Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo treinta y tres. ❤️

Aurora. 💕

Llego la noche, estaba nerviosa de lo que pudiera suceder.

Me vestí, con lo que él mandó en una vez que se fue, es un bonito vestido de saten color azul cielos.

Todavía llevaba mis muñequeras ortopédicas, tendría que colocar solo un poco de protector solar de color, rubor y labial, serán mis cómplices en este día.

—Todo va a estar bien. — me repito viendo ni reflejo en el espejo.

—Señorita, ¿necesitas ayuda? — Escucho a Mía desde la puerta.

—Sí, entra por favor. — Digo.

—Lo sabía. —dice entrando y viéndome con sorpresa. —Definitivamente, ese vestido fue hecho para usted.

Mi sonrojo no se hace esperar.

—Gracias. — Digo aceptando su cumplido.

—¿En qué ayudo? — pregunta, tomando la caja donde vienen los zapatos que me mando con el vestido.

Los abre y queda enamorada, lo mismo me paso cuando lo vi, todos es hermoso.

—Están hermoso, definitivo, Emiliano está bien enamorado, todavía no puedo creer que esté pasando esto. —acaricia los zapatos. —Vamos, que se está haciendo tarde.

En eso escuchamos que suena el timbre, Mía va a ver que sucede, cuando regresa, hay varias personas dentro de mi habitación. —Emiliano los mando para que te arreglaran. — informa Mía, de vuelta me vuelven a enviar a la ducha.

Todo pasa tan rápido, me quedo sin habla cuando terminan con mi cabello y maquillaje.

Todos se despiden, dejándome sola, Mía regresa y por fin puedo verme al espejo.

—Estás hermosa mi niña. — dice haciendo que me mire al espejo, dejándome con la boca abierta, me veo hermosa, que dan ganas de llorar, todo va a estar bien. Me digo en mi mente.

Terminamos con que Mía me ayuda a colocarme perfume.

—Estoy nerviosa. — Comento, cuando estoy esperando a que me avise que está abajo.

—Todo va a salir bien, todo, solo confía. —Dice Mía apareciendo con una gran sonrisa.

Ella me distrae en lo que llega Emiliano, cuando sueña el teléfono anunciando que me esperan abajo.

—Todo va a estar bien. — Dice Mía llevándome al ascensor que me espera para que baje.
Así lo hago, con nervios y todo.

Cuando salgo del edificio me encuentro con Byron.

—Hoy seré su chófer. — dice encogiéndose de hombros. —Será bueno experimentar.

Así pasamos platicando en lo que resta de camino. —Nunca me imagine que terminaras con el gran empresario como Emiliano, pero puedo dar a constar lo enamorado que lo tienes.

—No digas eso. — respondo.

—lo embrujaste con tus pasteles.

—Todavía no le he preparado uno. — Comento, recordando que nunca se me pasó por la mente.

—No me imagino como se pondrá cuando lo haga, estará más loco.

Las risas no faltaron, llegamos al lugar, un restaurante que ya habíamos visto, espero que todo salga bien.

—Bueno, llegamos, hasta aquí llega mi trabajo, espero que la propina sea buena. —Dice mostrando toda su dentadura.

—Eso se lo dejo Emiliano. — digo tomando su mano, para salir del vehículo.

Emiliano está parado en la entrada, con las manos en los bolsillos, al verme sonríe como si le Iluminara el día.

—El amor lo hace ver tonto a uno.

No terminó de escuchar lo que digo, porque camino para encontrarme con Emiliano.

—Estás hermosa, la imagen que tuve con este vestido no hace justicia a como se te mira, ¡por Dios!

Me toma de la cintura, y eso hace que me estremezca, hoy estoy decidida a que cambie para bien, a dar ese paso que tanto miedo he tenido hacerlo.

—Nos espera una gran noche.

—Eso espero. — digo tomando su mano.

—Lo será mi amor.

Veo que el restaurante está vacío, cuando pasamos el umbral de la puerta veo que todo está lleno de pétalos de rosas, mi corazón empieza a latir con fuerza, tanto que siento que se va a salir.

Volteó a verlo, y tiene una gran sonrisa en su cara. —Sigamos. —me indica a seguir el camino de pétalos, pueden decir que es muy cursi o que es algo que está muy quemado, pero les diré que me siento como una verdadera reina.

Y sobre todo que mi rey, me está dando lo que solo en mis sueños pasaban, que solo me reía de que nunca me iba a pasar, pero aquí estoy viéndolo.

Con la piel erizada es producto de todo la felicidad que me está dando.

—Espero que te guste. — dice llevándome a la planta de arriba, dejándome sentir su mano sudada. —¡Dios! Me tienes nervioso.

Una risita se me escapa, al sentirlo, una pequeña mesa nos espera, pero lo que me llama la atención es un gran ramo de rosas.

—Vamos a ver la estrellas— me dice, y sin pensarlo lo sigo hasta donde me dice.

Veo las luces de esas que le ponen a las artistas para hacerla resaltar, esto no está sucediendo. Hay varias, como si estuvieran buscando algo en el cielo.

—Parece que hay alguna función importante.

—Claro que es un día importante. —declara, y me mira a los ojos, cosa que me hace estremecer. —mira al frente.

Cuando lo hago las luces empiezan a ir a un punto y luego una a una se va colocando, dejando el mensaje en ella.

«¿Quieres pasar el resto de tu vida conmigo?»

No se queda ahí. «Quiero pasar lo que me reste de vida contigo ¿y tú?»

Mis lágrimas se resbalan, quiero voltear, pero no me deja.

«¿Te quieres casar conmigo?»

Nada me detiene ahora, todo está bien, volteó y me encuentro con Emiliano de rodillas.

—¿Te quieres amarrar a mí? — pregunta con un español medio raro.

Yo asiento con la cabeza —Sí quiero, quiero ser tu esposa.

Una vez que mi respuesta es afirmativa, nos cae una lluvia de pétalos y los fuegos artificiales no se hacen esperar.

Emiliano se levanta en toda su altura, quita nuestro anillo de promesa y lo guarda, para deslizar la sortija, donde el peso de la responsabilidad se siente.

—Desde ahora eres mía.

Me besa como si no hubiera mañana, esto me hace tan feliz, es nuestro momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.