Lo que no esperaba encontrar

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Guillermo, y yo pasamos toda la tarde juntos, es tan atento, detallista, tan ocurrente, el tiempo a su lado pasa tan rápido que me asusta, no quisiera que terminara.

 

 

—Gracias por lo de hoy — sonrió — me agrada agregarte a mi lista de amigos.

 

 

—Sabes — mi piel cosquillea por mis nervios — me gusta salir contigo, me distraes cuando más lo necesito Guille — como le digo de cariño, se acerca a mí y pone una de sus manos en mi rostro.

 

 

—No hace falta que diga que cuentas conmigo para lo que necesites — su pulgar acaricia mi mejilla y es como un bálsamo para las lágrimas que quiero retener a cualquier costo — te aprecio y quiero verte bien.

 

 

—Gracias guille — le doy un beso en la mejilla — buenas noches — me alejo de él y subo las escaleras hasta quedar en la entrada de mi casa.

 

 

Lo veo alejarse en su Hummer y yo cierro la puerta, me quito los zapatos, el abrigo lo dejo en el respaldo de un sillón, camino a la cocina y me sirvo un poco de agua de naranja en un vaso, apoyo mi cuerpo en el fregadero, cierro los ojos tratando de alejar las lágrimas.
Escucho las risas de los trabajadores, me doy la vuelta antes de que entren a la cocina, limpio mis lágrimas e inhalo y exhalo para controlarme, me aclaro la garganta y me giro para verlos.

 

 

 

—Buenas noches — saludos a los empleados — el sábado tienen el día libre — los trabajadores se miran unos a otros — están invitados a la misa y a la comida que se va hacer.

 

 

 

—Muchas gracias patrona — Manuel, se ve emocionado.

 

 

 

—Inviten a su familia, novia, esposa, todos están invitados — todos se ven sorprendidos, observo a mi capataz y este tiene una expresión que no puedo comprender — los veo mañana temprano.

 

 

 

Dejo el vaso en el fregadero, salgo de la cocina y apresuro el paso hasta mi habitación. Corro las cortinas de mi ventana, dejo mi teléfono en el buró del lado derecho de mi cama, tomo una piyama limpia, me desvisto y dejo que el agua fría me despeje.
Quiero hacer tantas cosas aquí, pero sobre todo tengo tanto que aprender. Mientras pasaba el jabón por mi cuerpo este se me callo, intente encontrarlo con los ojos cerrados pero no pude, limpio mi rostro del exceso de shampoo y abro los ojos, pero apenas lo tomo entra jabón en mis ojos.

 

 

 

—A la madre, como arde.

 

 

 

Me quejo al sentir el ardor en mi ojo izquierdo, intento estar bajo la regadera para que el agua de en mi rostro pero termino cayéndome de trasera.

 

 

 

—Puta suerte.

 

 

Me duele el trasero por la caída, no soy de decir grosería pero hay veces en lo que mi lado camionero aparece. No sé cuánto tiempo me quede en el suelo hasta que por fin me levante, libere mi ojo del sufrimiento, termine de asear mi cuerpo, me lave los dientes y me vestí con la piyama negra de satín con detalles blancos en la parte superior de blusa y en la parte inferior del short.

Pongo mi alarma a las cinco de la mañana pues quiero dejar plantadas las rosas antes de ir con los trabajadores mañana. Dejo sobre el sillón que hay en mi habitación la ropa que me podre en unas horas y me acomodo bajo las sabanas de mi cama.

 

 

 

***

 

 

 

Reviso mi aspecto frente al espejo de cuerpo completo, mi blusa con cuello de tortuga con rayas negras que deja al descubierto mis hombros, fajada con un pantalón negro y mi botines sin tacón negros, dejo mi cabello suelto, mi maquillaje es ligero, camino hasta el buró donde tengo cargando mi teléfono y lo pongo en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Salgo de mi habitación, bajo las escaleras y en cuanto estoy fuera de mi casa, comienzo con mi labor, poco a poco siembro cada una de las rosas, las anaranjadas, blancas, moradas, rojas, rosas, en fin, de todos los colores para cuando termino ya es hora de desayunar, las macetas que estaba en el corredor ya están en su lugar, la fachada de mi hacienda se ve muy bien.
Entro a la casa, camino hasta la cocina y me encuentro con todos los trabajadores desayunando, me sobro pintura y se la daré a quien lo necesite. El desayuno transcurre tranquilamente y en lo que ellos preparan a los cabellos yo recojo los platos y los dejo lavados.




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