―Espero que realmente te quedes por tu amigo y no por otra cosa ―dice Susana mirándome inquisitiva.
Giova le ha dicho que no saldré, porque mi amigo estará con su pareja y no quiero hacer mal tercio. Desde luego que es mentira, en la casa que era de mis padres,solo vivo yo. Aunque no quisiera mentirle, el chico de la habitación 256 sigue inquietándome. Necesito respuestas y cuanto antes mejor.
―¿Qué quieres decir? ―finjo inocencia, luchando por controlar el impulso de morderme las uñas, como lo hago cuando estoy nerviosa.
―El director. ―La miro perpleja.
―¿Qué? ―exclamo sorprendida. ¿Cree que es por él?―. Yo no…
―Tranquila. Sabes que yo no te juzgo, pero los rumores han comenzado a crecer.
―¿Siguen? ―No me lo puedo creer.
―Sí, dicen que eres su protegida. ―Abro la boca de golpe, sintiéndome completamente indignada. Fueron solo unos libros y yo no se los pedí.
―¿Protegida? ¿Acaso creen que entre aquí gracias a él? Acabo de conocerlo. ―Increíble e inaudito. ¡Malditos! Odio a quienes juzgan sin saber cómo son las cosas.
―Ya sabes cómo es la gente, demasiado muy imaginativa.
―Yo diría chismosa.
―No le des importancia. Ya te lo había dicho.
―Te aseguro que no es nada de eso. ―Aunque en realidad, si tiene relación con un hombre y en parte con Jack. ¿Por qué quieren tenerlo sedado?
―Me alegro. Tampoco le sigas el juego a Giovanna. ―La miro desconcertada―. Tiende a ser un poco arrojada y probar “experimentos”, como ella les llama.
No tenía idea de eso.
―¿Con los pacientes?
―Si. Así que ten cuidado y no te involucres. ―Toma su valija y se dirige a la puerta―. Me voy. Te veo el lunes.
―Cuídate y que descanses ―digo aun reflexionando sobre sus palabras.
―Te diría lo mismo, pero estarás bastante ocupada. ¡Suerte!
―No te preocupes. Puedo manejarlo.
―Lo sé, Hannia. Tienes madera para esto. Adiós.
Me quedo contemplando la puerta cerrada. Más que los rumores sobre mí y el director, me ha dejado inquieta su comentario respecto a Giovanna. ¿Experimentos? ¿Qué clase de experimentos? Se supone que son pacientes. ¡Rayos! Que conozca sobre Jae no es nada bueno. ¿Qué debería hacer? Por principio de cuentas, evitar contarle lo que ha pasado entre nosotros y el hecho de saber que está completamente cuerdo.
―Esta noche no podemos hacer nada ―dice el sábado por la mañana, mientras terminamos de desayunar.
―¿Por qué? ―Casi no he podido dormir y me costó demasiado contenerme para no ir a verlo.
―Jack ha venido hoy.
―¿No suele hacerlo? ―No había pensado en él.
―No. Pero lo he visto entrar en su oficina. Celes también está vigilando desde hace rato. ―Eso sí que me parece extraño. Casi nunca la veo, salvo cuando tenemos que administrar medicamentos o surge algún altercando.
―¿Por qué?
―No lo sé ―responde llevándose a la boca una cuchara de gelatina. Sera complicado averiguar e incluso verlo. Estoy preocupada después de nuestro último encuentro, pero me molestar sentirme usada, como un juguete o su diversión personal. ¿Por qué fingir? ¿Por qué ese misterio?―. ¿Sabes? Tengo una idea. ―No me gusta cómo me estás viendo. ―Niego, echando instintivamente hacia tras.
―Tranquila. Solo tienes que ser el anzuelo.
―Eso suena a un peor. ―Sonríe de modo perverso y se inclina un poco sobre la mesa.
―Solo tienes que ir y habla con él. Yo aprovechare para entrar en el archivo.
―Pero…
―Ese lugar tiene cámaras y él las revisa desde su oficina. Claro, cuando no hay alguien presente. Pero si tú vas, estará distraído y yo lograre entrar.
―Te verán al revisar las cintas. ―Sacude la cabeza.
―Tengo algunos trucos y el tipo de seguridad es mi amigo. Basta con que le diga que cometí un error y él me ayudara.
―¿Y que hay en el archivo? ¿No se supone que toda su información la tenemos disponible?
―No toda ―asegura con un brillo extraño en la mirada―. Su historial completo, datos personajes, entre otras cosas están ahí dentro, bajo llave. ¿No tienes curiosidad? ―Desde luego. Sería mucho mejor que ir de nuevo a su habitación, sobre todo porque aseguré que no volvería a verlo y solo han pasado dos días.
―Está bien. Pero creo que esto es una locura. ―La advertencia de Suzy resuena en mi cabeza. No debería hacer esto. Si alguien la descubre, seguro me mencionaría y todo lo que he hecho para llegar hasta aquí se iría a la basura. ¿Por qué he dejado de actuar con rectitud? Todo es su culpa, ese chico me ha trastornado.
―Tranquila, Hannia ―dice tratando de darme seguridad―. Solo ve y habla, sobre los libros u otra cosa que se te ocurra. Después ve a tu habitación o actúa normal. No se te ocurra vagar por la clínica, seria sospechoso.
―¿Y tú que harás?