Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo veintinueve. ❤️

Emiliano.🧣

Cuando Bob, se va, cuando por fin decide dejarme a solas con Aurora, todo se siente mejor, cuando nuestros labios se están saboreando, vuelven a interrumpir, odio estar aquí, y no tenerla en casa.

Voy a ver quien nos interrumpe, y me encuentro con Hannah, demasiado temprano para mi gusto.

Cuando pasa, se queda viendo a Aurora, como analizándola, paso de ella, y voy directo donde Aurora.

—¿Es ella? — pregunta viéndome.

—Ella es mi novia Aurora.

Hannah, parece que por fin alguien le cerró la boca.

—Hola. — Dice cuando por fin recupera algo de sensatez.

—Hola Hannah. —Dice Aurora.

—Te traje esto, para que te sientas cómoda.— Dice señalando la maleta qué tengo en la mano.

—Esto te lo pedí yo. —Declaró.

—Gracias. —Responde Aurora, y veo que Hannah se acaba de llevar todo el crédito.

—Creo que mejor me voy, vendré otro día a verte. —Dice Hannah incómoda.

Ella se va y nos deja solos, me encanta estar con Aurora, pero no dura poco, entra una enfermera.

—Es hora del baño. —Informa y miro a Aurora.

—Sí gustas lo puedo hacer yo.

Ella me mira y sus ojos se agrandan, al parecer la idea no le agrada demasiado, niega con la cabeza, es claro su incomodidad, pero sería algo interesante.

—No, ella me ayudará, cualquier cosa te avisamos.

Me quedo viendo, como la enfermera la ayuda a sentarse, de espalda hacia mí, dejando una buena vista de su espalda chica y pálida.

Quita su bata y deja que la cubra otra para el baño, y me priva de su piel desnuda.

—Ya regresamos. —Dice la enfermera, pues Aurora va con la cabeza agachada, demostrando la vergüenza que siente en ese momento.

Una risa malvada aparece en mi rostro, sé que ella tendrá unos días difíciles, y seré yo quien la ayude a todo.

Así pasaron siete largos días, podríamos irnos en menos, pero decidí qué lo mejor era esperar a que le retiraran los puntos, para poder ir mejor a casa.

En estos días, Mía, la hermana, Bob y muchas personas vinieron a demostrarle lo mucho que les importaba su bienestar, y a mí eso me alegra, que se sienta querida.

—¿llevamos todo? — pregunta Aurora.

—Sí, ya revisé todo.

Me acerco a ella por detrás. —Creo que sí se nos olvida algo. —Ella se da la vuelta, para quedar al frente de mí.

—¿Qué cosa?

—De darnos nuevamente un baño, como aquel día. —su cara cambia radical, mostrando el rubor en sus mejillas.

—Ya no voy a ocupar ese tipo de ayuda, pronto estaré utilizándolas. —Dice Mostrando sus manos, con unas vendas especiales.

—Pero puedo ser de otra ayuda.

—Eres un cerdo. —Me acusa.

—Tu cerdo. —Declaró.

—Vámonos. —Dice saliendo de mi agarre, la sigo de cerca y tomo todo nuestras pertenencias, y salimos.

Lo que ella no sabe que ahora viviera en otro lugar.

—Será un mes difícil—. Dice una vez en el auto, se mira las manos.

—Todavía no puedo creer que Miguel me atacara de esa manera.

—No puedes confiar en ese tipo de personas. —Digo sin apartar la vista de la carretera.

—Nunca confíe en él.

—Es bueno saberlo, ahora cumplirá con su condena y regresará a su país.

Ella solo asiente y seguimos nuestro destino.

—¿A dónde vamos?

—A mi departamento, no puedes quedarte sola, allí te vas a sentir cómoda, adema tu hermana tiene que regresar a su casa.

—Lo sé, pensé que se quedaría unos días, pero tienes razón, ella tiene a su familia.

—Ahora yo también soy tu familia y en un futuro tu esposo. — llevo mi mano a su muslo.

Minutos después llegamos a mi residencia, le ayudo a bajar y subimos.

Todo va a estar bien aquí, la vida aquí le va a mejorar, eso lo sé.

—Necesito ir a mi departamento. — dice cuando estoy por abrir la puerta.

—¿A qué? —consulto por la ironía de las cosas.

—Necesito mis cosas, ver como están.




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