Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo nueve. ❤️

♥Aurora♥

Regreso, y ya no dejo que mi mente se atormente con la visita inesperada, termino lo que estaba haciendo, ni cuenta me di, cuando el susodicho se fue.

Termino mi jornada laboral, hoy fue un día menos ajetreado, pero voy feliz.

Feliz, porque tengo dos pedidos esta semana, y que pronto, pronto, tendré los suficientes ahorros para empezar con la remodelación de aquella casa, que tanto soñé con mejorar.

Voy tan sumergida en mis pensamientos, que no me doy cuenta cuando un motor hace un ruido para que me detenga, solo volteo y veo que no es alguien quien conozca, decido retomar mi camino.

—Aurora—. Ahora que escucho mi nombre, detengo y volteo solo para ver a Byron.

Le regalo una sonrisa, voy inmediatamente a su encuentro.

—Mujer, te estuve esperando y cuando sales me miras como si no existiera—. Dice llevando la mano a su pecho, con fingida muestra de dolor.

—No sabía que eras tú.

—Quiere decir que si no digo tu nombre, me hubieras dejado aquí plantado.

Me río de su actuación.

—Es probable.

—Qué mala eres.

—¿A qué viene tu presencia? — preguntó dejando todo a un lado.

—Pasaba por aquí y quería ver si mi amiga estaba, y decidí esperar, ya que salí temprano del trabajo.

Levanté una de mis cejas, sin poder creer.

—Es cierto, nena, te iba a llevar a tu casa, para que no tomaras el fastidioso tren.

—Te acepto el jalón—. Digo, riéndome, pues no me cae mal ahorrarme el transporte de ida.

—Así me gusta —. Toma, mi brazo para llevarme a su coche, el cual es un modelo de lujo que no conozco, ni su nombre, ni modelo, pero los he visto en esas revistas de gente de dinero.

Una vez dentro del vehículo, dejo que mi cuerpo descanse en el cuero de los asientos, dejándome ver que Byron no es una persona común, y peor corriente.

—Soy solo, Byron, no he cambiado, Aurora—. Como si mis expresiones faciales delataran mis pensamientos.

Yo asiento, pero para mí, si cambio, no es el mismo que conocí por una coincidencia particular.

—Nunca me contaste de ti—. En ese preciso momento me doy cuenta de que no lo conozco en absoluto. Es alguien que se presentó en mi vida, y lo dejé entrar sin conocer quién era en realidad.

—Conoces lo más importante de mi vida, nena, no te preocupes—. Suelta una pequeña carcajada, pues soy tan expresiva que no sé cómo detener mis gesticulaciones.

—¿No eres algún delincuente? — preguntó con recelo. Ahí me doy cuenta lo tonta que soy, ¿cómo le puedo preguntar eso? Seguro que me deja muerta aquí y ahora.

—Lo único que deseo es robar un corazón.

Mis latidos los siento en mi cabeza, una vez que termina la oración.

¿Seré compatible con su comprador? Esa pregunta pasa por mi mente.

—Mi familia todavía me necesita. —Digo tratando de que entre en razón y que por mi familia no vaya a hacerme lago.

—¿Qué pasa por tu cabeza? — pregunta.

—¿No me vas a matar? — preguntó directamente —. Pude que mi corazón esté defectuoso como mis manos. No soy buena, solo mira mi cuerpo; posiblemente tengo algún defecto, si eso es.

Siento cómo el auto se detiene, causando que el que viene atrás nos llame la atención con su pito.

—¿Qué diablos? Aurora ¡Dios! — Grita.9

Emiliano. 🔥

La muy sinvergüenza me dejó aquí parado, como si yo no valiera nada, dejándome muy claro que no es nada celosa.

Suspire y entré a la oficina de Bob, no sé por qué, diablos, estoy aquí perdiendo mi tiempo, cuando alguien más lo puede hacer.

Y esa mocosa me saca de quicio.

«Tú la buscaste.» Me reprende mi consciencia.

Sacudo mi cabeza, pues nada bueno va a pasar si sucede eso.

Bob, en cambio, está fresco como una lechuga.

—Tienes que dejar esa maldita maña, no puedes estar aquí haciendo lo que haces y regresar con tu familia, como si nada.

—Es difícil, no puedo dejarla a ella, todavía los niños están pequeños y me necesitan, su madre lo sabe y está de acuerdo.

—Dejarás a tu familia, por alguien que quizás no valga la pena en absoluto.

—No lo entiendes y nunca lo vas a entender.

—¿Crees que es de buena persona dejar a la mujer que te vio crecer, que estuvo para ti todo este tiempo y que termine así, como si no valiera nada?—. Digo, señalando lo más obvio, que habrá los ojos.

—Ella sabe de la existencia de Sandra, ya he hablado con ella.

—¿Qué harás cuando alguien vea lo que tú te niegas ver?

Aquello lo hizo que se levantara de la silla, y me apuntara con un dedo. —Puedo permitir muchas cosas, pero tenemos un acuerdo, ella no sería capaz de romperlo.

—¿Tan segura estás? Yo creo que ella no se ha enamorado de nuevo, porque cuando lo haga, créeme, amigo, no lo pensará dos veces para dejarte.

—Ella no es así.

—Todo cambia, reflexiona antes de que sea demasiado tarde.

Se sienta de nuevo, dejando que su mente evalúe todo lo que he dicho.

—Solo estás fascinado por lo nuevo, la carne joven, pero cuando tu fortuna se acabe, ella no va a estar allí.

—Ella me ama.

—Ama los benéficos, que me das, ama tener el control sobre ti.

—Eso no es cierto—. Lo dice más para él que para mí.

—¿Qué quieres perder? Es tan fácil sacar la verdadera cara de ella, solo dame tu aprobación y veremos que tanto le dura «su amor».

Él, me mira, pero sé que está evaluando todo lo que le he dicho.

—¿Qué harás?

Sigo y le cuento lo que tengo en mente, y todo lo que conlleva, no es algo que no me lo pueda permitir, claro que puedo.

Y sobre todo quiero, no quiero que Bob pierda algo que él valora y que hubiera dado la vida por ellos. Y como dijo Autora, ella solo es una subordinada, no tiene el derecho o el deber para reclamar o decirle qué hacer a Bob, todo lo contrario a mí.

Tengo lo necesario para decirle, porque conozco demasiado bien a su esposa, para dejar a cualquiera todo su lugar.




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