Lo Que Nadie Sabe De Ti

72: UNOS MESES DESPUES

 

ISABELLE

El señor Bradford está en el hospicio.

Hoy lo venimos a visitar, es un día especial, aquí han organizado algo así como una fiesta. En uno de los jardines al fondo, hay música suave y los pacientes pueden bailar y divertirse con sus familiares.

A pesar que estas personas están enfermas son días como setos donde no parece estar mal. Se ríen, disfrutan y viven la vida. Es toda una escena única.

Es común para mi venir con Anthony a ver a su abuelo, hoy llegamos con todos y ahora mismo, los demás están en el comedor ayudando como voluntarios.

—Gracias por ayudarme con esto —Anthony me sostiene de la cintura mientras que yo coloco mis manos sobre sus hombros—. Por estar a mi lado, gracias.

Subo mi mano a su mejilla. —Basta —siento su piel suave—. Te quiero, no tienes que agradecerme, te dije que siempre estaré aquí.

Anthony sonríe levemente, sus ojos se ven cristalinos. —Eres la mejor.

Él toma mi mano derecha con la suya y me gira, yo sonrío cuando vuelve a acercarme a él.

Hace un rato estábamos con su abuelo, él nos daba más consejos para la vida. Sin duda siempre los recordaré, son muy valiosos.

Le pidió a Hugo que siempre siguiera su corazón, porque era noble. Le dijo a Leonor que nunca dejara que nadie la menospreciara, le pidió a Anthony que luche por sus sueños y a mí, me dijo que era una muy buena persona, como mi abuelo.

Luego Hugo se fue con Leonor y nos dijo que si queríamos casarnos en el futuro, desde ya nos daba su bendición y que vería nuestra boda desde el Cielo.

Eso nos hizo reír pero he estado pensando en eso. Claramente no nos vamos a casar ahora, o el año próximo pero quizás si nosotros seguimos juntos, quizás podría ocurrir.

Nunca había soñado con eso, vi como el matrimonio de mis padres fue un fracaso y creí que no valía la pena. Pero sin duda, he cambiado de opinión en muchos aspectos.

— ¿Quieres casarte? —le pregunto a Anthony, recordando de nuevo las palabras de su abuelo.

A mi alrededor las personas se ven diferente. No todas pueden bailar y moverse como quisieran pero están sonriendo, hablando y riendo. Miro en dirección a mi abuelo con el señor Bradford. Están sentados al fondo, hablando con el rostro cerca del otro.

Verlos de esa forma, tan adentrados en su conversación y con la mirada dirigida únicamente a la persona que tienen en frente me hace preguntarme sobre todos esos detalles que nadie más conoce de su historia. La primera vez que corrieron bajo la lluvia, cuando se sentaban en lugares lejanos teniendo conversaciones ordinarias.

La primera vez que sus hombros estuvieron muy cerca, cuando sus dedos se tocaron y esas miradas que duraron más segundos de los que debieron.

Porque nos contaron una historia, una que jamás reflejará la inmensidad de todo.

Lo sé porque ahora mismo tengo a este chico que quiero con todo mi corazón y que, a pesar que podríamos contar como nos conocimos y la forma en que nuestros corazones se conocieron, jamás será posible dejar escrito cada sentimiento, cada latido, cada mirada.

Cada beso.

Anthony me mira con los ojos abiertos. — ¿Me estás proponiendo matrimonio? Porque si es así, acepto.

Suelto una carcajada. —No, Anthony. No estoy proponiéndote matrimonio a los diecisiete años.

Él se inclina para besar mi mejilla. —Creo que es legal, creo que si le pedimos permiso a mis padres y si tu padre…

Hablando de mi padre, ahora ya sabe que

Vuelvo a reír. —No, olvídalo —recuesto mi cabeza en su pecho—. Pero entonces, ¿Si te gustaría casarte en el futuro? No conmigo, solo hacer eso.

Él me abraza. —Es imposible pensar en casarme si tú no estás en la ecuación —contesta con su tono de broma—. Hablo enserio, Isabelle. Sé que aún falta que crezcamos y cambiemos pero ahora mismo creo que no encajaré con nadie más que contigo.

Yo me siento igual.

— ¿Por qué me preguntas eso?

—No lo sé —mi parte favorita de abrazarlo es sentir como su pecho sube y baja cuando respira—. Nuestros abuelos merecían vivir una vida diferente, una donde pudieran tener nuestra edad y abrazarse de esta forma si quisieran —afirmo—. Yo solo pienso que no me gustaría perder el tiempo con la persona que quiero.

—Y eso significa que quieres casarte conmigo, ¿No?

Anthony está bromeando ahora pero yo no. Claro, no me casaré con él ahora o en los próximos años pero si duramos lo suficiente, me gustaría que ocurra. No creo mucho sobre “la magia” de casarse. Mientras que sus padres son una pareja feliz, los míos se alejaron el uno del otro lo más rápido posible.

Pero esa es la historia de ellos. La historia de sus padres, de los míos. Yo quiero vivir mi historia con Anthony.

Me separo para tomarle el rostro entre mis manos. —Sí, Anthony. Quiero casarme contigo.




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