Loco amor

Capítulo final

De pie frente al sepulcro, leo de nuevo su nombre, sintiendo como las lágrimas brotan. Inclinándome, coloco la rosa sobre la lápida.

Giovanna.

Alguien inocente que no debió morir, su único error fue sentir curiosidad, del mismo modo que lo hice yo. Pensar que pudo ocurrirme lo mismo, aun me pone la piel de gallina y me hace estremecer. Jack pensaba hacerlo, asesinarme y después hacerlo parecer como un suicidio. Tenía todo planeado, incluso una supuesta evaluación médica donde constaba que no estaba mentalmente apta para laborar en la clínica, razón por la cual me habían dado de baja. También un mensaje para mis padres, donde me despedía y les pedía perdón. Increíble. Lo que no tenía previsto es que Jae llegaría en compañía de la policía, tampoco que Susana había cambiado la droga y grabado nuestra conversación, dejando expuestas todas sus atrocidades. Nada de eso lo viví en el momento. Perdí el sentido creyendo que moriría, como aseguró, pero cuando recobre la consciencia, Jae estaba a mi lado, sosteniendo mi mano. Me relato todo lo sucedido. Haciendo que comprendiera porque no le importaba estar en ese lugar y porque seguía siendo alguien normal. Celes había fingido todo este tiempo medicarlo y al enterarse de lo que planeaban hacer conmigo, permitió que saliera de la clínica.

Con ella me equivoque, daba por hecho que estaba del lado de Jack. En realidad, creo que por muy experta o que tenga instinto sobre las personas, las apariencias engañan. Jamás hubiera sospechado que Susana estaba de su lado. Aunque no llegó a tiempo para evitar que me inyectara, si para que escapara del lugar y la policía comprobara lo que había hecho. Eso y las pruebas presentadas por ella, la misma Susana.

―Eras distinta y no tenías interés en él, no quería que murieras ―eso admitió antes de que fuera detenida al igual que Jack. Ambos tienen que pagar por sus actos, aunque de formas distintas. Jack será remitido a una institución mental y Susana a una prisión local. Celes también será investigada, así como el resto del personal de la clínica, pero Jae ha decidido ayudarla por protegerlo. Todos los pacientes están siendo canalizados a otras instituciones para su recuperación.

―Jamás voy a olvidarte ―prometo poniéndome de pie.

Todo ha sido una locura y después de lo que me parece una eternidad, puedo despedirme de ella. Doy una última mirada, antes de dirigirme a la salida. De verdad parece que ha pasado demasiado tiempo, casi otra vida. Solo deseaba aprender, ser de ayuda a esas personas, nunca pensé que ocurriría todo esto. Ha sido caótico, pero no todo ha sido tan malo.

Me detengo al verlo, apoyando en la reja. Luce tan distinto a como lo vi la primera vez. Vestido con un elegante traje negro y con una postura recta, sin atisbo de incapacidad. Su rostro ha comenzado a tomar color. Solo sus ojos siguen siendo iguales, intensos, cautivantes.

―¿Despidiéndote? ―susurra apartándose, encarándome.

Lo sabe. Han pasado dos semanas desde esa tarde. Me ha costado bastante decidirme, desde luego que quiero continuar con mi preparación, no solo por la promesa que le hice a mi abuelita, también porque es lo que me apasiona, a pesar de todo lo que pasó. Pero no quiero hacerlo aquí, donde tengo tantos malos recuerdos. Así que he decidido mudarme y hacerlo en otra parte.

―Si.

―¿Ya sabes a dónde iras?

Sonrío. Ha estado preguntado por ello, desde luego que no podía darle una respuesta porque tampoco estaba segura. Pensé en poner distancia entre ambos, pero él no ha dejado que me salga con la mía. Y creo que eso me gusta.

―Suiza. ―Asiente pensativo―. ¿Has decidido que harás? ―Solo hemos conversado seriamente un par de veces y después de tanto tiempo perdido, es lógico que quiera retomar su vida. Fue muy injusto que fuera sometido a pasar por eso, pero argumentó que su vida era vacía, sin sentido y llegó a convencerse de que era un peligro, así que no le importó. No hasta que me conoció y quiso volver a sentirse normal.

―Sí, terminar la universidad y hacerme cargo de la empresa de mi padre. Esa fue su última voluntad.

―Eso es bueno. Me alegro por ti ―digo un poco nerviosa. Quizás esta sea la despedida.

―Demorare un poco arreglando todos los documentos y buscando una buena universidad en Suiza, pero...

―¡¿Qué?!

―No pensaras que voy a dejarte, ¿verdad? ―Toma mi mano, besando mis nudillos―. A donde vayas, iré, Hannia.

―Pero…

―No estoy siendo un acosador, ni un loco, te lo dije antes, quiero que me conozcas y des una oportunidad de enmendar esos recuerdos dolorosos.

―Nada fue tu culpa, ya lo hablamos también.

―Sí, pero es lógico que dudes de mí.

―No lo hago, sé que no estas enfermo…

―Loco.

―No, no lo estás. Estaré esperando.

Asiente tirando de mí, hasta que estoy entre sus brazos. Si, un nuevo comienzo para este loco e inesperado amor.




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