Recapitulo mentalmente cada uno de los instantes que me han llevado a estar aquí. Pero el principal de ellos, que ocupa el primer puesto, es ese donde mi abuela puso el pequeño anillo en mi mano y me llamó “mi pequeña niña”. Fue quizás la última vez que lo hizo, después me convertí en una extraña, en su enemigo, en alguien que deseaba herirla y luego la perdimos. Yo lo vi, lo sentí y lo viví, no solo a través de los ojos de mi madre, sino de todos los que la amábamos. Y que no pudimos hacer nada por ella. Es por eso que me propuse ayudar a las personas que sufren, como ella lo hizo. Entonces ¿Qué hago en este momento?
―¿Qué hacías ahí dentro? ―inquiere con severidad. Sus ojos están muy abiertos y su rostro tiene una expresión de completa desaprobación.
Hice mal, me equivoque. Lo sé. Pero no sé qué decir. Está claro que no puedo mencionar el anillo, porque estaría confesando que por principio de cuentas no he acatado las reglas, aunque justo ahora he roto otra de ellas. ¡Rayos! Miro al interior de la habitación y se me hela la sangre. ¡¿Qué?! Él se ha acostado de nuevo. ¿Cómo? ¿Por qué? Permanece inmóvil, de cara hacia a la pared. Es como si nunca se hubiera movido. No entiendo nada.
―No debes entrar ―continua reprendiéndome―. ¿Hannia? ―Me mira esperando que asienta, pero yo estoy demasiado confundida como para responder. Esto no tiene sentido. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha actuado así ese chico? ¿Por qué? No lo comprendo. Ella resopla, dándose por vencida, quizás creyendo que estoy asustada―. Olvídalo. ―Entra a la habitación, apaga las luces y cierra con llave. Sus ojos cafés se clavan con severidad en mí―. Hannia ―repite menos molesta. Odio mentir. Pero creo que es lo único que puedo hacer en este instante. No puedo ser echada en mi primer día. Lo siento.
―Creí que había escuchado algo. ―Pero he luchado muy fuerte, como para que todo termine así, por un error.
―Aquí siempre escucharás cosas ―dice negando, frotándose los brazos. Poco a poco parece que su humor se apacigua. Creo que eso es bueno―. Pero no siempre debes atender. Sobre todo cuando son pacientes restringidos ¿Comprendes?
―Sí, lo siento. ―Suspira y mira la puerta.
―Es mejor irnos. Anda. ―Se encamina por el pasillo y la sigo en silencio. ¿Dirá algo?―. ¿Recuerdas lo que te dije de la recepcionista? ―No comprendo a que viene su pregunta en este instante.
―Si ―respondo en voz baja.
―Ella siempre que llega alguien, lo compadece. Puesto que aquí las cosas son algo intensas. Puedes llegar a escuchar cosas muy feas. Por eso no todo el mundo resiste. Necesitas tener bastante coraje y mucho valor.
―Entiendo. ―Ambas caminamos por el largo pasillo, que está rodeado de ventanas, que dan al jardín central. Suspiro mirando hacia la oscuridad. Estamos acercándonos a la oficina―. ¿Le dirás a Celes? ―preguntó con temor.
―¿Qué cosa?
―Que entre en la habitación. ―Pone los ojos en blanco.
―No, Hannia. Puesto que solo entraste para revisar si todo estaba bien, ¿No?
―Si ―me apresuro a contestar y ella asiente con aire distraído.
―Entonces no hay problema. Pero te repito, no debes entrar y menos sola. ¿Entendido?
―No volverá a pasar ―aseguro, aunque de sobra sé que es una mentira. Tengo que recuperarlo.
―Eso espero.
Es más de medianoche. Hemos terminado de llenar los registros y de dar una última ronda al módulo de psiquiatría. Me tiendo sobre la cama, mirando el techo. Tengo que volver ahí. Sé que debería dejarlo, pero ese anillo es muy importante, no sólo se trata de un regalo, sino de un amuleto y también podría ser peligroso para él. Se lo podría tragar y al buscar la causa del descenso, encontrarían mi nombre grabado en el anillo. Podrían acusarme de querer matarlo. ¡No! Sacudo la cabeza intentando despejar esos pensamientos. Podrá estar enfermo, pero… en realidad no lo demostró. ¡Dios! No tengo idea. ¿Qué debería hacer?
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Dar con su registro no es cosa fácil. Tal como Celes lo mencionó, parece ser alguien especial y la información sobre él, es restringida. ¿Por qué? Ni idea. Aun así, necesito saber que tan peligroso es.
Nombre: Kim JaeJoong
Edad: 26
Diagnostico:
-Trastornos depresivos: Episodios moderados.
-Trastornos de ansiedad: Obsesivo-compulsivo (Sin presencia), crisis de angustia (múltiples), estrés postraumático (Accidente a los 12 años, presente).
-Trastornos de sueño: periodos de 2 a 4 horas.
-Trastornos de personalidad: Sin presencia (No se descartan).
-Trastornos sexuales: Sin presencia.
-Trastornos somatoformes: Sin presencia.
-Trastornos disociativos: Sin presencia.
Observaciones: El paciente no ha hablado en meses. Es evidente que no se debe a un problema físico. Los exámenes médicos no revelaron daños en las cuerdas vocales. Hasta el momento él no ha emitido sonidos y parece no tener interés en recibir tratamiento. Permanece en observación y con la medicación indicada.
―¿Interesante? ―La voz que escucho en mi oído, me toma por sorpresa y pegar un salto. Los papeles salen volando y caen al piso―. Tranquila ―dice la chica con una sonrisa divertida.