Lo Que Nadie Sabe De Ti

71: Aquí viene el sol

HUGO

— ¿Dónde están todos? —pregunta Leonor cuando llegamos.

Veo desde la puerta a mi abuelo, está sentado afuera, en el jardín trasero. —No lo sé.

Leonor bosteza y se lanza al sofá. —Hugo, ¿extrañas a tus papas?

Leonor sabe que mis verdaderos padres murieron pero no sabe la historia completa, hoy le conté que he estado yendo al cementerio a la tumba de mi madre, de quien sería su tía.

Me siento cerca de sus pies y le quito los zapatos para que no ensucie el sofá. —No los recuerdo.

Hace una mueca. — ¿Por qué no vamos más seguido a ver a tu mamá?

Me encojo de hombros. —Quizás es doloroso para ellos, después de todo, es la hermana de, um, mamá y es la otra hija del abuelo, aunque no los recuerde, ellos sí.

Leonor chasquea la lengua. —Hugo… yo sé que no somos hermanos, que somos primos pero, yo te quiero como mi hermano.

Sonrío. —Lo sé, yo también te quiero a ti como mi hermana, jamás te he visto como algo diferente —aprieto su pie y ella ríe—. Recuerdo cuando naciste, eras tan pequeña y rosada, Tony y yo te cuidábamos tanto, no dejábamos de verte y siempre nos gustaba hacerte reír.

Leonor se mueve para sentarse con las piernas cruzadas. — ¿Alguna vez les vomité encima?

Bufo. —Sí, lamentablemente sí.

Se ríe. —Genial, papá dice que yo solía hacer eso, que tenía algunos problemas.

Levanto mi mano y peino su despeinada cabeza rubia. —Pero eras demasiado adorable, nadie se enojaba contigo.

Leonor suspira. —Hugo… no quiero que nada cambie. No quiero que tú te vayas a la universidad, tampoco que el abuelo… se vaya.

Trago saliva con dificultad. —Lenny, no importa si yo estoy en una universidad lejos o si el abuelo está en el Cielo, siempre estaremos en tu corazón y siempre te cuidaremos —veo la fotografía de mi abuela—. También la abuela, estoy segura que nos está cuidando ahora mismo.

Muerde su labio inferior. — ¿Vendrás a visitarme? ¿Cuándo te vayas?

Hoy, cuando fui a comer con Leonor hace un rato, le hablé de muchas cosas. Le conté de mis planes sobre estudiar en una universidad, una que aplicaré pronto y que espero me den una beca. Mis calificaciones no son malas en absoluto y el consejero estudiantil me dijo que podría hacerlo.

El plan original era quedarme en este lugar, como Tony, estudiar en la universidad que queda a unos cuarenta minutos y no irme tan pronto pero la vida me ha dado vueltas y creo que esta es la mejor decisión.

Además, aun siento algo por Belle y yo estoy completamente seguro que no quiero arruinar nada entre mi hermano y ella. Quiero eliminarme de su historia para que estén completamente bien.

Yo nunca fui una opción para Belle, ella fue alguien a quien mi corazón escogió unilateralmente.

—Claro —sonrío—. Tengo que vigilarte, pronto serás una estudiante de secundaria y sin duda intimidaré a todos tus tontos amigos.

Saca la lengua. —Bobo.

—Es mi trabajo como hermano —bromeo.

La puerta del frente se abre y es Tony, pensé que estaría también con Belle pero está solo. Cuando nos ve, se queda serio pero luego de cerrar la puerta, se sienta en el sofá del frente.

—Hola —saluda.

Leonor lo saluda con la mano.

— ¿Qué hacen? —pregunta.

Nuestra hermana responde: —Hugo me estaba contando muchas cosas, dice que cuando era bebé yo les vomité.

Tony sonríe pero arruga la nariz. —Sí, eras un desastre.

Le saca la lengua.

Tony mueve sus ojos hacia mí y suspira. —Hugo… um, ¿Cómo estás?

Me sorprende un poco esa pregunta. —Pues, bien —me encojo de hombros—. ¿Por qué preguntas?

Niega, mirando hacia abajo. —Solo quiero asegurarme que estés bien, me importas, ¿sabes?

Sonrío de lado. — ¿A qué se debe eso? ¿Estás bien? ¿Pasó algo?

—No —mira a Leonor y luego otra vez a mí—. Solo creo que la vida es demasiado corta para no estar cerca de las personas que queremos, yo siempre los voy a querer y si me necesitan, aquí estaré.

Leonor se levanta de mi lado y va con él. — ¿Tienes fiebre? ¿Por qué tan cursi?

Tony le hace cosquillas en los costados. —Porque sí.

—Escucho muchas vocecitas por aquí —el abuelo entra, sosteniendo un vaso con agua.

No entiendo como él puede estar enfermo. Lo veo y se ve como siempre, se ve tan saludable pero por dentro, está yéndose lentamente.

—Abuelo —Leonor va con él y después de sentarse a mi lado, se sienta a su derecha—. Te quiero —se recuesta en él.

El abuelo besa su cabeza. —Y yo a ti mi princesa, los quiero a todos ustedes, son mis bendiciones. He sido tan feliz en esta vida por ustedes, mis pequeños ángeles.

Parpadeo rápido para alejar las lágrimas.

—Abuelo —Tony baja la voz—. Estaba con el señor Moss…

El abuelo sonríe y asiente. —Está bien Tony, todo está bien.

Todos permanecemos en silencio unos segundos hasta que Leonor comienza a tararear.

Reconozco esa canción, es una que papá nos cantaba cuando éramos niños. Cuando Leonor tenía unos dos años. Nos gustaba escucharlo cantar, personalmente pienso que canta bien.

Es una canción de Los Beatles, Here Comes The Sun.

Tony murmura la letra de la canción suavemente, lentamente el abuelo comienza a cantar también y Leonor se les une, añadiendo aplausos y meciéndose de un lado al otro.

Tony me mira esperando que yo me una.

Y lo hago, canto también, aunque mi voz no sea la mejor pero no importa. Leonor se levanta y tira de mi abuelo para que se ponga de pie, luego va con Tony y lo levanta tomando su brazo, me mira y me uno sin que tenga que insistir.

El año todavía no termina, la escuela le resta algunos meses, ni siquiera soy mayor de edad y mi abuelo sigue vivo ahora. La vida no se ha acabado, al menos hoy.

Quizás las cosas no mejoren, quizás algunas simplemente sucedan porque no hay nada que podamos hacer pero si cierro los ojos y me dejo llevar por las letras de esta famosa cancón, siento que todo podría terminar bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.