Lo que no esperaba encontrar

4

Al terminar la misa me acerque al padre y le di una donación para apoyar a la iglesia.

 

 


—Hija que dios nuestro señor — levanta las manos un poco — te dé más por generoso gesto.

 

 

—No es nada padre, si necesita algo puede contar conmigo, soy la dueña de la hacienda Las garzas — sus ojos parecen que saldrán de su rostro — Rosana Villavicencio — le tiendo la mano.

 

 

La mano del padre tiembla aunque trata de disimularlo, me despido y salgo de la iglesia, camino por el pueblo, con el gran calor que hay aquí, las personas me miran al pasar entro en una pequeña tienda, por suerte pueden llevar las cosas hasta la hacienda, he comprado muchas cosas para jardinería, pintura para la casa, en tonos lila para el exterior y adentro azul claro y en las habitaciones serán lilas también, esta tienda se puede comprar de todo y lo que no hay sé nada a pedir. Aunque me he entretenido haciendo las compras por las que vine, no puedo dejar de pensar en lo que escuche antes de entrar a la iglesia. 

 


¿Sera verdad? ¿Mi padre intento huir con la esposa de ese señor?

 

 

Entro a la heladería y pido un helado doble de chocolate, el calor es bastante fuerte ahora, en la mesa donde me senté llega el aire del ventilador, mi celular comienza a sonar por todos los mensajes que no he recibido y es me recuerda algo más que tengo que hacer.

 

 

—Ronda.... Si he estado bien, necesito que empaques el resto de mis cosas. Si todo pon lo en cajas. La casa no se venderá, necesito que mandes el espejo grande y todo lo que deje en mi habitación. Sí, es un pueblo muy pintoresco.

 


Al colgar salgo de la heladería y camino por los alrededores, arboles, niños corriendo, cuando supe que tendría que vivir en el pueblo las palmas me imagine algo más rustico, pero es bastante civilizado, pequeños restaurante en lo que puedes pasar el día, florería, parque, una tienda en donde encuentras las mayoría de la cosas.
Me distraje tanto observando todo a mi alrededor que termine en el suelo por culpa de alguien que se ha tropezado conmigo, he caído sentada como si fuera una niña pequeña que está dando sus primeros pasos y se cae.

 

 

 

—Discúlpame — frente a mi tengo a un hombre guapo tendiéndome su mano para ayudarme a levantarme.

 

 

 

Tomo su mano por no ser descortés pero lo miro feamente al estar ya de pie frente a él, es de al menos un metro ochenta, cabello negro, barba de candado, es bastante guapo y se ve que venía corriendo pues su respiración esta agitada.

 

 

 

—Fíjate por donde vas — es lo que digo por fin duramente.

 

 

—Perdón, discúlpame — me mira y después observa tras de él.

 

 

—¿Te pasa algo? — pregunto un poco curiosa.

 

 

 

Uno hombre llega muy enojado y agitado también por perseguir al sujeto que me ha mandado al suelo cayendo de nalgas, me pone de tras de él protegiéndome de algo que desconozco. Quisiera irme pero algo me lo impide, no sé cómo describir como me siento con lo que está pasando ahora, de pronto el sujeto le da un puñetazo al que me ha tropezado.
Debería dejar que estos arreglen lo que sea que esté sucediendo entre ellos, pero me coloco en medio de los hombres para separarlos.

 

 

 

—Señor creo que podemos llegar a un acuerdo — digo tratando de mediar entre estos hombres, el sujeto que le ha pegado ahora me mira.

 

 

 

—No se me... — antes de que termine de hablar el otro sujeto le ha dado un derechazo rematando su golpe con el codo mandándolo al suelo donde estuve hace un segundo.




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