Lo miro fijamente. No sé qué pensar, no sé qué debería pensar de todo esto, pero definitivamente no confió en Jack. No después de ese comportamiento misterioso que mostró y las circunstancias tan extrañas en las que ha muerto Giova. Siendo una institución tan prestigiosa, el análisis psicológico de su personal es algo demasiado importante para que hubieran dejado pasar por alto sus supuestos trastornos. No tiene lógica. Debo pedir unos días. Pero eso definitivamente es un problema con los enfermeros que han renunciado y todo el caos que hay en la clínica en estos momentos. Sin contar el poco tiempo que tengo aquí, pero no hay opciones. No puedo pensar con claridad y tener un crisis es lo peor que puedo hacer. Podría terminar dentro de una habitación. Suspiro dando un paso atrás.
―Te creo ―respondo atendiendo su pregunta sobre qué haré, creer o no en él. Desde luego que lo hago, aunque no entiendo del todo porque.
―Si algo malo pasa, busca a Julián Quintana.
―¿Quién es él?
―Mi abogado y la única persona de confianza que tengo. Él podrá protegerte.
―Jae… ―¿Protegerme de Jack? ¿Se atreviera a hacerme algo? No quiero ni pensarlo.
―Busca su dirección en internet, no tendrás problemas, envíale un correo, poniendo en la parte final del texto: ha salido el sol. Sabrá lo que significa, es una manera de que confié en que te he enviado yo.
¿Tan mal es la situación para que tenga que confirmar que me conoce? Esto no me gusta nada.
―¿Qué pasara contigo? ¿Acaso no corres peligro? ―Niega, mostrándole demasiado sereno. No entiendo cómo puede hacerlo.
―Yo seguiré aquí, no puede tocarme por mucho que lo desee. Ahora vete, mientras más pronto salgas de aquí, será mejor. No debes levantar sospechas.
Asiento, sin saber que más hacer o decir. Es una locura, todo esto es una locura. Avanzo hacia la puerta, aun teniendo demasiadas dudas, pero siendo consciente de que por ninguna razón deben verme aquí. No en este momento.
―Espera. ―Sujeta mi brazo, interponiéndose entre la puerta y yo―. Lamento que estés pasando por todo esto.
―No es tu culpa ―aseguro al notar la sinceridad en sus ojos.
―Lo es. ―Enmarca mi rostro con sus manos, apoyando su frente en la mía―. Si esa noche no hubiera tomado ese anillo y hubiera actuado como siempre lo hago, tú seguirías pensado que solo soy un loco más.
―Tú no estás loco, Jae. ―Sonríe de lado.
―Eso no es del todo cierto. Todos tenemos cierto grado de locura.
―Sí, pero conozco a unos peores que caminan libremente.
―Es posible. En mi caso, estoy loco… por ti.
Se inclina, tocando mis labios de un modo tan sutil que me hace suspirar. Ahora comprendo porque confió en él, estoy enamorada. Tiro de su cuello, obligándolo a profundidad el beso. Lo necesito tanto en estos momentos.
―Los dos ―susurro cuando se aparta. Me sostienen la mirada un momento, pero no dice nada más.
―Ve.
Salgo sin mirar atrás, con el corazón agitado. No quiero que le ocurra nada, aun cuando se culpa de lo que le pasó a Giova. Debería encontrar el asesino, descubrir que pasó, pero eso solo me pondría en la mira. Y en estos momentos no tengo cabeza para pensar fríamente.
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Después de estar sedada toda la tarde, obviamente no he podido dormir nada. Y tampoco me sorprende ser requerida por Jack a primera hora. Era algo que ya esperaba.
―Siéntate ―pide en cuanto cruzo la puerta de su oficina, su acostumbrada sonrisa no está en su rostro. Y a diferencia de otras veces, parece analizarme. Atiendo rápido su orden, analizándolo también. Pero él es mucho mejor que yo, no muestra nada.
―Lo siento ―digo en voz baja, mostrándome avergonzada. Quizás solo porque los demás me hayan visto mal, no por decirle sus verdades―. Espero no haberlo lastimado ―continuo obligándome a no rehuir su mirada, ni hacer algún gesto que delate mis nervios.
―No, pero me gustaría saber, ¿qué ocurrió para que actuaras de ese modo?
¿Y lo pregunta? ¿No le parece una razón suficiente su muerte? Suspiro, controlando mis emociones, negando con un movimiento de cabeza.
―Si soy sincera. No lo sé ―digo con el mismo tono―. Estoy muy apenada. Así que entenderé si quiere que me vaya, ha sido muy poco profesional e inusual mi comportamiento.
―No, Hannia. Es normal. ―Lo miro auténticamente sorprendida―. Parece que estuviste bajo mucho estrés. Suele ocurrir con los nuevos internos, mucho más con los últimos acontecimientos. Así que será bueno que tomes unos días.
―¿Tomarme unos días? ―pregunto como si de verdad no comprendiera. Bien, parece que no tendré que inventar algo para salir.
―Sí, lo necesitas. ―Me esfuerzo en mostrarme abatida y eso parece funcionar porque su cara pierde severidad―. No estoy prescindiendo de ti, todo lo contrario, eres un miembro con mucho potencial y por eso mismo quiero que descanses y despejes tu mente. Y antes de que lo sugieras, este no es un buen sitio para hacerlo.
―Supongo que tiene razón ―respondo sin convicción―. Y es muy generoso de su parte.