Locura de amor

Capítulo 6

Ava

En los cuatro años que llevo manejando la cafetería, es la primera vez que me tomaré un fin de semana libre por completo. Hablo de la cafetería abierta, pues una vez al año se cierra durante una semana para poder tomarme vacaciones tranquilamente, si los empleados deben tomarse más vacaciones, lo hacen y yo sigo sola, pero una semana cierro por completo.

He dejado a cargo a Celeste, mi brazo derecho. Ella es una latina muy competente que está estudiando administración de empresas. Se queda de encargada cuando yo tengo que resolver otras cuestiones.

Iker prometió estar al pendiente para no cargar a su esposa con esta responsabilidad. Como él no trabaja los fines de semana en la empresa, puede darse una vuelta con Brennan u ocuparse del bebé recién nacido si Aithana desea pasar una o dos horas fuera de casa.

Solo porque ellos estarán al pendiente es que me puedo ir tranquila.

Dejo la pequeña maleta en el suelo, hago mi cabello a un lado y levanto la mirada ante el ruido de ruedas. Un porshe 911 turbo S cabriolet se estaciona frente a mi casa y don espresso baja de manera relajado dispuesto a ayudarme con la maleta.

—No bromeaba cuando dijiste querías impresionar a tus viejos amigos de la edad de piedra—comento—. Linda máquina.

Él ríe.

—No suelo usarlo para andar por la ciudad, es algo impráctico, así que pensé que sería bueno sacarlo a pasear.

—Hablas como si fuera un perro.

Agarra la maleta, la coloca en el maletero y abre la puerta del conductor para mí.

—Vámonos.

—Sube la capota o como se llame el techo movedizo. Mi cabello es rebelde y no se lleva bien con el viento.

Subimos y él hace lo que le pido antes de ponerse en marcha.

—Sabes de autos. —resalta.

—Un poco, lo suficiente para sobrevivir. No soy una damisela en peligro.

—Lo tengo claro.

—También soy chica de pueblo, con alma de mujer de ciudad.

—¿Cómo terminaste involucrada en el albergue de niños?

—Tuve una cita cerca de ahí, el tipo era un imbécil, le dije que iba al baño y en lugar de eso me fui del restaurante, comencé a caminar un poco antes de llamar un taxi para ir a mi casa, el tacón de mi zapato se rompió justo frente a ese lugar, mi celular se quedó sin batería y entré para pedir que llamaran un taxi y a partir de ahí comencé a pasar.

—¿Solo así?

Tomo aire y lo exhalo. No estoy acostumbrada a contar mi vida personal, la cual no fue fácil y no se la diré a un extraño.

—Sí. Tomé como señal divina que mi tacón se rompiera justo en ese lugar. Ahora, háblame de tus amigos de la edad de piedra. ¿Qué debo saber?

Él ríe.

—Burke es el novio y su futura esposa se llama Rebecca, llevan juntos siete años y recién ahora decidieron casarse porque ella quedó embarazada y quiere que su bebé nazca dentro del matrimonio.

—Asumo que ella no era compañera del secundario.

—Lo era, regresó al pueblo ocho años atrás y se dio una oportunidad con Burke.

—¿Ellos no salían en la secundaria?

—No, Burke salía con Abigail, quien es la dama de honor de Rebecca y está casada con Paul, otro excompañero y amigo de Burke.

Pongo a trabajar mi cerebro.

—¿Por qué Burke y Abigail terminaron?

—Porque Abigail se fue a la Universidad y no se quiso quedar en el pueblo, en ese tiempo se reencontró con Paul, con quien se casó y decidieron volver al pueblo para criar a sus dos hijos ahí.

Asiento.

—Bien. Entonces Burke y Rebecca son los novios, Paul y Abigail sus amigos y son pareja.

—Y finalmente está Joel y su esposa Mikaela.

—¿También fueron juntos a la secundaria?

—Joel sí, Mikaela no. Ellos viven el pueblo de al lado, aunque van mucho a Périgueux porque los padres de Joel siguen viviendo ahí.

—En conclusión, los que se quedaron siguen ahí y los que se fueron, regresaron y están ahí.

—Exacto.

—¿Tú nunca quisiste volver a vivir ahí?  

—No, me gusta la ciudad. ¿Tú has pensado en regresar a tu pueblo?

—Ni muerta. Amo París. Las ciudades grandes tienen tanto para ofrecer.

—Concuerdo.

—¿Y corro el riesgo de encontrarme con alguna exnovia tuya?

Ríe.

—No tuve novia en la secundaria. Mi crush era Melanie Sutter. Nunca me hizo caso y salía con el capitán del equipo de fútbol.

—¿Qué fue de ellos?

—No tengo idea. Nunca pregunté y nadie mencionó nada. Ella quería ser modelo en París y él planeaba jugar futbol profesional. No sé si lo lograron o no porque no me gusta el fútbol y no sigo la moda.




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