Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo trece. ❤️

♥Aurora.♥

—Eso es lo que necesito, ¿te parece? —como si lo que me propusiera era como hacer una pizza.

—Byron, ¿me estás tomando el pelo? —le preguntó con duda, no parece que fuera él en estos momentos.

—No, bella, digamos, te pagaré el triple de lo que has ganado aquí en toda la semana—. Se recuesta en su silla para esperar mi respuesta.

—Hoy mismo pasarías a entrenar con Maca, solo ese trabajo y si gustas puede quedarte, claro, con tus condiciones no creo que te guste el trabajo—. Miro, cómo juega con un bolígrafo, está en esa actitud relajada, pero sabe que tiene la sartén por el mango.

—¿Puedo hacer lo que me pides y después volver a las mesas? —. Eso es lo que más me interesa saber.

—Claro.

Escucho cómo tocan la puerta, él da la autorización para que entre la persona que lo busca.

—Más te vale que sea urgente, Byron—. El hombre que entra casi es de la misma estatura de Byron, solo un poco más ancho de la espalda, ojos oscuros, piel blanca.

—Claro que lo eres, Rex—responde y se levanta para ir donde el recién llegado—. Si no te ocupará, no estarías aquí.

Parece que recuerda que sigo aquí, me da un sentimiento de cabeza y me despacha.

Yo regreso a mis labores, los hormigueos en mis manos siguen, pero me tomo un medicamento que me calme, aunque ya no den el mismo resultado.

Regreso, y algunos clientes son generosos con las propinas.

Llego a mi casa rendida, para levantarme dentro de 4 horas.

Mi alarma suena puntual, pero dudo si ir a trabajar, pero solo recuerdo lo que tengo que pagar y saldo a tomar una ducha fría, para despejar la mente.

Me arreglo y me maquillo para poder disimular mis ojeras.

Llegué a la pizzería y entró, al primero en encontrarme a Bob.

—Aurora—. Saluda y se detiene —. ¿Estás bien?

Me toma del brazo para examinar mi aspecto de pies a cabeza.

—Sí, estoy sobreviviendo.

—Sabes que te puedo prestar y después podemos ver cómo lo puedes pagar, no tienes que esforzarte tanto, no es bueno para la salud.

—No te preocupes, no estoy haciendo nada malo y me ofrecieron un trabajo que me van a pagar el triple, con eso creo que es suficiente.

—Tu salud es la que me preocupa, no puedes descuidar esa parte importante.

—No, claro que no lo estoy haciendo—. Miento con un descaro, que para él no pasa desapercibido.

—No mientas, sabes que no estás siguiendo las indicaciones del médico.

—Iré cuando termine con el problema de mi hermano, por favor—. Siento su mirada y la decepción en ella me hace bajar la cabeza.

—Cuida de ti, es también cuidar de ellos, lo sabes, pero no lo quieres reconocer. Los medicamentos que tomas solo te van a ayudar en un pequeño instante. Tienes que tratar el problema de raíz.

—Una vez termine, iré, lo prometo.

—Más te vale, Aurora, porque si sigues así, es mejor que busques otro empleo.

Creo que si no está a pálida, con la amenaza que me hace, me he puesto como un fantasma.

—No serías capaz—. Él camina, sin prestarme atención—. Sabes que necesito este trabajo.

Sigue sin prestarme atención, haciendo que mis manos suden. Trató de llamar su atención, llegamos a su oficina.

—No puedes hacerme esto—. Digo ya en llanto.

—Claro, puedo y lo haré, si no te cuidas. — Se detiene antes de entrar y me mira de frente, mostrando que está cansado de mis descuidos.

—Te juro, que iré al médico una vez que mi hermano esté bien.

—No es después, Aurora, es ahora—. Sentencia—. Dime, ¿quién se preocupa por vos?

Esa pregunta es algo que no puedo contestar, porque nadie sabe de mi condición.

—Ni tu familia sabe de tus dolencias, te matas como burra trabajando y no te cuidas, resuelve eso antes de que mi poca paciencia que te tengo en este momento se acabe.

Termina de entrar y no deja contestarle, y lo que me recibe es la puerta cuando la cierra en mi nariz.

Me coloco mi delantal. Una vez que mi uniforme está completo, empiezo mis labores.

Así pasé hasta que terminé mi turno. Voy donde Bob.

—Hola —. Digo al entrar.

—Dime, Aurora —. Resopla, cansado de mí, y eso me duele.

—¿Crees que pueda cambiar mi turno? —Deja de hacer lo que estaba haciendo, para verme —. Al menos entrar más temprano o tarde, quiero descansar un poco, ya que creo que en dos semanas terminaré mi otro trabajo.

—Veré qué puedo hacer, te tendré la respuesta mañana, ahora vete.

Yo asiento y salgo, sé que lo que hace es por mi propio bien, pero a veces no puedo dejar de lado mis problemas por mi salud.

Llego donde Byron, Maca ya me está esperando, con un atuendo para poder entrenar.

—Vamos a enseñarte a mover esas caderas—. Dice Maca, divertida por mis movimientos rígidos—. Vamos, Aura, relájate y deja que tu cuerpo fluya.

Trató de hacer lo que dice, me cuesta, pero cuando ella me muestra cómo hacerlo. Entiendo.

Pasamos así como tres horas en eso, y en eso me empiezo a soltarme y me gusta, aunque físicamente necesito mejorar.

—Ahora, tienes que estar atrás del escenario y ver lo que yo hago.

Y así pasó, estuve atrás del escenario, pude ver cómo el arte que ella tenía, aunque mucho todavía tiene tabú. Al ver a una mujer bailar en un tubo, yo admiro la destreza de Maca.

La forma de expresar con su sensibilidad es digna de admirar.

Así pasaron tres días.

—¿Quieres intentarlo? —Me pregunta Maca.

—¿Intentar qué? — preguntó sudada por el entrenamiento.

—Subir al escenario, sería fantástico ver tu cuerpo, moverlo en escena, solo ocupamos una silla y su antifaz, para que nadie sepa quién eres.

Mi mente se queda en blanco.

—Vamos, nena, hazlo y una vez por todas te quitas la pena.

—¿Y Byron? — consultó, porque él fue muy claro en decirme que tenía un solo trabajo.

—Eso, déjamelo a mí, yo lo distraigo, mientras tú disfrutas de la atención y las propinas que te dejarán.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.