Me levanto temprano, hoy todo el mundo en la pizzería, anda de pies de pluma, todos anda receptivo esperando a ver que pasa, mi intuición me dice que es algo relacionado con Bob.
Voy donde Conchita, ella estaba perdida en sus pensamientos, pero a mí me interesaba que paso ayer para que todos estuvieran así.
—¿Paso algo que me quieras contar? —Pregunto ayudándole a picar unos ingredientes, ella detiene sus movimientos, negando con la cabeza, eso me hace fruncir en ceño, creo que si sigo así voy a ocupar bótox antes de tiempo.
—Será mejor que hagas silencio, sucedió algo malo, muy malo.
—Dime—. Insisto.
Suspira. — No dejarás de molestar hasta que te cuente, ¿verdad? — Sonrió como si fuera el guasón. — Está bien, pero has como si nadie te ha contado, porque siento que si se vuelve a tocar este tema conoceremos a Bob Reynolds de Marvel —, Eso me hace casi reír, pues ver a Bob pasar de un superhéroe a un supervillano.
Ella me tapa la boca antes que alguna carcajada se me escape. —Su esposa vino ayer, y lo encontró con Sandra, al parecer le trajo los papeles del divorcio, y solo hay condiciones para seguir con ese matrimonio, al parecer una es; contacto cero con Sandra, y la otra es ir a terapia de parejas, y si eso no funciona, que cada quien por su lado.
Todo lo que me dice me deja con la boca abierta, todo eso sucedió y nadie me contó, qué compañeros los que tengo.
—Si no pregunto, no me hubieras dicho, qué amiga, la que tengo.
—Es que no podía, estaba todavía que no lo puedo creer, y no es todo—. Dice volteando a ver por todos lados—. Sandra, pensando que era su oportunidad, ya se veía festejando, pero lo que nunca se imaginó es que en ese instante Bob, le dijo que tomara sus cosas y se fuera—. Mi boca se abre como el de una ballena comiendo, ¡Por Dios! Qué día, lo que me perdí.
—Así quedamos todos ayer, exactamente como tienes la boca —. Dice ella haciendo un gesto con la boca, como torciéndola—. Yo decía que eso no iba a terminar bien, pero aquí está la gran respuesta, él ahora tendrá que luchar por lo que en realidad vale la pena, y eso no quiere decir que Sandra no lo fuera.
—Solo ella se le ocurre que meterse con un hombre casado iba a dejar a su mujer.
—¿Quién iba a dejar a su mujer? —. La voz de Bob me hace saltar en mi puesto.
—Más les vale, voy a salir un momento, no vayan a quemar el lugar—. Todos contestamos que sí.
Él sale dejándonos el trabajo, nadie pregunto ¿para dónde y si se iba a tardar?
Nadie vuelve a decir algo, y así trascurre el día, sin saber nada de Bob, espero de corazón, esta vez cambié y valoré a su familia.
Salgo y voy directo donde me espera Emiliano, él al verme sonríe, cuando llego me detengo para saludarlo.
—¿Nos vamos? —Consulta, abriendo la puerta del coche, yo subo sin poner resistencia, sin pensarlo veo unas rosas, que me hace detenerme.
—Creo que me voy atrás, adelante llevas algo importante.
—¿Crees que no lo sé? Son para ti.
—¿Para mí? — Digo, viendo incrédula las bellas rosas rosadas, son hermosas y hace que mi corazón lata más rápido de lo normal.
—¿Te gustaron? —Pregunta agachándose, hasta quedar a mi altura—. Sola las vi, y me recordaron a ti, espero no te molestes.
—Son hermosas, ¡Por Dios!, sabes cuantas veces soñé que alguien me regalaba flores —. Digo llevándome el ramo a la nariz, y una lágrima traicionera se desliza por mejilla—. Gracias. — Mi voz sale más gruesa, por el nudo en mi garganta, siento como me oprime, quisiera echarme a llorar de alegría.
—¿Por qué lloras? —Dice secando mi lágrima.
—Son las primeras rosas o flores que me regalan, no sé cómo explicar lo que siento.
—Disfruta, que ahora no te faltaran.
—Gracias—. Y en un impulso, termino besando su mejilla, cuando me doy cuenta de mi atrevimiento, me alejo, pero él me detiene tomándome de la nuca, pegando su frente a la mía.
—Deseo tanto, tanto besarte, pero sé que algún día serás tú la que tomes la iniciativa como ahora, y no me importa esperar mil años, esperaré a que pase—. Termina de decirlo, me besa la frente, luego se levanta en toda su estatura, termino de meter mis piernas, para que pueda cerrar la puerta.
Veo como entra al asiento, es tan sexy. ¡Alto ahí! Sacudo mi cabeza, no puedo tener pensamientos impuros con él.
Minutos después, llegamos a la gran mansión.
—Vamos solo un rato, ve con Mía, lo que te enseñe lo podremos en práctica en casa.
Yo asiento y me dirijo donde es la cocina, pero la suerte está de mi lado.
—Lucia —. La llamo, para que detenga su andar.
—Hola Aurora, disculpa, no tengo tiempo para hablar, lo podemos hacer otro día, adiós.
Sale casi corriendo, pero soy más rápida, la detengo del brazo.
—Solo dime ¿Qué esta pasando? —Ella voltea a ver.
—Aurora, yo solo estoy aquí…
—Luz, el señor te espera, que haces allí parada—. Miro como la señora tapada de cuerpo y cara se dirige a mi prima—. Recuerda, todo es por tu bien, vamos.
La toma del brazo y la lleva casi a rastra, es más que obvio que no quiere que yo sepa, pero Emiliano sí me va a decir.
Voy donde Mía, y hoy esta mejor, así pasamos unas dos horas, donde ella me daba recetas que yo escribía en un cuaderno que me consiguieron.
—Puedes empezar a practicar con eso, cualquier duda me llamas, ya tienes mi número.
De un momento a otro la puerta se abre, revelando la figura de Lucia.
Una Lucia muy cambiada, que si no la conociera no podría reconocer.
—¿Podemos hablar? A solas—. No ha terminado la oración, cuando todos salen, dándonos nuestro espacio.
—Antes que empieces con tu interrogatorio, estoy aquí por trabajo, el viejo ese le falta un tornillo, necesitaba una hija, y la paga es buena, sabes mi situación y no puedes juzgarme.
—¿Mentir? Para que, podrías haberle dicho a mi tía la verdad,
—Sabes lo recta que es, no me dejaría. — Se cruza de brazo. —Solo guárdame el secreto, hasta que pueda salir de mis deudas, por favor.
Editado: 15.11.2025