Emiliano. 🧣
Enciendo la luz de la habitación para ver lo que está pasando con ella, por su voz sé que está llorando.
Mi corazón se oprime al saber que ella está así por mí.
—Aurora, podemos hablar.
—Lo siento, pero no, estoy cometido varios delitos y uno en particular que acabas de mencionar minutos atrás, soy una ilegal, que vino a tu país a quitarle oportunidades a uno de los tuyos, y sé que está mal todo lo que he hecho.
—Me lo puedes decir—. Y ahora caigo en cuenta que en realidad desde que la conocí la he embarrado una y otra vez, desde acusarla de algo que nunca me tome el tiempo en recapacitar lo que pasaba o de investigar de manera sigilosa.
—Quiero irme—. Esas dos simples palabras me deja en jaque mate.
Sabía que no iba a ganar nada con retenerla.
—Está bien, vamos te llevaré a casa.
—Prefiero irme sola—. Suspiró, trato de calmarme.
—Vamos, y ya no hagas rabietas, solo por hoy—. La tomo de la mano, y salgo… detengo mi andar al recordar como ella viene vestida y sin dudarlo me quito mi saco y se lo coloco sobre los hombros.
Cuando vamos a mitad del pasillo, podemos ver a Byron al final de este, parece que espera algún tipo de explicación.
—¿Estoy despedida? —Pregunta con la voz ronca una vez que lo tenemos al frente.
—Nena. —Contesta él y le toca la mejilla, cosa que me parece innecesario—. Este no es mundo para ti, teníamos un acuerdo y lo cumpliste, te llevaré mañana lo que acordamos y aquí termina nuestro trato—. Le dice entregándole una mochila, donde me imagino que están sus pertenencias.
—Byron, por favor—. Dice ella tomando su mano, pero ¿qué diablos? —Sabes que necesito el trabajo.
Él me mira, como pidiendo ayuda, ¿y yo que puedo hacer?
Entonces algo se me enciende el foco.
—Yo ocupo a alguien en mi departamento por las noches.
Ella me mira y niega.
—Solo es prepararme la cena—. Ofrezco antes que diga que no, miro a Byron con esperanza de que me ayude, pero parece que en esta guerra estoy solo—. Te mandaré a dejar una vez que termines con tus tareas, puede pagar lo mismo que Byron.
Terminó de decir sin pensar lo que pagar él por el trabajo que Aurora hace aquí.
—No puedo, no soy muy buena en la cocina y…
No la dejo terminar—. Le diré a la señora de la cocina de mi tío que te enseñe.
—Pero…
—Pero nada, comienzas mañana, después dea pizzería, así podrás atenderme más rápido.
Ella me mira y luego a Byron, este solo se encoge de hombros, dejando toda la decisión en ella.
—Empezarás a ganar desde hoy.
—Está bien, pero hoy quiero regresar a mi casa.
Yo asiento, satisfecho por su respuesta, ella acepta lo que Byron le entrego, nos despedimos de él y salimos del local, que espero por un tiempo no pisar.
Me entregan mi vehículo, y ahora recuerdo no ver a Rex, por lo que antes de subir al vehículo ya estoy marcado su número.
Tomo la mano de Aurora, para abrirle la puerta para que suba, en lo que Rex contesta mi llamada, pero como es ella no hace caso.
—Emiliano, ¿qué pasa? — Despejó el aparato de mi oreja para ver que no me equivocara.
—¿Dónde estás?, yo ya me voy, espero no haber arruinado tu fiesta.
—No lo has hecho, me salvaste, así pude regresar temprano al lado de mi amada.
Cuando dice eso, me despido y veo a la mujer que todavía sostengo de mi mano.
—Ahora si belleza, vámonos para tu casa.
—Puedo tomar un taxi—. Suelta mi mano, pero no por mucho tiempo, porque obviamente la vuelvo a tomar.
—Vamos, de paso te hago una pequeña entrevista—. Levanta una de sus cejas.
—Se supone que ya estoy trabajando—. Contraataca.
—Bueno, como ya estás trabajando, iremos a departamento a enseñártelo, y a cenar, ya que es parte del trabajo que te vayas adaptando.
—Pero… — la callo poniendo un dedo en su boca.
—Pero nada, será rápido—. Digo acariciando con mi dedo su barbilla, subiendo hasta esos labios que saben a gloria—. No pasará nada, te doy mi palabra.
Ella asiente y ya no está tan renuente, se sube al vehículo, y es una pequeña batalla ganada.
Llegamos a mi departamento, y la llevo a tomar las huella de su mano y después le daré la clave, para que no tenga problemas de entrar y salir de este.
—¿Qué es esto? — pregunta curiosa, como si fuera una niña en una dulcería, quiere ver y tocar todo, me da un poco de gracia.
—Necesito tomarte las huella dactilares, para que no tengas problemas al momento de entrar.
Ella asiente y hace las cosas tal como las pido, es lo más fácil, no pode resistencia.
Unos diez minutos después, estamos en mi despacho terminando de anotar el código y algunas cosas que no puedo ingerir, ella parece que se ha tomado muy en serio el trabajo.
—¿Es todo? — consulta.
—Por los momentos, sí—. Digo, me levanto de la silla y ella me sigue—. Vamos, acaba de llegar la comida que pedí.
—Está bien, después de que cene ¿Me podrá mostrar la casa?
—Posiblemente, veremos después de cenar.
Llegamos a mi departamento, y la llevo a tomar las huella de su mano y después le daré la clave, para que no tenga problemas de entrar y salir de este.
—¿Qué es esto? — pregunta curiosa, como si fuera una niña en una dulcería, quiere ver y tocar todo, me da un poco de gracia.
—Necesito tomarte las huella dactilares, para que no tengas problemas al momento de entrar.
Ella asiente y hace las cosas tal como las pido, es lo más fácil, no pode resistencia.
Unos diez minutos después, estamos en mi despacho terminando de anotar el código y algunas cosas que no puedo ingerir, ella parece que se ha tomado muy en serio el trabajo.
—¿Es todo? — consulta.
—Por los momentos, sí—. Digo, me levanto de la silla y ella me sigue—. Vamos, acaba de llegar la comida que pedí.
—Está bien, después de que cene ¿Me podrá mostrar la casa?