Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 12 Raven

—Raven.

—¿Te quedarás ahí? —le pregunto.

—Si vas a ser miserable, seamos miserables entonces en la cafetería. Ahí te ves terrible y al borde de autodesvivirte.

—No tuve valor de entrar a clase de Sinclair —le respondo a su no diche pregunta. Me ayuda a levantarme y caminamos por entre toda la gente.

—Entonces, ¿Solo te quedaste sentada contra la pared de su clase?

—Sí.

—¿Me vas a decir o seguirás caminando como una loca por todo el pabellón? 

—No quiero hablar con eso —eso será desatar mis pensamientos obsesivos. Y no los dejaré volver.

TOC es un trastorno obsesivo-compulsivo. Tienes pensamientos obsesivos, le seguías dando vueltas a las cosas, repetías la escena, analizabas cada centímetro… y eso te llevaba a acciones compulsivas, hacías cosas sin pensarlas, solo para calmar tu ansiedad. Y yo ya le había dado muchas vueltas a la llamada, el coqueteo, las risas y sus palabras, no puedo darle más. Y si sigue así, por demás, mis labios se van a resquebrajar, ya me duelen.

—¿Qué demonios pasó con la chica que llegó con la felicidad por los poros?

Niego lentamente, para evitar la conversación. Nos sentamos en unas de las pocas mesas libres a esta hora. Comienzo a comer lo que elegimos y observo cuando una silueta delgada, rubia y arrogante se acerca. 

—¿Hoy no hay jugo ni lágrimas? —me saluda. 

Levanta la mirada.  Mitchell, el rubio, simplemente observa unos segundos y acomoda sus lentes.

—¿Qué? —le pregunto tras su silencio.

—Raven, ¿Verdad? —asiento acribillandolo con la mirada, intentando no levantarla mucho para que no pueda yo verlo mucho —. Escucha, tu vida personal no es de mi incumbencia. Tu vida amorosa tampoco. Y me importa tanto como me interesa tanto como tus intenciones para acercarte a Thomas. Así que seré franco.

Emma y yo nos miramos.  ¿Qué clase de intervención es esta?

—Espera, espera —detengo su logorrea —, «Intenciones para acercarte a Thomas» suena como si te interesara. Y aviso que no tienes ni el mínimo derecho de meterte en nada que tenga que ver con mi vida. Tú no sabes nada de lo que pasó.

—Yo sé qué pasó —me mira con desprecio —, eres una recién salida de preparatoria, entras a la universidad y te sientes grande. Pero Thomas no es un experimento.

—¿Qué en mil mierdas quieres?

—No tendría nada que ver contigo, puedes saberlo.

Se levanta de la mesa en la que ni sabía que se había sentado y el maldito comienza a desperezar su cuerpo.

—No sé qué vió Thomas en ti. 

—¿Qué insinuas?

—No veo nada especial, eso digo —responde. 

Emma solo se queda sorprendida de que eso haya salido de la boca del rubio, pero me sorprende más a mí que yo aún no le he volteado la cara; una bofetada y se le arregla la vida.

—Te estás pasando, Mitch…

—No tiene que ver contigo, Emma —le silencia —.Vine a intervenir, para que evites que las cosas empeoren con Thomas… pero veo que no hay nada de qué preocuparme. Eventualmente uno de los dos se aburrirá.

—Sigo sin entender el motivo de tu presencia —respondo, así mantengo la cabeza en alto.

—Causaste inestabilidad en alguien que la necesita desesperadamente para mantenerse. 

No entiendo sus palabras.

—¿Y tú eres el salvador?

—No veo nada que amerite salvarlo.

—Mitchell —inicio.

—Pero no llores mucho, ¿Si? No te lleves a tí misma por ese lugar. 

Simplemente se marcha. Sus lentes por un momento causan reflejo en la luz que me enceguece. Me da impotencia no entender qué acaba de salir de boca. Y carajo…

—No ve nada especial…

—No le hagas caso, Mitch es…

—¡No ve nada especial el estúpido! ¡Maldito miope! 

Emma empieza a reírse.

—No te vayas a atragantar como la otra vez, porque ahora sí te dejo morir. ¡Ese maldito vino a eso solamente a joderme más el día!

—Raven, cálmate. Todo el mundo las está mirando —inicia Rosé. ¿De dónde coño salió ésta ahora?

¿Pero…? A la mierda. Me da igual. Intento comer un poco, pero Mitchell me dejó el estómago alborotado. Que mal sabor de boca…

—¿Qué te pasa, Rosé? —pregunta Emma cansada.

—Nada.

—Okey.

Suspira épicamente y ahí entiendo que al parecer hay un pequeño drama.

—Rosé, cariño —noto que el comedor se vuelve a llenar y eventualmente el biólogo vendrá… —, ¿Qué te pasa?

Emma, por defecto, no se ve enteramente interesada.

—Mis amigos de la secundaria, nuestros amigos, amor, irán a la playa el domingo, pero no podremos ir. 

—¿Y por qué no? —Emma se ríe y sigue comiendo todo lo que puede entrar en su boca —¿Qué pasa en dos semanas?

—Pues está la gala de mi familia, no podemos faltar.

—Simple, las galas son en la noche, nos vamos al día siguiente —digo —, y sí, claro que iré. Para despejarme y eso. Aunque debo comprar un traje de baño, dejé todo en casa de mi madre, y si voy a buscarlo me hará quedarme. 

—No vas —se levanta altiva.

—Sí, sí va.

—Entendido, amor.

Que sumisa… 

En parte no me agrada que Rosé se esfuerce tanto, cuando Emma no siente nada por ella.

Casi pregunto por los antirretrovirales, pero no es correcto. Sigo mirando a los lados y no sé si por miedo a que venga Thomas o por asco a que Mitchell siga mirando desde algún lugar. Hay una multitud de personas, y de un segundo para otro había un mar, y no puedo ver adecuadamente. Intento mantener una fachada de calma, hasta que veo a Warren, mirando hacia nosotros con sus ojos tiernos y profundos… 

Sonríe de manera sincera mientras se acerca. Si Warren, que es su amigo, está cerca, lo más probable es que Thomas no tardará en venir.

—Bella Raven —me saluda —, estrafalaria Emma.

—Yo también estoy aquí —dice Rosé.

—Por desgracia —susurra —. Y solo pasaba a saludar.

—Yo mejor me voy, necesito hacer algo… Un placer, Warren.




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