Lo Que Nadie Sabe De Ti

66: La vida

 

ISABELLE

— ¿Cómo es esto posible? —le muestro la fotografía a mi abuelo.

Niega, igual de confundido que yo. —No lo sé.

¿Cómo es que el mundo puede cambiar tan rápido en tan poco tiempo? No, me corrijo. ¿Cómo es que tu mundo puede cambiar en tan poco tiempo?

No entiendo nada de esto. Hablo enserio, ¿Qué rayos?

Ayer Sean y yo estábamos discutiendo y luego, vio la fotografía de mi mamá pero no solo eso, su papá es el nuevo esposo de mi madre. La mujer que me abandonó. La mujer que se fue sin importar que yo era muy pequeña.

Me dejó como si fuera fácil de remplazar, porque lo era.

— ¿Y no conocías a ese chico antes? —pregunta mi abuelo.

Niego varias veces. — ¡No! —Toco mi brazo—. Somos nuevos en la escuela, ¿Cómo es posible que esto ocurra?

El padre de Sean lo dejó hace casi diez años, al igual que mi mamá. Quizás pudo haber ocurrido el mismo día. Luego, seguramente se conocieron nuestros padres que nos abandonaron y se casaron y ahora, tienen una hija juntos.

Es nuestra media hermana.

Vaya, nunca pensé que de alguna manera yo iba a estar relacionada con Sean.

—Vamos a ir a su casa —le cuento a mi abuelo—. No sé pero, estoy cansada de como todo en mi vida es un secreto. Estoy… quiero preguntarle porque se fue.

Mi abuelo niega. —No creo que sea lo mejor.

—Abuelo —pido—, apóyame por favor. Necesito hablar con ella. No la quiero de vuelta en mi vida y no quiero que deje a su nueva familia por mí, solo quiero saber qué hice mal para que jamás me volviera a ver.

—No fuiste tú —afirma mi abuelo.

Asiento. —Lo sé pero quiero que ella hable, quiero escuchar su explicación.

Suspira lentamente. —No voy a negarme porque te conozco y eres una niña muy necia, pero, tienes que prepararte para que no salga bien.

Levanto mis hombros. —No estoy esperando que salga bien.

Asiente. —Ella se fue y perdió a un tesoro invaluable, que eres tú, Belle.

Sonrío de lado y me acerco a abrazarlo. Él me sostiene entre sus brazos como siempre, como lo ha hecho desde que tengo memoria. Mi abuelo siempre ha estado conmigo y me ha ayudado todo el tiempo.

—Te quiero —le digo, recostada en su hombro—. Gracias por ser mi abuelo.

Acaricia mi cabello. —Eres mi princesa, Belle. Aquí y en todas las vidas y dimensiones, te cuidaré. Mi niña.

Llaman a la puerta y nos separamos. —Debe ser Sean —le digo—. Voy a ver.

Mientras camino a la entrada pienso en Anthony. Sé que lo que hice ayer por correo electrónico fue impulsivo y me arrepentí inmediatamente. Sé que no debí confesarle lo que ocurrió de esa manera pero, quería hacerlo.

La verdad, estoy cansada de los secretos. Estoy cansada de siempre guardar mis palabras y mantenerme con la boca cerrada. Es agotante y desgastante.

Entonces, lo hice. No sé si lo leyó o no, aunque presiento que sí. Presiento que ahora mismo, está molesto.

Anthony es casi perfecto para mí y es muy bueno pero no esperaba que se lo tomara de una buena manera, después de todo, su hermano besó a su novia.

Suena mal, muy mal.

Abro la puerta y me encuentro con Sean. No sé ve como siempre, parece incómodo y sé qué para él, esto no debe ser sencillo. No lo es para mí pero creo que yo puedo ocultar todo mejor.

He practicado por años no mostrar mis emociones.

—Hola —saluda, viendo hacia el suelo—. Anthony me envió un mensaje, creo que no irá a la escuela.

Asiento lentamente. —Entiendo.

Aclara su garganta y sube sus ojos a los míos. —Esto es… tan extraño, ¿De verdad quieres hacerlo?

Me encojo de hombros. — ¿Qué hay que perder? Ya los perdimos.

A su padre y a mi madre, me refiero.

Suspira. —Sí, aunque… no sé, yo…

Levanto mis manos. —No tienes que hacerlo si no quieres, yo iré. Está bien, puedo sola.

Niega, moviendo su cabeza. —No, no puedes ir sola —pasa la mano por su cabello—. Vamos, salgamos de esto.

Escucho unos pasos y Sean mueve su mirada detrás de mí. Está viendo a mi abuelo.

—Buenos días —saludan al mismo tiempo.

Yo me giro. —Um, ya me voy, vendré pronto —espero.

Mi abuelo se acerca y me da un fuerte abrazo. —Te estaré esperando.

Le doy una sonrisa y me muevo para tomar mi bolsa, con mi teléfono y un poco de dinero.

Mi abuelo mira a Sean y sonríe de nuevo. — ¿Puedo decirte algo, jovencito?

Sean me da una mirada y luego, asiente.

—Belle es irremplazable —da un paso hacia él y coloca su mano sobre el hombro—. Y tú también lo eres.

Sean lo observa por unos segundo y asiente. —Gracias —susurra.

—Bien —me acerco—. Vamos, antes que mi abuelo se arrepienta de darme permiso para faltar a la escuela.

Suelta una risita. —Ve, con cuidado.

Salimos y mis ojos se mueven directamente a la casa de al lado. Me pregunto si Anthony está ahí, pensando en lo que le envié o si aún está durmiendo.

Luego veo que su auto no está, ¿A dónde habrá ido?

—No puede ser que no puedas vivir un segundo sin tu novio —Sean reclama.

Ruedo los ojos. —No es eso, es solo que… —me detengo.

No puedo hablar de eso con él. No puedo contarle que Hugo me besó y que lo confesé todo por medio de correo electrónico.

—Vamos a buscar un taxi —pide.

Cuando escucho la palabra “taxi” recuerdo a una de las personas que le contaron su historia a Anthony. Recuerdo a su hijo y luego, recuerdo conocerlo.

Eso no pasó hace mucho tiempo pero por alguna razón, se siente así. Se siente como si el verano y el ahora son tan distantes uno con el otro.

—Espera —pido—. Solo… necesito ir un momento allá.

Bufa. — ¿En serio? Ves que no puedes vivir sin él.

Creo que sí puedo vivir sin él pero, no quiero hacerlo. —Espera.

Camino a pasos largos hasta su casa. Llamo a la puerta con dos golpes y espero que alguien abra. Estando aquí, en esta puerta que he atravesado muchas veces, me recuerda a la primera vez que llegué con mi abuelo.




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