Lo que podía imitar

Capítulo 8: ¿Logro?

La sobremesa había terminado y normalmente aprovecharían este tiempo para jugar con el niño hasta que el padre tuviera que volver al trabajo. Pero en su lugar deciden revisar las plantas en el jardín, considerando que estarían ocupados más tarde y era una actividad que quieren hacer como familia. Pensando que su tranquilo hijo entendería si tuviera que irse antes de terminar, en caso de que tardaran más de lo esperado.

Resultó ser una preocupación innecesaria, puesto que se había acostumbrado a revisar la tierra para luego decidir cuánto regar. De manera que pudieron acabar a tiempo para despedirlo en su vuelta a la jornada laboral, incluso con margen suficiente como para que lavara sus manos antes.

La puerta se cierra y su madre le dice que irán a la plaza, pero que primero va a lavar los platos, así que tiene que esperar un rato. En esta ocasión no le dijeron que la esperara jugando, así que toma esta oportunidad para seguir con su entrenamiento de sonreír.

Lo mira marcharse hasta que desaparece de su vista, preguntándose si va a pasar el rato en su habitación o solo a buscar algo. Sea cual sea el caso, piensa que está bien debido a su confianza en que no hay objetos peligrosos ni tampoco intentaría algo arriesgado. Aunque sintió curiosidad por su elección de no jugar con los bloques de siempre.

Entre tanto, el niño está en el baño mirando con atención su reflejo. Siendo más específicos, lo que se concentra en ver son las comisuras de su boca, esperando que la sensación que tiene en ellas se pueda apreciar en el espejo. No usa sus manos, dado que ya no son necesarias en su entrenamiento. Continúa por unos cuantos minutos hasta que se detiene al escuchar que lo llaman para ir al parque. Responde con un «voy» en un tono neutro y alargando la palabra, mientras camina lentamente hacia la sala de estar donde lo espera su madre.

En esta ocasión no hubo avances aparentes en su práctica, pero cada uno de sus pequeños esfuerzos se acumula poco a poco hasta lograr un cambio visible, el cual tendría un gran impacto en la forma en que se relaciona con las personas. Pero por ahora tendrá que conformarse con la observación de las personas en la plaza, para obtener muestras que lo ayuden a descubrir formas de mejorar sus expresiones.

Durante el camino al lugar, su madre le menciona que lleva la tarjeta de invitación al cumpleaños para preguntar si alguien sabe algo sobre el personaje que se muestra en ella. Él simplemente asiente en aparente comprensión.

Una vez en el parque, cada uno va por su lado, ella yendo donde los demás adultos y él hacia donde se encuentran los niños jugando. Se acerca hacia donde está la mayoría, que esta vez es junto a los toboganes. Se une a la fila y se tira cada vez que llega su turno, de vez en cuando cambiando de juego al ver que hay otro más concurrido.

Visto desde fuera es un comportamiento interesante, es decir, por algún motivo mantiene una vigilancia constante sobre lo que juega la mayoría de los niños y los sigue. Sin embargo, hay una curiosa excepción: los columpios.

No los escoge sin importar la cantidad de infantes alrededor de ellos. Naturalmente, nadie pensaría profundamente al respecto, incluso si se fijara en tal detalle, a lo sumo encontraría curioso que no le guste ese juego en particular.

Por supuesto, no es porque no le guste, más bien, no tiene un interés real por algún juego en particular. La razón por la que lo evita es porque no lo entiende, siendo más específico, no sabe cuándo se supone que deba terminar dicho juego. Es decir, no sabría cuánto tiempo debería quedarse antes de bajarse o si debería hacerlo cuando se acerque alguien que quiere usarlo, en cuyo caso lo usaría muy poco tiempo, dado que parecen haber varios interesados en dicho juego.

Entre tanto que continúa jugando, su madre aprovecha una brecha en la conversación de los padres para preguntarles por el personaje en la invitación, estaba claro que era un camión monstruo, pero la familia desconocía por completo algo más allá de eso.

Miraron la tarjeta y varios de ellos reconocieron que es de un programa infantil bastante educativo que sus pequeños disfrutan ver y le explicaron que se trata sobre las aventuras de un grupo de camiones monstruo que resuelven problemas.

Considerando que sería difícil explicar solo con palabras, uno de ellos busca en su celular el nombre de la serie y muestra imágenes de sus personajes. Lo que fue de mucha utilidad, pues solo quería saber lo que le gustaba al cumpleañero.

Una vez solucionada su duda, dieron el asunto por terminado y siguieron con otros temas de conversación. Pasando otras decenas de minutos hasta que deciden comenzar a irse.

De manera que se despidió del resto y fue por su hijo, quien la vio y prontamente se acercó, preguntó si es hora de irse y dijo adiós a sus compañeros de juego, tras recibir la confirmación de su madre. Llegan a casa y pasan su tiempo como de costumbre, hasta que llega el padre para ir juntos a escoger un regalo de cumpleaños.

En esta ocasión decidieron ir a una tienda más grande que la que frecuentan, ya que tiene una variedad más grande de juguetes. En el camino, la madre habla sobre lo que escuchó de los demás padres en el parque y sobre lo que podrían buscar.

Una vez en el lugar, fueron directamente a la sección de juguetes y miraron las opciones. Había más variedad de la esperada, así que se perdieron un poco buscando, pero finalmente reconocieron a uno de los personajes que aparecía en una de las imágenes vistas en el parque y que la madre mostró a la familia al llegar a la tienda.

Ninguno de ellos sabe si tiene un rol importante en la historia, si es un protagonista, un villano o algo más. Solo lo escogieron porque era el único que reconocieron y no pretenden complicarse con la elección del regalo.

Ya que están en el lugar, aprovechan para comparar los precios de los artículos de primera necesidad y abastecerse de los que faltan, antes de dirigirse a la caja a pagar.




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