Aurora.
Han pasado seis largos meses, Emiliano y yo retomamos nuestra relación donde la dejamos, y hoy vamos a sellar nuestro pacto de amor.
No será una boda religiosa, porque no, será más una boda simbólica, donde solo nuestras personas más importantes estarán presente, Bob pudo restaurar su matrimonio y aprendió de este a valorar lo que tenía, será nuestro padrino de bodas junto con Ana.
Las pruebas de ADN salieron y confirmaron, eran hermanos, por mi parte sé confirmo que Massimo es nuestro padre, Kenneth y yo somos sus hijos, y él no podía con tanta alegría, no sé qué pasaran con ellos y tampoco me voy a interponer, si ellos todavía se aman, se pueden dar una oportunidad, ambos son viudos.
Por otra parte, Lucia acepto su culpa, más no se envió a la cárcel, se supo quién alerto a las autoridades de migración fue la secretaria de Massimo que llevaba enamorada varios años de él, ella si está en la cárcel por ese delito.
Ahora mi futuro esposo me espera en el altar lleno de flores lilas, me encanta ese color, y Emiliano con un esmoquin negro con su respectivo pañuelo del mismo color, aunque por mí fuera su vestimenta iba a ser lila, pero recordé que no solo era mi boda también era la de él, por esa misma razón, mi vestido es blanco, lleva algún que otro pedrería lila, y claro que mi ramo es de ese color.
Decidí que tanto mi madre y Massimo me entregaran, no quiero arrepentirme después de que eso no sucediera, más ahora que estamos yendo a terapia para poder acercarnos, no ha sido tan fácil como con Kenneth.
Llegamos al frente de Emiliano, ambos hacen la respectiva entrega, y cuando hacemos nuestros votos, mi mente regresa aquella habitación de hospital, en nuestra pequeña ceremonia, porque desde ese día supe que él era mío, tanto o más de lo que yo era suya.
Y no me arrepiento, de lo que paso, porque cada suceso de mi vida me llevo a este momento, a entregarme en cuerpo y alma al amor de mi vida y para mi vida.
Sellamos nuestro pacto de amor con un beso, a sabiendas de todo el proceso que nos trajo hasta este día, no era antes ni después, porque hoy es el momento perfecto.
Llego el momento de lanzar el ramo, Hannah estaba entre las solteras, no tan solteras, pues ella le correspondía mi ramo.
Byron no sé en qué momento se acercaron y hoy sería el día de la gran pregunta para ellas.
Todas la mujeres se reúnen, y sin pensarlo hago como si lo voy a lanzar para que mi amigo haga la gran jugada, cuando me acerco y le entrego el ramo, ella me mira con sus ojos hermosos bien abierto y hago que se dé la vuelta.
Ella gritó un gran sí.
Antes de que la ceremonia terminara, Emiliano no aguanto, me subió a su hombro, pues no aguantaba más compartir a su esposa.
—Ahora es mi turno de ser solo mía. — Dijo llevándome hasta el jet privado que nos daría un gran recorrido por el mundo antes de empezar a estudiar.
No es nuestro final feliz, porque para mí mi vida empieza en este preciso momento. Ya no tengo que trabajar duro porque mañana no sabré si podre llevar comida a la mesa, ahora estoy viviendo sin cargas que no me pertenecen, y es bueno porque al final puedo ser yo.
—Eres mía. —Dice Emiliano abrazándome, después de consumar nuestro amor en Sicilia, ahora solo uno, y que nuestros retos empiezan desde hoy.
Yo me despido tal vez nos vemos en otra historia, y puedan saber como vamos, con nuestras peleas de qué color queremos la casa o hasta que horas de la noche se trabaja desde casa, o el nombre de nuestro primer bebé, o tal vez dos no sabemos, lo único que sé, es qué amo con locura a mi gruñón preferido.
Editado: 29.11.2025