Lo Que Nadie Sabe De Ti

67: Adiós

 

ISABELLE

No puedo creer que estoy con Sean dentro de un taxi en camino a la casa de mi madre biológica.

Hace un año probablemente estaba viviendo la experiencia adolescente más ordinaria de todas. Iba a la escuela, pasaba las tardes con mi abuelo y en mis tiempos de soledad, escuchaba música o me distraía con cualquier cosa.

Pero ahora, tengo novio y uno que quizás me odie luego de decirle lo del beso con su hermano. Conocí a un chico que, es medio hermano de mi media hermana que jamás he conocido. El amigo de mi abuelo está enfermo y no lo queda mucho tiempo de vida.

Todo esto es  una locura.

— ¿Por qué Anthony no contesta mis mensajes? —Sean me pregunta.

Suspiro. —No sé, ceo que ahora está ocupado con algo más.

Chasquea la lengua. —Me siento mal, ojala pudiera hacer algo —se recuesta en la ventana—. No es fácil perder a tus abuelos y menos cuando te llevas muy bien con ellos.

Pienso en mi abuelo y no quiero ni imaginarme ese inevitable momento.

— ¿Cuál es el plan exactamente? —pregunto.

Sean se reacomoda. —No lo sé, tendremos que ir y confrontarlos —niega tres veces—. Mi padre también se fue cuando yo era muy pequeño, dejó una carta explicando que él no podía ser padre pero ahora…

—Tiene a una niña —completo.

Suelta una risa cargada de molestia. —No lo entiendo. Puedo comprender que se sintiera abrumado pero jamás intentó verme, nunca le importó si yo estaba bien o si quiera vivo. No podría hacer eso con alguien que yo hice, ¿sabes?

Es tan trágicamente extraño como puedo entender lo que él siente. —Mi madre era joven, creo que ni siquiera se había graduado de la secundaria cuando se enteró que estaba embarazada —miro hacia la ventana, dos pájaros pasan de un lado hacia el otro—. Siempre me he preguntado cómo hubiera sido yo de diferente si ella jamás se hubiera ido.

Porque aprendí a no esperar nada de nadie, a que las personas se van incluso las que dicen que nunca lo harán, las que supuestamente te aman con el amor más puro de todos. Las madres también pueden llegar a abandonarte y los padres también pueden ser ausentes aunque estén ahí, bajo el mismo techo.

Mis padres son humanos y sé que no son perfectos pero realmente, ¿merecía yo sufrir las consecuencias de sus problemas?

—Nunca he hablado de esto antes —Sean confiesa—. Incluso con mamá, ella prefiere que no mencione nada de mi padre, recuerdo que se enojaba cuando le preguntaba qué día él iba a volver.

Asiento. —Lo sé, no es fácil.

Pero pienso en Anthony, en aquella vez que se lo dije y en cómo me sentí segura entre sus brazos.

Un dolor se presenta en mi pecho, no es por nada malo, es porque sé que mi corazón se rompe cada vez que considero la posibilidad que Anthony me deje también.

Creí que podría lidiar con eso en el futuro si ocurría, aceptar que lo nuestro solo fue algo lindo que surgió en verano y ya está pero la realidad es que no que para mí Anthony siempre va a significar algo más que un romance adolescente en verano, es el chico que vio detrás de todas mis murallas y no le importaba lo fría que era con él al comienzo.

Realmente lo quiero demasiado.

Y eso es tan aterrador, eso es algo que yo sabía que no quería que ocurriera porque me da miedo el amor. Me da miedo amar cualquier cosa. Todos mis objetos favoritos no son tan favoritos porque no quiero que me duela cuando se pierdan o se rompan. No quiero amar ninguna canción, ningún sabor de helado y mucho menos, a un chico.

Pero quizás, aunque vaya en contra de todo lo que yo creo o pienso, yo amo a Anthony.

Porque quiero seguir a su lado por mucho más tiempo y porque cuando cierro los ojos, lo único que veo es la manera tan dulce y tierna con la que me sonríe.

Tomo mi teléfono y le envió un solo mensaje:

“te amo, Anthony”

No lo hago para intentar manipular sus emociones y que no esté molesto conmigo por lo que pasó con Hugo sino porque necesito decírselo antes que todo acabe. Si este es nuestro final, si de ahora en adelante pasaremos a ser solo vecinos, quiero que sepa que yo lo amo.

Y que aunque no estemos juntos, mi corazón siempre tendrá un lugar para él.

—Este será un camino muy largo —Sean bosteza.

Guardo mi teléfono. —Sí, lo será.

 

Nos detuvimos unas calles antes de la casa.

Saber la dirección fue fácil para nosotros, la casa era una que Sean reconocía por algunas fotografías de cuando era niño. Según me dijo, era la casa de sus abuelos y ahora viven ahí, con mi madre y su nueva hija.

Este vecindario es común y corriente aunque lo único que puedo pensar es en las historias detrás de esas puertas cerradas. Si Anthony estuviera aquí seguramente le gustaría conocerlas.

¿Qué tendría que contar todas estas personas?

Quizás algunas familias son realmente disfuncionales, quizás hay una pareja de recién casados y otra casa tiene a una madre y a sus hijos, luego de un divorcio. Hay tantas cosas que jamás sabré pero están ahí, escondidas detrás de unos muros.

Como en mi casa, no creo que nadie sepa mi historia solo con verla desde afuera.

Sean y yo caminamos en silencio. Él debe estar pensando muchas cosas al igual que yo. Él también tiene una historia que solo él y sus recuerdos saben.

—Si ellos hubieran hecho las cosas bien —habla finalmente—. Digo, aunque se hubieran divorciado de nuestros padres pero no se hubieran alejado de nosotros… quizás, serías mi hermanastra.

Resoplo. —Creo que sí, tal vez sí.

—Sería raro —afirma—. Estoy tan acostumbrado a no tener hermanos y ahora sé que tengo una media hermana y que tú también la tienes y eso de alguna forma, nos une, ¿no?

Me encojo de hombros. —No conozco a esa niña y dudo mucho que alguna vez pueda hablar con ella.

— ¿Te gustaría que lo supiera? —me pregunta Sean, deteniéndose un momento.




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