Lo que nunca dije.

Dolor.

Capitulo 3. 

– Me sobre salto de donde estoy acostada, por unos fuertes golpes provenientes de la puerta de mi habitación, cuando abro mis ojos estos pesan y arden sé que están hinchados, por llorar por papá y el abuelo.

– ¡A ver Adara! ¿A qué hora te levantas? Muévete ahora mismo o sino yo misma te saco de tu cama y no quiero volver a encontrar tu puerta con el seguro puesto me oíste sino la rompo a patadas– mencionó mi madre bastante molesta como de costumbre, creo que se le está haciendo hábito estar molesta todo el tiempo parece a Hulk el hombre verde de las películas.  
Aclaro mi garganta para mejorar mi voz adormilada y me precipito a contestar antes de que explote en enojo.

– Ya voy mami ¡dame un momento! – me inclino para adelante y me siento en mi cama, bajo mis pies hasta llegar al frío piso cuando estos tocan el suelo todo el recuerdo de lo sucedido ayer en la noche me azota con brusquedad.

 

Mis ojos arden nuevamente llenándose de lágrimas, suspiro entrecortado ya que la presión de mi pecho me estruja impidiendo que el aire entre en mi con normalidad, y solo me llena de dolor.
Me pongo en pie quedando frente al espejo ¡que horrible me veo! Mi reflejo esta frente a mis ojos mostrándome una horrible silueta de mi misma.
Tengo los ojos extremadamente hinchados parezco un pez, en todo mi rostro hay pequeñas pintas rojas provocadas por el llanto, mi nariz está como la del reno de Santa Chulos sí como la del reno Rodolfo.

 

Tomo una gran bocanada de aire, trago con dificultad y me armo de valor para salir de mi lugar seguro. 
Tengo que enfrentar a mamá mis dudas me están matando, quiero saber el motivo del porqué papá se fue ya que esos "asuntos de adultos" no me tranquilizan en lo más mínimo.
También necesito una respuesta de que paso con el abuelo, el motivo de su encarcelamiento me tomo totalmente desprevenida.

 

Atravieso la puerta y escucho a lo lejos a nat sé que está en la cocina , así que me aproximo a ella a paso lento pero decidido. Estoy en el umbral de la puerta de la cocina y logro ver a nat sentado en la silla del des ayunador comiendo cereal. Como si nada. 

¡Sí supiera! 

– ¡Al fin la bella durmiente decide levantarse!– Contengo la respiración mientras un sudor frío me recorre la espalda hasta llegar a la nuca, trago duro por los nervios y la encaro.

– Ah-ah yo no sabía que hora es – mi voz sale terriblemente asustada, bajo inmediatamente la cabeza esquivando su mirada, tengo miedo de lo que me pueda hacer.

El silencio reina en la cocina ninguna dice nada, mis nervios me están matando no quiero que me golpee o vuelva a tirar de mi cabell…

Siento como estampa su mano en mi mejilla, mi rostro se vuelca totalmente hacia la izquierda, ésta le queda un picor horrible y poco a poco siento que se calienta ésta área.

Horrorizada levanto mi mirada y ahí está ella mirándome con el entrecejo notablemente fruncido ¡vaya don tengo! La he hecho enojar nuevamente. Coloco mi mano en la zona azotada para tratar de aligerar el dolor que se instalo en mi mejilla.

Nos miramos unos segundos, me he enmudecido las palabras no me salen y no se en que momento comencé a llorar mi corazón late con fuerza y mis respiración se entrecorta.
Mamá toma fuertemente mi barbilla y la levanta con brusquedad haciendo que mi nuca duela, quedando frente a frente y ella es mucho mas alta que yo estoy mirando hacia arriba torciendo mi cuello hacia atrás.

 

– Te explico Adara, cada ves que te levantes y el reloj que está ahí –gira mi cabeza hacia la dirección del reloj y lo apunta con su mano libre y regresa mi cabeza frente a ella nuevamente —marque las ocho de la mañana te ganarás un golpe, de ahora en adelante harás todo absolutamente todo lo que yo te diga, si reniegas te golpearé, si no cumples te golpearé, si haces preguntas que no son de tu incumbencia te golpearé, si hablas sin mi permiso te golpearé, si le mencionas a alguien una sola palabra de todo esto te daré una paliza que nunca en tu vida te han dado ¿me entiendes?– 

 

No paro de llorar ¿donde está mi mamá? No reconozco a esta mujer que estruja mi barbilla y me mira con furia y desprecio ¿en donde quedo? Mi dulce madre, ahora con solo mirar sus ojos me da un miedo in descriptible, no se por qué hace esto.

– S-si-i ma-aa-mi entendí, haré todo lo que me digas, solo no me pegues haré todo todo.– suelta mi mandíbula, me mira enarcando una ceja, suspira mientras se reincorpora y coloca sus manos en sus caderas.

Veo como comienza a dibujarse una sonrisa en su rostro y no cualquier sonrisa si no una cínica llena de un dije de diversión, sus ojos los entrecierra como si estuviera planeando algo brillante, ahora mismo me asusta su semblante es como si disfrutara de todo esto.

– Soy tu madre ¿cierto?– yo solo asiento no se a que quiere llegar con su pregunta pero presiento que no sera nada bueno ya que sus ojos se han oscurecido un poco. ¡Da miedo!

– Sí es así tengo algo que decirte, yo– y se apunta a si misma con uno de sus dedos – tengo cualquier derecho sobre ti y con eso me refiero a que, si a mi, se me pega la gana de pegarte lo haré ya que tu no te mandas sola y eres de mi propiedad entonces te pegaré cuando a mí se me antoje, y no podrás reclamar, tú ni Natanael.– 




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