—¿Mitchell no vendrá? —pregunta Emma.
—Está ocupado con varios asuntos personales, dijo que no quería perder tiempo contigo —responde Warren, quién disfruta mucho analizar cada cara que la rebelde chica de pelo castaño hace.
Podrá ser un excelente psicólogo, pero cómo disfruta viendo el caos.
—Niño de mierda —murmura —. Por lo menos ya me dió lo que le pedí. Pero se supone que vendría hoy a darme más. Tendré que ir más tarde a buscar esas cosas.
—¿Más antirretrovirales? —pregunta irónica Raven mientras se acerca con todas las cajas en la mano.
—No, son unos apuntes que tiene. Son los mejores, creéme.
—¿Pesa mucho? —le pregunto y las tomo. Ella misma se ha ofrecido a ayudarnos a traer algunos libros, en las cajas antes mencionadas, que la madre de nuestro amigo nos donó a todos. Entonces, estamos entrando las cajas al dormitorio que compartimos. Es bastante delgada, pero tiene la voluntad fuerte… no ha pedido ayuda ni una sola vez —Si quieres descansa, ¿Sí? Yo seguiré.
—No soy una nena, Thomas. Puedo cargar así les ayudo un poco más.
—Emma podría ayudar —interviene Henry cuando pasa por el lado como con tres cajas encima.
—¿Has visto estas uñas stiletto alguna vez cargando cajas pesadas? No, paso, niños.
—Es buena persona, lo juro —dice Ashton y toma una caja en sus delgados brazos.
Los lindos labios de Raven dejan escapar unas cuantas carcajadas y me reprimo las ganas de decirle cuan hermoso le queda ese labial rojo. Últimamente me estoy permitiendo demasiado el apreciar su belleza.
—¿Querrán algo de comer? —pregunto mientras trazo mi plan para pasar algún momento hablando solo con ella.
—Mataría por un bulgogi —susurra Raven
—Comida coreana haré, entonces. Yo invito —hablo rápido y tomo las llaves del auto antes de que puedan negarlo. Sé que quedan varias cajas por entrar, pero los chicos pueden arreglárselas solos… mientras yo tengo tiempo a solas con ella… —¿Puedes acompañarme al super, así compramos lo necesario para hacerles bulgogi?
La chica comienza a dudar unos segundos, pero me asiente rápido y eso calma mi corazón. ¿Por qué ella siempre se ve tan sonrojada…?
+
—No eres de Londres, ¿Verdad? —me pregunta y se me hace raro que no sepa esa respuesta.
—Creí que ya sabías…
—Sé que no, pero escuché que hacerme la tonta hace que el chico tenga ganas de enseñarme, y eso provoca conversaciones, ya luego sacaré la yo real.
—No, de hecho, no —respondo con la ternura que me da la manera en que inmediatamente se arrepiente de decir eso —. Soy de New York. Vine por la beca. ¿Es tan notorio que no soy de aquí?
—Un poco sí… ¿Cómo es la ciudad que nunca duerme?
—Frenética —digo—, siempre hay algo que hacer.
—La beca es algo más que maravillosa. Tienes mucha suerte. Todos tus amigos deben estar orgullosos de ti.
Una oleada de recuerdos llega a mí. Mis amigos, mis hermanos del alma festejaron hasta más que yo, pero ¿Cómo iba a festejar si acababa de cumplir mi sueño y perder al amor de mi vida?
Se siente extraño saber que esto es una bendición, como si eso no lo tuviera claro ahora mismo…
—Sí, sí.
—¿Te apoyaron a venir verdad?
No sé como responder a eso… ambos sabemos que es mejor quedarnos callados cuando la respuesta será dolorosa, así que entiendo que ella no me juzgará.
—Amo como no te fuerzas a responder cuando no quieres, lo que significa que cuando respondes es porque de verdad quieres. Me emociona cada pequeña palabra que me dices.
Jamás había conocido a alguien tan honesta y directa.
—Pero… ¿No es eso lo mínimo? —pregunto en mi contra —¿El querer comunicarme cuando lo hago?
—Te sorprendería lo poco que muchos hombres lo hacen, a veces responden por conveniencia, porque tiene qué, o lo que los demás quieren escuchar. Algunas veces ni siquiera se responden a ellos mismos, como para negarse la verdad. ¿Extrañas algo en específico?
—Cambias de tema muy fácilmente… —le digo entre risas —¿Extrañar como qué?
—No sé, un amor no correspondido.
—Nunca he tenido un amor no correspondido.
Solo he amado una vez, y ella me amó también… Sé que lo hizo.
—Sin embargo creo que, a mis dos hermanos, Demien y Jane. Mis amigos, los extraño con locura. Sin embargo, creo que lo que más extraño son las vacas.
—¿Las vacas?
—No es broma —ríe por lo mismo—, actualmente es cierto. A las afueras de la ciudad hay un pequeño lugar donde había un montón de vacas, demasiadas. Me apasionaba pasar por ahí con…
—Con… ¿Con tus hermanos?
Con ella.
—Aquí también tenemos vacas.
—Pero no esas.
Jamás esas.
—Entonces no extrañas a las vacas, sino a lo que representan para ti —sigo conduciendo —Yo nací aquí, he vivido aquí toda mi vida.
—Es una gran ciudad.
—¿Extrañas toda la… vida allá? —arrugo la nariz ante la pregunta— ¿Algún choque memorable?
Pienso unos segundos.
—¡El té!
—¿El té? ¿Qué malo tiene el té?
—Jesús, el té. Es que mis amigos Ashton, Mitchell y Henry desayunan té, almuerzan té y si los descuidas cenan con té. Warren no, creo que a él no le gusta mucho el té.
Tener conversaciones triviales es bueno, pero también personales, y aunque he tocado temas muy propios con ella, me pregunto si podré tratarlos todos… o si debería reservarme.
—¿Disculpa? El té no tiene nada de malo, de hecho, es maravilloso, ayuda a la digestión, mantiene el cuerpo caliente y es parte de nuestra cultura. Y ustedes son iguales con el café. Cosa que sí es dañina y puede llegar a manchar los dientes. ¿Qué?
—Nada.
—¿Por qué me miras así…? —pregunta toda roja.
—Me encanta tu acento tan marcado.
Es totalmente cierto lo que digo. Raven tiene una pronunciación perfecta, muchas personas nacidas aquí tiene este acento fuerte innato, ella tiene más que eso, cada pequeña letra que tenga una palabra recibe la atención de la pelinegra.
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Editado: 27.09.2023