Lo Que Nadie Sabe De Ti

68: Su nuevo hermano

 

ANTHONY

Recibí el mensaje de isabelle justo cuando estaba en el restaurante con mi abuelo.

Nuestra conversación sin duda se extendió, yo tenía muchas preguntas y él estaba dispuesto a respondérmelas.

Es extraño pensar en cómo asumí que yo sabía todo sobre mi abuelo solo por las historias que nos ha contado y un par de recuerdos capturados en fotografías. En realidad, si te pones a pensar, es tan solo una fracción de su vida.

No conocemos a nuestras familias realmente, digo, sí sabemos qué tipo de personas son y qué les gusta hacer, sus personalidades y todo sobre eso pero, hay tantas anécdotas y partes de sus vidas que no conocemos.

Pero, regresando al mensaje… quiero hablar con ella, definitivamente tengo que hablar con ella pero no podía decirle todas esas cosas por mensaje.

Hugo me dijo que Sean y ella se apareció por aquí, seguramente fueron a la escuela o quién sabe.

Ahora mismo estoy terminando de escribir todo lo que grabé de la conversación de mi abuelo. Creo que de todas las historias que son impactantes y muy importantes, esta sin duda es la que tengo que colocar en ese libro.

No sé como pero algún día lo publicaré, necesito que las personas de todo el mundo sepan estas historias. Historias que provienen de gente “común” pero que sin duda, me han dejado muchas enseñanzas y muchas sorpresas.

Como la historia de mi abuelo.

Alguien llama a mi puerta, cierro la computadora luego de asegurarme cuatro veces de haber guardado el archivo.

—Pase —digo.

Es Hugo de nuevo, quien sin duda se ve preocupado por todo. Yo sé que con él también tengo que tener una conversación pero ahora mismo, mi estantería mental está llena y necesito ordenar una cosa a la vez.

— ¿Qué pasa? —pregunto.

Señala hacia abajo. —Te buscan, de nuevo.

Asiento dos veces. —Ya voy.

Hugo suspira. —Eh, creo que iré a comprar algo para comer después, ¿quieres algo en específico?

Niego. —No, sigo lleno del desayuno.

Asiente. —Creo que… me llevaré a Leonor, le compraré algo.

—Claro —me levanto de la cama.

Hugo sale de mi habitación y yo ordeno un poco mi cama antes de bajar.

Paso por la pequeña sala de estar en la parte de arriba, mi abuelo está viendo un programa de concursos y me da una sonrisa rápida cuando paso por ahí. Él actúa como si no me acabara de confesar algo realmente grande.

Escucho la voz de mi hermana alejándose, seguramente acaba de salir con Hugo. Bajo las escaleras y por un segundo, pienso que es así como será mi vida cuando mi abuelo ya no siga aquí con nosotros.

Trago el sentimiento y avanzo a la puerta, la abro y ahí está ella.

Isabelle.

Está recostada en la comuna de madera del pórtico, con los ojos en dirección a sus zapatos y su cabello cayéndole a los lados.

Recuerdo la vez que la vi por primera vez, no podía dejar de verla. No quiero dejar de verla.

— ¿Hola? —digo.

Levanta su mirada y sus ojos se abren un poco. —Anthony…

Lamo mis labios. —Um, ¿Qué pasa?

Ábrela boca pero no dice nada, deja los labios despegados, luego comienza a caminar hacia mí y rodea mi cuello con sus brazos, para seguido, darme un beso en mis labios.

Yo sin pensarlo, rodeo su cintura y le devuelvo el beso.

—Te amo —afirma, sin despegarse mucho de mí—. Te amo a ti y solo a ti, no quiero a nadie más y nadie significa tanto como tú.

Veo sus ojos y los noto rojos, como si hubiera estado llorando. —Te amo —contesto.

Hace una mueca. —Perdón por no ser honesta, perdón por todas las cosas que no puedo ser y perdón si soy demasiado tonta y amargada, perdón que no puedo ser la chica de tus sueños pero solo quiero hacer las cosas bien porque vales la pena, porque en este mundo asqueroso tu eres todo lo bueno que existe, porque no puedo dejarte ir.

Estoy sorprendido por sus palabras y sobre todo, estoy sorprendido que piense todo eso.

—Eres muy divertida —le digo, acariciando su mejilla—. Eres honesta, eres inteligente y tienes un buen corazón, eres la chica de mis sueños y eres la única para mí también —sonrío—. Yo no quiero dejarte ir.

Entierra su rostro en mi cuello. —Perdóname por no contarte lo de Hugo, sé que debí hacerlo y sé que no estuvo bien pero muchas cosas están pasando y ahora yo solo, no quiero arruinar esto.

—No lo haces —acaricio su cabello—. Está bien, Isabelle. Mira, sé que ni tu ni Hugo quisieron lastimarme, está bien, no te culpes porque no te culpo.

Me estrecha más. —Te amo, te amo tanto.

Beso su cabeza. —Te amo —cierro los ojos, porque sin duda, necesitaba sus abrazos—. Gracias por amarme.

Se separa y suspira. —Tengo tanto que contarte.

Eso me recuerda algo. —Oh, oye… yo también tengo que contarte algo.

Levanta una ceja. — ¿Qué pasa?

No sé cómo decírselo pero creo que debería saberlo. —Eh, bueno… ¿Puedo ir a tu casa ahora?

Hace una mueca. —Sean está ahí con mi abuelo, pero podemos ir a mi habitación.

Junto mis cejas, ahora que lo pienso, ella debería estar en la escuela. — ¿Por qué tú y Sean no fueron a la escuela?

Suspira. —Bueno, es una larga historia, pero quizás deberíamos hablar de muchas cosas, ¿no?

Asiento, tomo su mano y la acerco un poco más. —Entonces, ¿Por qué no entras? Ahora no hay nadie, quiero que hablemos de muchas cosas.

—Sí —responde, viéndome a los ojos.

No sé cómo es posible que una persona cambie tanto tu vida tan rápido, creo que eso mismo se lo preguntó mi abuelo.

Isabelle entra y cerramos la puerta. Ya que mi abuelo está arriba, ocupado con sus programas y mis hermanos salieron, puedo tener un momento a solas con ella.

— ¿Quieres empezar? —le pregunto.

Se encoje de hombros, lleva la mano a su bolsillo trasero y toma su teléfono. Busca un poco, deslizando su dedo sobre la pantalla y me lo muestra.




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