Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 8 Raven

—¿Beso? —niego —¿Toqueteo? —vuelvo a negar —¿Y qué demonios fue lo que hicieron además del chupón?

—Ya te lo dije diez veces.

—Niños —comienza a buscar entre los anaqueles de vestidos —Vas a ir a su dormitorio, ¿Cierto?

Separo un par que me gusta.

—No sé, Em. Me da cierta… vibra.

—¿Vibra?

—De que fue un impulso de su parte… 

—¿Dónde está la valentía que tenías al llegar esa tarde al dormitorio? ¿Eh?

Emma se vuelve hacia mí, me mira directamente. Estamos solas, las trabajadoras salieron y no hay nadie más en la tienda.

—Es que —susurro. No quiero seguir hablando—, fue raro. Digo, me siguió el juego del coqueteo fuerte demasiado rápido, como si… estuviese demasiado abierto y entrenado en eso. ¿Em? ¿Y si solo soy una presa fácil? Soy de primer año, soy carne fresca. ¡Soy carne magra! ¿Y si solo está…jugando? ¿Y si voy a su dormitorio y todo es parte de un plan para humillarme?

—Thomas no es así —me sonríe tranquilizándome —, Ashton y Thomas son amigos desde hace un año. ¿Sí? No había terminado el estúpido bachiller cuando ya veía a Thomas rechazar a toda chica que se le acercara. Eres la primera que he visto lograr eso. ¡Tienes un maldito chupón con tu nombre en el cuello del chico imposible! 

—¿Y si se arrepiente? 

Emma se acerca y pone sus manos sobre mi hombros en apoyo. 

—No lo hará. Y eso no le hará desaparecer el chupón gigante que tiene en el cuello.

—¿Y si?

—Le pateas el culo.

—Me gusta en serio…

Emma sonríe y entonces la veo ponerse un arete en el labio. ¿Por qué le queda tan bien todo? —Estás coladita.

—No me escribió… Creí que me escribiría ayer y no…

—Mujer…

—En serio, antes de ayer pasó todo, ayer no me habló y hoy va por el mismo camino, Em, ¿Se arrepintió?

—¿Cómo sabes que tiene tu número?

—Ash me dijo que se lo dió el mismo día que fuimos con las cajas…

Emma suspira. Me da la vuelta y me lleva hasta el cambiador. Cierra las cortinas y pasa unos vestidos.

—Silencio, mujer, pruébate estos vestidos y ya. Le darás un infarto con el cuerpo que te cargas.

—Pero…

—Escucha —solo oígo su voz, porque entre nosotras está la cortina de color rojo —, ¿Te quejas de que no te haya hablado? Mujer, mi novia me escribe cada cinco minutos, me pregunta en cada lugar al que voy y no es lindo. No lo es. ¿Oíste? Así que no te quejes.

—Rosé es una pegajosa.

—Pegajosa y dos kilometros más —añade Emma.

—Déjala.

—No es tan sencillo.

Doy pequeñas carcajadas y subo mi pelo en una coleta. Al sacar mi ropa veo mi cuerpo, no es curvilíneo, no es muy delgado, es el que tengo y sé que soy hermosa…. Si él decide que no es suficiente, pues ¿Qué más da? No está obligado a corresponderme.

Pero yo sí a respetarme, así que si noto que tengo razón y qué soy “Carne magra”, solo me quedará alejarme. 

Pero y si me alejo justo cuando nuestra historia de amor empiece a aparecer… 

Hay un vestido negro satinado, de tirantes, que llega hasta las rodillas, un rojo de corte corazón en corte sirena —no me pondre ese —, es hermoso, pero demasiado ostentoso, un verde esmeralda con flores suaves negras… Y un azul demasiado largo. Empiezo con el esmeralda y el negro, solo esos me llevaré.

—¿Solo llevarás esos dos?

—Sí, Em… —miro el reflejo en el espejo, me encanta el color del vestido esmeralda. Es el que tenía ahora. El negro satinado con tirantes lo usaré para ir al dormitorio de Thomas —Siento que son los que mejor me quedan. 

—Me gusta la manera en la que te miras —Emma tiene un vestido marrón ceñido al cuerpo, con una tela parecida al satín. Ambas amamos ese tipo de tela. Su cuerpo se define de manera perfecta en él… —. Amaría poder mirarme así —sonríe rápido—. Imagínate poder verte al espejo sin pensar que pareces una vaca lista para estofado.

—Amaría verme tan deliciosa —respondo—. Bueno, ya, debemos irnos. Las clases empiezan en una hora. 

+

Entramos y lo primero que veo son unas hermosas flores, girasoles, en mi cama. 

—¿Tu mamá?

—Síp —lo pongo sobre la mesita y sonrío. Mi madre es lo máximo. 

Luego le agradeceré. 

—Joder, tercer día de clases y ya siento que mi espalda me quiere matar —se lanza a la cama —, no mentían cuando decían que la Universidad de Londres era el infierno.

—Sinclair… ¿Cómo cuando es que se va? Porque aún cuando no me toca clases con él, sube tareas a la plataforma.

—Eso sabrá él y su agencia.

—¿Por qué entraste a esta universidad, Em?

—Alma máter de toda mi familia —susurra sin quitar su brazo de sus ojos.

—Yo siempre quise entrar —me recuesto contra mi cama y comienzo a sonreír, me alegra que haya decidido quedarse conmigo, aunque, básicamente es de contrabando, porque según la dirección de dormitorios, nadie debe quedarse conmigo aquí —. Papá estudió para ser periodista aquí. Siempre hablaba de que conoció a mamá en su primer día de clases. Que ella era la encargada de dar el discurso y quedó flechado por ella.

Emma se pone sobre sus codos aun mirándome —¿Okey…?

—Por eso me emociona esto con Thomas, quizás es mi flechazo.

—Hablando de flechazos y familias, a mí me… —la puerta se abre fuerte. Unos tacones empiezan a sonar y sí. La cabellera rubia y vestido amarillo sol candente en pleno verano casi me gritan quién era —Rosé… ahora sí quiero un flechazo, directo al corazón. No figuradamente.

—¡Amorcito! —grita la chica mientras se le lanza encima a Emma —¡No me llamaste al salir de tus clases! ¡¿Por qué no has vuelto a mi departamento?!

Por lo que Emma me ha dicho, Rosé estudia arquitectura. La rubia la besa sin piedad y Emma hasta parece que la quiere lanzar lejos, yo miro la escena desde mi cama. Al terminar, Emma se para de la cama y se aleja un poco; Rosé se queda mirándola. 




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