Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo veinticinco. ?❤️?

Emiliano. 🧣

Han pasado varias horas y nada, me dedico a adelantar trabajo.

—Permiso —. Dice el médico al entrar a la habitación.

—No despierta—. Digo levantándome —¿Es normal?

Él me mira y asientes, va donde está Aurora, para empezar a revisar sus signos y le daba instrucciones a la enfermera que estaba con él.

—Por los momentos la mantendremos así, vamos a esperar por unas horas, espero y no inducirla a un coma, esperemos que su condición mejore.

—¿Inducirla a un coma? — eso no era lo que esperaba escuchar. —No es algo arriesgado.

—Por su condición lo estamos considerando, tiene ambas manos inmóviles, una vez que despierte tendrá que tener mucha paciencia con ella, y es mejor que hable con su familia, exponga lo que está sucediendo, necesitará fuerzas, pues una cirugía salió exitosa, pero tendremos que ver si habrá secuelas.

¿Familiares? El único que puede conocer a su hermana es Bob, tengo que pensar, pero es claro que tengo que avisarle.

Con el móvil en la mano que en ese momento lo hago girar, jugando con él, para tomar una decisión, es obvio que tengo que hacer la llamada.

Desbloqueo el aparato contra mi voluntad, busco el número de Bob, cuando contesta me riñe.

—No ocupes más Aurora, y peor no me avisa solo porque ahora trabaje para ti, no quiere decir que pueda dejar el trabajo tirado.

—Bob —. Hago que deje de hablar. —Aurora. —No sé qué decirle.

—Aurora, ¿Qué con Aurora? ¿Qué le pasó? — Escucho con algo se rompe, suspiro es ahora o nunca.

—Aurora, tuvo incidente, está ingresada en una clínica, pero necesito comunicarme con su hermana.

—¿Qué le hiciste? — Por su tono de voz sé que está enojado.

—No fui yo. — Ya no me trago lo que en realidad paso. — uno de sus vecinos la atacó.

Escucho cómo respira para controlar sus emociones. —¿Cómo está ella?

—Por los momentos sigue sedada, la mantendrán así por unas horas, tuvieron que operarla de ambas manos.

—Yo llamaré a su hermana, envíame la ubicación de la Clínica, estaré en un momento allí.

—No es necesario… —No término de hablar cunado escucho que llamada es terminada.

Al menos ya tengo la certeza de que tiene quienes en realidad se preocupan por su bienestar.

Una media hora después Bob entra por la puerta con un ramo de flores amarillas.

—¿No ha despertado? —Pregunta al verme.

—No, se supone que va a ver como reacciona, aunque hace poco vino el doctor y quiere esperar al menos un día.

Él asiente, nos quedamos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.

—Sabes—. Dice sin quitar la mirada de ella. — Nunca quiso hacerme caso con el problema de sus manos, cuando logre que asistirá llegaste tú, sabes me devolvió cada centavo que tomé de la pizzería para aquella cita.

Ahora su mirada recae sobre mí, y siento el peso de sus palabras, sabía en grave error que había cometido y eso siempre me va a pesar en mi conciencia.

—Cuando ella llegó a mi pizzería era solo huesos, y eso que todavía está delgada, pero no te imaginas, ni te harás la idea de como llego ella, como el viaje la trato como una escoria, te contó que tuvo un intento…— No termina la palabra, pero solo de imaginar a esa mujer siendo víctima de eso me hierve más la sangre.

—Veo que no te ha comentado nada, pero te daré un consejo, porque he visto en estos tres años luchar demasiado a esta niña, si no quieres algo serio con ella, aléjate, por nuestra amistad, pero si quieres algo que te ves en un futuro con ella, adelante, pero prepárate.

Yo asiento, tengo mucho que conocer y ser consciente que nada va a hacer fácil con ella.

—No quiero sonar dramático, pero espero no perder nuestra amistad.

—No pasará, quiero las cosas bien con ella, por eso no tienes que preocuparte. — Aclaro.

—Me alegra escuchar eso, pero la tienes que proteger, incluso de ti, sabes a lo que refiero.

Claro que lo sé, esta vez él tiene toda la razón, y si quiero todo con ella, tendré que luchar contra toda la marea alta que se me presente.

Así pasan las horas y Bob se despide, no pregunte por la hermana, sé que estará en camino y tendré que dar la cara como el hombre que soy.

Unas horas más tarde, cuando estaba revisando un contrato, escuchó unos gemidos de dolor, tiro los papeles que tenía en mano y voy a ver a la pálida mujer, tratando de abrir los ojos.

Llamo inmediatamente al doctor, para que venga a revisarla.

—Ya mi amor, todo está bien—. Digo besando su frente.

Los nervios me invaden, cuando el equipo de médicos entran, tengo que apartarme un poco para que ellos la revisan.

—Aurora. —La llama el médico.

Ella, cuando abre los ojos parece desorientada, y es obviamente comprensible.

Intenta mover su mano para llevársela a la cabeza, el médico la detiene.

—Aurora, necesito que muevas la cabeza si entiendes lo que digo, sé que posiblemente sientas la garganta con alguna incomodidad.

El médico es paciente, una enfermera se acerca con un poco de agua, el doctor empieza humedeciendo sus labios, pero no deja que ella tenga más.

—¿mejor? — ella responde moviendo un poco la cabeza.

—Vamos a dejar que descanse, aunque dentro de poco te colocarán algo para que no te duela tanto las heridas.

Cuando termina de examinarla, nos dejan solo.

Ella me mira, pero sus ojos rojos me demuestra que todo lo que el médico le ha afectado.

—Hermosa, no te preocupes, ¿sí?

Solo basto esa oración para que sus lágrimas se deslizaran por sus mejillas, no dudó en tomarla en brazos con cuidado, dejando que su cabeza descanse en mi pecho. —Estoy contigo, nunca más estarás sola.




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