Lo que no esperaba encontrar

6

Ayudo al sujeto sin nombre a llegar al baño y al dejarlo sentado en una silla de madera que he mandado a traer de la sala, yo salgo del cuarto diciéndole que volveré en un tiempo prudente.


Camino por el pasillo, bajo las escaleras y salgo al frente de la casa, donde veo ramas de todos los tamaños por el viento tan fuerte de anoche, vuelvo a entrar y camino hacia la cocina donde tomo un manzana, saludo a los trabajadores, y estos me miran atentamente, pero la mirada del capataz es más insistente, hago como que no me doy cuenta, tomo otra manzana y salgo rumbo a las caballerizas, busco el caballo que monte ayer y al estar frente a su puerta este relincha.

Me asusto un poco y retrocedo un paso, inhaló y exhalo para acercarme nuevamente. Concentro mi mirada en sus ojos y poco a poco acerco mi mano con la intención de tener un contacto con él pero este vuelve a relinchar parándose con sus patas traseras.

 

 

 

—Sé que no me conoces pero no tienes que ser tan grosero conmigo — suspiro y doy una mordida a mi manzana — hasta te había traído un premio por no tirarme ayer — digo cuando ya termine de masticar.

 

 

 

Noto que algo se mueve pero sigo con lo mío, el caballo resopla dándome a entender que me entiende o por lo menos eso percibo yo. Este animal es precioso, su pelaje es de color café con una mancha blanca en medio de su cara, tiene su cabello trenzado. Intento otro acercamiento y esta vez sí logro darle la manzana.

Al darme la vuelta para irme de vuelta a mi habitación un grito sale de mi garganta al ver una víbora, cerca de mí, retrocedo quedando pegada a la puerta que me separa del caballo.

El reptil es tan grande que mínimo mide dos metros, mi corazón late de prisa y ni puedo dejar de ver a ese animal, siento un escalofríos en mi cuerpo, mis manos comienzas a temblar, los trabajadores aparecen y se detienen al ver lo que está frente a mí.

El capataz me hace señas de que me quede quieta en respuesta levanto una de mis cejas como diciendo que es lo más obvio que me quedare donde este. Pero después dejo de hacer el gesto pues la serpiente se mueve en mi dirección sacando su lengua una y otra vez. Los bellos del cuerpo se me erizan, mi pecho sube y baja rápidamente, mis piernas tiemblan, hace mucho que no sentía tanto miedo como ahora. Jamás había estado frente a un animal de estos. 
Y entonces aparece un disparo, Luis, tiene un arma en las manos y una mirada llena de determinación, siento que mi corazón se saldrá de mi pecho por el sonido y el miedo y aunque le ha disparado en la cabeza el animal aún se mueve.

 

 

 

 

—Señorita — una mano en mi hombro me sobresalta y me doy cuenta de que es, Manuel, quien está a mi lado — ya está muerta no le pasara nada.

 

 

Solo puedo asentir con la cabeza, camino con mis piernas temblorosas hasta quedar frente al capataz que tiene el arma apoyada en su hombro, trago saliva y todas las emociones para obligarme hablar.

 

 

 

—Gracias, Luis – este me mira muy atentamente.

 

 

—Señorita tuvo mucha suerte de que la escucháramos — dice seriamente pero después sus facciones se relajan  — esa serpiente es una Mapana es muy venenosa.

 

 

 

—Gracias otra vez — solo puedo decir eso.

 

 

 

—Esta pálida ¿Segura que está bien? — quizás sea mi imaginación pero creo ver algo de preocupación en sus ojos.

 

 


—Sí, si lo estoy es la primera vez que estoy cerca de un reptil como ese — cierro los ojos un segundo y cuando lo veo me obligo sonar fuerte — hoy no saldré con ustedes como hice ayer, que les vaya bien.

 

 

 

Digo eso y me voy con pasos apresurados a mi habitación, me acuesto en mi cama mirando el techo y escucho la puerta del baño abrirse, se me había olvidado que no estaba sola, me siento rápidamente y ayudo a este sujeto que me mira curiosamente.




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