En mi vida siento mucho enojo, demasiada amargura con la vida que nos tocó, en estos momentos tan críticos y difíciles. Siento que quisiera gritar y llorar, pero con cada persona que quiero lo único que reciben es mi infinita amargura y mi enojo aunque no debería ser así, porque no es culpa de ellos como nos sentimos.
Siento tanta indignación con los sueños frustrados, con las situaciones complicadas, con una familia que no me comprende cómo me siento y lo único que hacen es enojarse cada vez con ellos mismos y con la vida que nos ha tocado a todos.
Como no sentir amargura y frialdad incluso frustración si las cosas ya no son normales.
Todos se enojan con todos, todos te gritan, todos tienen amargura tan profunda.
Además, lo único que recibes es enojo de los demás hacia a ti y hasta volverte agresiva.
No sabes cómo calmar la agresividad.
Porque te volvieron así, te lo preguntas una y otra vez.
Jamás lo sabremos.
Jamás sabrán como te sientes en realidad.
Ya no lloramos sino nos amargamos porque es lo único que nos queda.
A veces canto para calmar mi enojo y escucho música porque la música te calma como no imaginas, te comprende de alguna manera al igual que los libros te hacen imaginar y no estar en el mundo real que estás viviendo en estos momentos.
Todos los sueños, la vida normal se nos fue como el viento como si un remolino gigante hubiera arrastrado con los sueños y dejándolos en un naufragio que durara años en arreglarse.
No sabemos cómo terminara la amargura que sentimos ahora.
Pero siempre hay una pizca de esperanza a pesar de tanta amargura.
Lo único que queremos es volver a ser felices y llenos de esperanza para que finalmente la amargura quede en el olvido.