Locura, amor y ¿peleas?

Capítulo cuarenta y tres. ❤️

Emiliano.

Salimos de la mansión, dejando a Rosaura uno noche, mañana la policía vendrá a detenerla, tomo la mano con seguridad. —Iremos al laboratorio, nos haremos una prueba de ADN, para que estés más tranquila.

—Sí, estaré más tranquila. —Pero en esta ocasión no me aparto la mano.

Tomamos el coche y llegamos al hospital, Ana parecía sumida en sus pensamientos, ahora sé que tengo una hermana y cuñada al mismo tiempo.

—Ana, nos haremos una prueba de ADN, solo para confirmar que eres mi hermana. —Al terminar de decirlo empieza a llorar.

—Ella no me abandonó porque quiso. —Y eso me dolió, claro que dolió, saber que yo no fui deseado, ni en el embarazo y después de este. —Lo siento, solo que Julieta nunca recordó como llegue a sus brazos, solo pensé que era una mala persona que me dejo en algún basurero, pero no, me protegió a su manera e igual contigo.

Yo solo lo asentí, claro que quería saber qué paso en realidad.

Llegamos al hospital y fuimos directo a la habitación de Julieta seguía dormida. —Lo mejor es que se vayan a descansar, yo me quedaré con ella hoy. —Dice Aurora. —Lleva a Ana contigo, Kenneth y su bebé están con Mía en tu departamento.

Ana lo miraba intrigada, pero asintió, claro, que se sentía la incomodidad.

—Vamos, mañana los tres los haremos la prueba.

—Está bien, pueden irse. —Dice Aurora sacándonos de la habitación.

Me despido de ella con un abrazo y un beso en la frente, los demás me esperaban cerca del ascensor, no quería dejarla sola.

—Vete, descansa, nos veremos en unas horas.

Salgo y volteo a verla hasta que entra a la habitación, por cualquier cosa que ocurriera deje varias personas vigilándola.

—La vida es una locura, nunca me imagine al conocerte, terminarías siendo mi hermano. —Dice Ana soltando una risita. —Hasta no me gustabas para Aurora, eres demasiado adulto para ella.

La veo por el reflejo del ascensor, claro que lo sabía, sabía que no le agradaba, que estaba en mi contra, solo que esta vez no me haré de la vista gorda, como en las ocasiones pasadas. —Pues tendrás que soportarme por lo que te resta de vida, ya que aparte de hermanos, seremos cuñados.

—Emiliano. —Me advierte mi padre.

—Tendrás que ganártelo. —Responde ella con una sonrisa, digna de una hermana mayor.

—Ya me gane a Kenneth y a Julieta, ya gane. —Suelto.

Nos quedamos en silencio en todo el viaje, nos acomodamos como pudimos para pasar la noche, ya que mi apartamento solo tenía tres habitaciones.

En la madrugada, sin poder dormir ni un solo minutos, decidí ir a mi despacho, tomar un poco de whisky me ayudaría al menos a olvidar un poco de todo lo que he vivido, pero se encontró también con Massimo con una copa en su mano, al parecer ninguno de los dos podría descansar hasta que todo volviera a la normalidad.

—Ven siéntate conmigo. —Me dijo sirviéndome un trago.

—¿Qué piensas? —Le pregunto llegando a él.

—Qué este mundo parece grande, pero al final también es tan pequeño, mira que convertirte en mi yerno sin saber. —Parece que se ha tomado bien lo que seré su yerno.

—¿No estás mal por eso? — pregunté.

—Te crie, puse mis principios y valores en ti, sé que clase de persona eres, y no hay nadie mejor que tú, para que mi hija una su vida, pero claro está que si le haces algo, te la verás conmigo. —Dice dándome unas palmadas en el hombro.

Así estuvimos por unas horas, hasta que el sol empezó a salir por el horizonte, que una llamada interrumpió nuestra paz que habíamos llegado a sentir.

—Señor, es mejor que venga a la mansión. —Dijo uno de los guardias, mi tío me vio, era obvio que había sucedido algo.




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