Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 0 | Thomas

Hace un año.

Tengo miedo.

Y eso no es lo que debería sentir si estoy a punto de cumplir mi sueño.

Estoy sentado en el avión, esperando a que despegue. Miro por mi ventanilla lo que queda en mi campo de visión de la ciudad, jamás he salido de ella, jamás he visitado otra, mucho menos vivido… Y ahora voy a Londres… 

Solo.

Tengo miedo.

Y no solo de la soledad, esa ya es mi amiga, sino… de sentirla desde dentro.

Lo peor es que no tengo tanto miedo por mí mismo como por ella.

Estar cumpliendo mi sueño, y aún así pensar en su dolor es mi mayor prueba de que la he amado como a nadie. Aquella pelirroja me hechizó en cuerpo y alma. 

Pongo mi cinturón, le sonrío a la azafata y me quedo tranquilo. Hago respiraciones y al final, agradezco que no sea de noche. Este viaje mirando a las estrellas sería una tortura.

Londres me aguarda con el ofrecimiento de una beca, mi beca soñada. Papá estaría orgulloso de mí, mamá lloraría en mares solo por saber que cumplí su sueño, mi sueño… y al final… Sé que de no significar lo que significó, ella estaría feliz por mí. Porque sé que me amó.

—¿Puedo ofrecerle algo de beber, señor? —me pregunta la hermosa chica con una sonrisa.

—¿Tienes algo fuerte que me noquee hasta llegar? —cuestono en respuesta, aún sabiendo que mi alma me ruega que no lo haga, que no recaiga.

—Tengo un escocés. ¿Desea una copa?

—Deseo varias.

La chica asiente y se retira. Beneficios de viajar en primera clase, y yo, Thomas Bernard niego en mi mente que elegí esta aerolínea y la primera clase porque sabía que su alcohol es de buena proporción… Aunque sé que sí.

¿Voy a beber en serio?

No quiero, sé que tengo limpio un largo tiempo.

Sí quiero, sé que estoy al borde de muchas cosas.

Mis amigos jamás me perdonarían que pusiera mi bienestar de esta manera en juego, y porque sé que no será una copa, no serán “Varías”, será la botella…  Y al final, cuando llegue a tierra querré más. Y más. Y más…

Y ya no estarán Adam, Anker, Shawn o Bastian para sacarme incosciente y levantarme de las calles.

¿Lo haré?

No debería. Sé que ella odiaría verme de esta manera. 

Sé lo que soy, sé qué padezco. Sé de mi adicción. Sé que soy un alcoholico que está limpio, sé lo que me ha costado. Sé que mi hermana está orgullosa, pero… también sé que ya llorar no me hace sentir mejor.

Jamás he estado tan bajo.

Y eso es mucho decir.

—Aquí está, señor.

La chica trae un vaso de whisky escocés servido. El olor, solo el olor me deja temblando.

Le sonrío y dejo el vaso sobre la mesilla en frente a mí. 

Contesto la llamada mientras la chica se retira y sé la reprimenda que me darán si supieran en qué estoy.

—¡Hola, Tom!

—Hola, Adam… —saludo intentando camuflar todo.

Sonrío con leve necesidad de probarme que estoy bien.

—¿Qué tienes?

—¿De qué hablas?

—Te conozco desde que teníamos más espinillas que rostro, así que no mientas. ¿Qué tienes? ¿Por qué te tiembla la voz?

—Esto no se siente bien…

—Es la decisión correcta.

—No se siente bien —repito.

Sigo sonriendo.

—No bebas.

Tomo el vaso y quemo mi garganta con el líquido. Se siente tan bien…

—No lo haré —miente.

—Sé que la extrañas.

—No, no lo sabes, Adam… Pasé mi vida entera deseando encontrar a alguien como ella. Y pasé la vida entera queriendo ser mejor persona para cuando la encontrara… Dejé de beber, fui al psicólogo, mejoré mi estado físico… todo para que cuando la encontrara a ella, ser mi mejor versión… Ya la encontré, pero no veo por qué. Ya no.

—¿Y entonces qué? ¿Ya no seguirás para ti?

—Nunca fue para mí —confieso. 

—Ahora tiene que serlo.

—No puedo —susurro—. Ya ni siquiera quiero ir a Londres. 

—No, no te atrevas.

—Me bajaré, iré tras ella.

Comienzo a moverme para quitarme el maldito cinturón.

—Haces eso y mueres. Primero porque significa que no tienes sueños ni personalidad, eso es igual a estar inerte. Y dos, porque te mato. ¿Me escuchas? Te mato. Pones un pie fuera de ese avión sin que sea piso londinense y juro por Dios que mueres.

—Quiero ir con ella…

—Lo sé —me responde comprensivamente.

Quiero ir con ella.

—Cada vez que veo el cielo agradezco que sea de día, este viaje no lo podría hacer de noche… Cada vez que veo las estrellas veo su rostro… veo los recuerdos con ella.

Le pido lo siguiente a la chica. Ella asiente y rellena mi vaso. Será un largo viaje…

—Crea nuevos recuerdos en Londres.

—¿Qué?

—La vida sigue, los sueños se cumplen, las heridas sanan… Aún quedan estrellas.

 




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