto ambas manos. —Está bien, está bien.

Esa niña tiene un carácter demasiado fuerte, no puedo creer que sea realmente la hija de mis padres. Los seres humanos más pacíficos de todos.

—Ya me voy —aviso antes de salir.

No me preocupa dejar a Leonor con ellos, aunque no conozco mucho a Sean siento que es una buena persona y bueno, Isabelle quiere a Leonor. Creo que realmente el peligro es de mi hermana con ellos.

Voy a la tienda pero me detengo cuando veo el auto de Hugo ahí afuera. Pensé que quizás estaría con algunos amigos pero al observarlo, vi que estaba vacío. Eso significa que Hugo está por aquí.

Junto mis cejas automáticamente al recordar cómo se negó a cuidar a Leonor. ¿Qué era tan importante que no pudo hacerlo? ¿Por qué no fue a la casa si no estaba con nadie?

Entorno mis ojos como si eso me ayudara a encontrarlo alrededor. No lo hago, así que solo sigo con mi camino y entro a la tienda que mantiene sus puertas abiertas todo el día.

Voy al área de dulces y frituras para tomar algunas. Sé que mi mamá no estará muy feliz al ver la comida que llevé a la casa pero le explicaré que fue para Sean y para Isabelle.

Luego de tomar una barra de chocolate con maní, mi teléfono vibra. Regreso la barra a su lugar para revisar la notificación.

Es otro correo electrónico.

Vaya, nunca pensé que muchas personas fueran a enviarme sus historias. Aunque algunas son muy cortas y no puedo preguntarles por más detalles porque esa es la promesa a las personas que enviaran sus correos, a pesar de ellos, estoy sorprendido realmente.

Digo, están confiando básicamente en extraños. Se están arriesgando a que alguien use sus historias en su contra.

Aunque he notado que muchos de los correos para haber sido creados para permanecer anónimos.

Este correo se titula: Me gusta el novio de mi mejor amiga.

Veo que es un poco largo así que decido que lo leeré más tarde, pero justo en ese momento, entra otro correo.

“tengo miedo”

Abro mis ojos al leer el asunto de ese correo. De pronto se encendieron alarmas en mi interior.

Este no lo puedo dejar para después, tengo que saber si alguien está en peligro.

“tengo miedo de todo aunque por dentro no lo parezca.

Tengo miedo de mostrar quien soy en realidad, de conocer personas, de volver a abrir mi corazón y sobre todo, tengo miedo al futuro. Hasta ahora mi vida no ha sido la mejor por eso mi cerebro lo único que puede decirme es que estaré mal. En lo que queda, estaré mal.

¿Vale la pena vivir?

No sé ni siquiera porque estoy enviando esto. Es ridículo. Tal vez todo esto es para una broma y luego, seré un correo electrónico patético y fingiré que me estoy burlando de ello también aunque no es así.

Tengo miedo de muchas cosas, incluso miedo de esto.

¿Alguien lee esto? Espero que no. Espero que sea una computadora y ya está.”

Leo este correo varias veces.

Sé que no debería intentar contactarme con la persona que lo envió porque ese es el punto, pero, ¿estará bien si no lo hago?

Digo, esta persona se está cuestionando vivir.

Muerdo mi labio inferior mientras presiono “RESPONDER”

Respiro profundo y comienzo a escribir:

“No sé quién eres o qué te ha sucedido en la vida pero si estas respirando es porque aún hay algo en ti que merece ser compartido con el mundo. Tengo un abuelo que quizás no vaya a vivir mucho pero él siempre se enfocó en vivir porque me decía cosas como: un día nos vamos a morir, pero los demás días no y eso hay que aprovecharlo. Mira, si estas realmente considerando quitarte la vida, ve y habla con alguien. Un amigo, profesor, maestro, vecino, solo habla con alguien. Creo que, mientras respires y tu corazón dé otro latido más, tú aun puedes experimentar muchas cosas buenas. Aun no te rindas, por favor. No te rindas con tu futuro. Contigo.”




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