Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo siete. ❤️

Emiliano. 🔥

La verdad es que ni yo mismo me explico por qué actúe así, por eso lo mejor que pude hacer era salir de allí, antes que haga alguna estupidez peor.

Ya el coche me espera mi llegada, haciendo que todo lo que en mi mente pasa, se detenga por un momento.

Necesito un desahogo, eso es lo que pienso hasta que mi celular suena.

—Encontramos a alguien importante, puede que estemos más cerca de lo que pensamos.

Explica el punto y creo que es momento de que actúen, ya quiero salir de ese asunto lo más pronto posible.

Me explica lo que creo que es una posibilidad tan grande que no puede ser una considerada.

—Al parecer ella se murió y la niña, fue criada por una tía.

Es lo que más me intriga, porque Massimo, todavía tenía la esperanza de que estuviera viva.

Llegamos a la empresa a una reunión de emergencia por un asunto legal.

Ya de noche, veo la bufanda de aquella malcriada, que con miedo y todo se defendió. Todavía no puedo creer que ella no tenga nada con Bob.

Solo que mis pensamientos son detenidos, necesito hablar con mi tío y explicar lo que me dijo el investigador privado.

Lo raro es que los demás no sepan nada como él.

No me quedaré con la duda.

Tomo mi celular y sin pensarlo lo llamo, le explico cómo están las cosas.

Al terminar, suena el timbre de mi departamento. No espero a nadie y en estos momentos nadie es bienvenido.

Miró que se trata de Hannah, y sé que no puedo decirle que no. La dejo que espere un momento, es obvio que sabe que estoy aquí. No sé por qué no entiendo que no quiero que esté como una mosca cada vez que puedo o quiero estar solo.

Ella sube una vez que doy permiso para que suba.

—¿Por qué tardaste tanto? — dice mostrando la cena que trae, lo cual agradezco, ya que mi cerebro no recordó pedir la cena.

—Estaba ocupado, no puedes venir siempre que se te pegue la gana. Tienes que llamarme para ver si deseo verte, no porque te quiera como una hermana, tienes que aprovechar de eso, que tal me encuentres en alguna situación incómoda, la que se tendrá que ir, eres tú.

—No creo que prefieras a una de esas mujeres que es para pasar el rato, encima de mí. — dice levantando su cara en modo de reto.

—Las prioridades cambian y tienes que estar consciente de ello. —La bajó de su nube.

—¿Te has enamorado? — pregunta y sus ojos se enrojecen.

—Por los momentos no, pero no quita que pueda conocer a alguien.

—Tú dijiste que nunca te ibas a casar o que ibas a formar alguna familia.

Dejo que siga con su voz parlanchina hablando de algo del pasado, aunque tampoco es que piense casarme ahora mismo. Necesito que comprenda que ella tiene que hacer lo mismo.

Pero no puede pretender que esté para ella siempre.

Ella termina de servir la cena. Cuando mira que no va para ningún lado nuestra conversación, por fin se calla la boca y cenamos en silencio.

Cuando miro que el reloj marca las once de la noche, pienso que es hora de despedirla para que se vaya a su casa.

—Me puedo quedar y hacerte compañía.

La miro mal, no entiendo a qué va esa insinuación, pero voy a cortarle el rollo desde ya.

—Hannah, sabes que te quiero mucho, pero recuerda que somos primos y siempre te voy a ver como eso como mi prima.

—Pero no somos en realidad familia.

—Para mí sí, y quiero que lo entiendas, no puedes pretender que tengamos algo más de lo que no te voy a dar.

Ella me mira y suspiró pesado al pensar que esta mujer no entiende que no voy a caer en su juego. Pude hacerme de la vista gorda antes, pero ya no voy a alimentar más su mente.

—Puede que solo seamos primos políticos, para mí eso es más que suficiente para no verte con otros ojos.

Ella agarra sus cosas y sale sin decir nada, pero sé que hice lo correcto al no alimentar más sus pensamientos indebidos.

Los días, pasaron sin nada relevante que pueda ser relevante o de importancia.

Me limpio lo más que pueda del trabajo.

Necesito dejar algunos trabajos adelantados, si quiero regresar a ese país, donde se supone obtendría las respuestas que mi tío necesita.

—Señor Bob, volvió a gastar una suma considerable. — me dice Gerson al ingresar. —El ortopeda, al parecer, hubo una emergencia.

Mi entrecejo no se tarda en demostrar lo que me molesta la información.

—¿Qué has averiguado? — le preguntó, ya que me estoy cansando, de que me miren la cara.

—Su nombre es: Aurora Ismaela López.

Padres en unión libre, aunque es huérfana de padre, tiene veintiún años, soltera, está desde los diecisiete años en este país, entró indocumentada, no ha cometido ningún delito.

—Me estás diciendo que esta niña lleva cuatro años aquí.

—Sí, al parecer tuvo que viajar por problemas económicos de su país.

—¿Fue por ella el gasto? — preguntó.

—No, en realidad fue para otro empleado que se fracturó haciendo una tarea en la pizzería.

—¿No tiene seguro médico?

—Al parecer no, pero hay que solucionar eso.

En eso tiene razón, el trabajo en la cocina puede conllevar demasiado trabajo peligroso y, si no se tiene un seguro que los respalde, puede ser peor.

—Cuando vuelva de mi viaje hablaré con Bob, por los momentos solo necesito que me mantengas al tanto y vayas escribiendo todo lo que necesito para hablar con él en mi próxima visita.

El día de mi partida llegó, y conmigo Gerson veíamos los últimos detalles del próximo proyecto. Él es mi mano derecha, al que más confianza le tengo.

—Señor, no se preocupe mantener Industrias Ashworth tal y como usted las dejó.

—Te estoy dando toda mi confianza, no me decepciones.

Él asiente y termino de subir al mi Jet privado.

Tengo que ver lo que encontró y que la prueba esté sellada; no voy a permitir ningún tipo de error.

Aterrizó, el calor es infernal, pero sé que será la última vez que vendré a este lugar.




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