Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo once. ❤️

Emiliano. 🔥

Una vez que dejo en claro que no lo quiero cerca de ella, salgo, aunque no me confirmó nada, solo su sonrisa sarcástica me dejó claro, que solo fui a hacer el ridículo.

Cuando nunca lo he hecho, nunca me habían interesado las mujeres que él lleva a la cama. Me frustraba que las cosas no me salieran o hicieran como yo quería.

Y ella se me salía de las manos.

—Idiota, como se te ocurre venir aquí—. Digo encendiendo mi carro, solo me vine a exponer.

Cuando llego a la oficina me sumerjo en mi trabajo. No quiero seguir pensando en mis acciones de hoy, lo mejor es adelantar todo lo posible. Dentro de unos días se supone que todo estará listo para que ella vuelva a donde pertenece.

Todavía me cuesta aceptar eso.

Así pasaron unos días que se convirtieron en semanas y tal vez semanas en un mes.

—Luz, este es tu nuevo hogar—. Tal vez, le cueste adaptarse, pero es lo que hay.

—¿Te quedarás conmigo? —. Lo dice con esperanza, cosa que no será posible. Por estar con ella no he podido ir a ver aquella pálida y retadora mujer, que no deja mi cabeza.

Necesito constatar que esté bien, y sobre todo que no ha hecho alguna locura con Byron.

—Lo siento, tengo cosas que hacer, instalarse en el departamento y una vez estén listas, podemos ir a ver a tu padre.

Ella me mira y puedo ver la decepción en su mira, pero eso no me interesa, ella como mujer, no.

La miró como lo que es una prima más.

—Esteré de vuelta mañana temprano, adiós.

—Emiliano…

Detengo mi andar para verla, pero la tía le sostiene el brazo para que no siga con su ruego, y hasta cierto punto lo agradezco. No soy de los que les gusta una mujer que no entiende, odio eso.

Subo a mi coche, cuando llego a la pizzería no está, solo con ver que el turno hay otro personal.

Vuelvo a la oficina, ya no soy un niño que tiene que ir a buscar lo que no se le ha perdido.

—Señor—. Me saluda Gerson al solo entrar.

—Gerson, hay trabajo, necesito entretener mi mente, pásame los pendientes.

Él, asiente y empieza a pilar los documentos. Yo ingreso a mi oficina, me distraigo viendo el panorama total, donde la oscuridad del día se ha completado, y la vida nocturna empieza.

—Dile a Mía, que me prepare una torta como la del otro día, que pagaré por ella. —Digo, una vez veo a Gerson.

—Mañana temprano me comunicaré con ella.

—Dile que te pase el nombre de la repostería, es mejor.

Él deja lo que está haciendo para verme, sé lo que está pensando.

—¿Crees que lo compro?

—Estás insultando mi inteligencia, sabes que Mis, queman hasta el agua que solo ocupa calentar, solo recuerda la vez que pedí que me hiciera un huevo como término.

Parece que lo recuerda y suelta una pequeña carcajada.

—Sí, lo recuerdo, pero puede ser que los pasteles se le den mejor que la cocina.

—Puede, pero dile tal y como te lo dije a ti, y veremos que pasa.

Gerson sale y me deja con el trabajo que le pedí.

Una hora más tarde casi tengo todo resuelto.

Mi celular suena, es Luz.

—Emiliano, lo siento por llamar, pero estaba preocupada. Después de que nos dejaras solas, sabes que no conozco a nadie aquí.

—Sé que has de temer, pero tienes que adaptarte. Una vez que conozcas al tío, será diferente, ya se había retrasado el encuentro con el por los problemas de huella de tu tía en el vuelo hace dos meses atrás, no hagas nada que te devuelva a tu país, por favor.— Digo, masajeando mi frente, no sé por qué tiene que buscar para algo tan trivial. —Luz, tengo pendientes que resolver, nos miramos mañana, feliz noche.

No dejó que conteste cuelgo al instante.

Cuando escucho cómo mi móvil suena, veo que se trata de Byron, raro para que él tome la iniciativa de llamarme.

—Emiliano—. Escucho cómo saluda.

—Dime, ¿para qué me llamas?

—Hola, Byron, estoy bien, gracias por preguntar—. Dice destilando sarcásmo en cada letra de la oración—, pero que se puede esperar de ti, y para que veas que soy tan considerado contigo iré al grano como te gusta. El próximo fin de semana es la despedida de soltero de Rex. Ya sabes que en mi negocio será el evento y obviamente tendrás que venir.

—No sé si podré, tendré que ver mi agenda.

—No, le puedes hacer esto a él, eres casi el dueño, no puedes faltar por un día, prometo que no te haré hacer cosas que no quieres.

—Veré si puedo ir.

—Vas a venir, aunque tenga que secuestrarte.

El dichoso día llegó.

No estaba acostumbrado a venir a estos sitios, no es que nunca los haya visitado, claro que los he hecho. Pero aquí estaba yo con un grupo de hombres de 5 integrantes, algunos conocidos y amigos de Rex del que se despide de su soltería, para casarse.

¡Qué absurdo, para qué dejar la libertad que tiene! No me imagino hacer algo igual.

—Cambia esa cara, Emiliano, parece que te estamos obligando a estar aquí. —Me dice Byron entrando en escena.

—¿No lo has hecho?

—Nunca he hecho eso, en realidad solo dije, por si no venías que te iba a secuestrar, pero cambia esa cara.

—¿No es lo mismo?

—Claro que no.

—Amigos, no se vayan a pelear, esta es mi noche.

—Rex tiene razón, disfrutemos de esta noche, porque no creo que se vuelva a repetir por un largo tiempo.—comenta Máx.

—Tienes razón, Rex, nos deja a nosotros con toda esta carga, para el formar su propia familia, su prioridad, qué suerte tienes, tío.— dice Gabriel, tomando la bebida de un solo trago, todos lo quedamos viendo y él se encoge de hombros—. ¿Qué? Yo sí quiero tener mi propia familia trogloditas, y Rex ya consiguió a la indicada.

—Algún día tú también, amigo. — dice este levantando su copa.

—Ojalá, ojalá —. Termina diciendo y aceptando el brindis.

La noche transcurre y Rex, está ahí contando su historia de enamorados, que ya me da diabetes de tanto dulce.

Cuando pasa a lo más interesante de la noche, noten mi sarcasmo.




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