ANTHONY
— ¿Qué haces? —pregunta Hugo.
Leonor sigue dormida y él se acomoda el cabello, me observa sentado desde la cama mientras yo estoy sentado en el suelo con el portátil frente a m´. —Tengo que terminar el libro para el abuelo.
Me mira unos segundos y luego sale de la cama, toma la cobija para cubrir a Leonor hasta los hombros. — ¿Cómo vas?
Se sienta a mi lado, yo respondo: —Las conté y con las que me enviaron, llevo cuarenta y tres. Solo necesito unas más y listo, el abuelo puede contar su historia —digo, mientras siento la presión en mi pecho.
A decir verdad, no esperaba que esto fuera a suceder. Pensé que todas estas historias solo serían eso, una colección de anécdotas pero ahora es algo más valioso. Ahora necesito hacer esto bien por mi abuelo.
No tengo mucho tiempo con él.
Hugo suspira. —Te faltan siete, ¿no?
—Seis, la de mi abuelo es la última —recuerdo.
Asiente. —En ese caso… ¿Por qué no le pides a los demás que te den una historia? Ya sabes… mamá, Leonor…
— ¿Tu lo harías? —pregunto, esperando que acepte.
Traga saliva y mira hacia la ventana. —Yo… —no me responde inmediatamente, aclara la garganta—. Está bien, pero primero, ve con alguien más. ¿Qué hay de Belle? O tú nuevo amigo.
Muerdo mi labio inferior. —No sé, le he pedido varias veces pero no quiere, no puedo obligarla —afirmo—. Y sean… no quiere tampoco.
Respira profundo. — ¿Y su abuelo?
Abro los ojos. —Tienes razón, sé que él aceptaría.
Sonríe. —Bien, deberías preguntarle hoy mismo. También a mamá, seguro aceptará y bueno, deberías intentarlo con Belle…
Muevo el puntero frente a la bandeja de entrada de correos, viendo los títulos que las personas les asignaron. Me pregunto quiénes son, se supone que son de la escuela pero no puedo imaginarme quienes estuvieron detrás de las pantallas.
Rasco mi cabeza. —Aquí… alguien me contó del divorcio de sus padres, de cómo se sienten solos —confieso—. También sobre una chica que se siente diferente, cree que le gusta su mejor amiga.
Hugo asiente, sin decir nada.
—Incluso alguien que parecía no querer vivir —admito—. Es extraño, digo, estas personas pasan a mi lado en los pasillos y no tengo idea quienes son, ¿entiendes lo que digo?
Hugo se recuesta con las manos. —Sí… al final, todos tenemos historias que no compartimos.
Hago una mueca. —Lo sé, pero, es extraño —señalo a la pantalla—. A veces se me olvida que alrededor de mí hay más personas y que todas ellas tienen sus propias vidas. Es como, nosotros —lo miro—, como los que vivimos aquí. Hay cosas que no hemos dicho, cosas que preferimos no decir —bajo la voz—. Como lo que descubriste.
Hugo me contó sobre su padre biológico y como él fue el responsable de la muerte de su madre biológica, ósea, mi tía. Fue muy extraño, no sabía nada de eso. Siempre supe que él era en realidad mi primo y que la hermana de mi madre murió pero nunca especificaron como, solo lo llamaban “el accidente”.
Ahora sé qué es el accidente.
—Creo que, solo querían protegerme —admite.
Asiento. —Sin duda, yo también lo creo.
Mueve sus piernas para cruzarlas. — ¿Cuál es tu historia, Anthony?
Sonrío, porque él nunca me llama así. — ¿Mi historia?
Se encoje de hombros. —Tú también deberías contar tu historia.
Inclino el rostro. —Bueno, no sé que decir, además de lo que ha sucedido en el verano.
Hugo niega. —Creo que hay más de ti, ¿no? Vamos, ¿Qué es algo que nadie sabe de ti?
Miro la pantalla y sonrío. —Soy un libro abierto, todos saben todo de mí.
Hugo suspira. —Eso no puede ser, ¿hay algo que no has dicho? ¿Un momento de tu infancia? ¿Algún trauma?
Bajo la mirada hacia el suelo y luego, mi portátil muestra un anuncio de un nuevo correo.
Junto mis cejas, confundido por el correo que lo envió.
I.s.b.ll.e.m.oss
Hugo se inclina para ver qué estoy observando con atención. —Mira la dirección del emisor —señalo.
— ¿Es ella? —se refiere obviamente a Isabelle.
—Eso parece —digo.
Hugo suspira. —Quizás… tal vez no es ella…
Levanto mi mano. —Espera, tengo que leerlo —tomo el portátil y lo coloco sobre mis piernas.
“mis secretos”
Empiezo a leer pero comienzo a experimentar al mismo tiempo, una sensación difícil de explicar. Es como si de pronto, viera todo como una película y otra historia encaja con esta.
Mi corazón se detiene por un segundo y como si sirviera de algo, vuelvo a leer todo otra vez.
Tal vez no es ella.
Tal vez no es él.
— ¿Tony? —Hugo me habla.
Trago saliva con mucha dificultad. —Yo… —respiro profundo, pienso que quizás sea buena idea mentir y decir que definitivamente no es ella pero, no puedo.
Cierro el portátil rápidamente y me levanto, respirando por la boca entreabierta. —Voy a… tenemos que ir a la escuela.
Hugo se encoje de hombros. —Papá dijo que podíamos quedarnos hoy.
En realidad, quiero hablar con Isabelle. —Sí pero… tengo que avisarle a Isabelle que no iré.
Hugo entorna os ojos. — ¿Qué pasa? —se levanta también—. ¿Qué leíste?
Presiono mis labios por unos segundos e intento contener todo lo que estoy sintiendo. —Nada…. Solo…
Hugo da un paso hacia mí y yo retrocedo, alejándome.
Sus cejas se elevan y asiente lentamente. —Ah… tú, ¿te lo dijo?
Escucho a Leonor hacer un ruido así que niego, no voy a tener esta conversación aquí. —Ahora vuelvo.
Hugo lo confesó por un correo.
Isabelle lo hizo también.
Ninguno de ellos pudo decírmelo de frente.
Isabelle y Hugo se besaron.