Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 21 | Thomas

 

—¿Qué mierdas estoy haciendo con mi vida? —me pregunta.

—¿Es el centro de nuestra llamada? —pregunto entonces yo muy confundido.

Escucho como Adam me afirma, es extraño verlo de esta manera.

—En resumen sí, Thomas.

—Es revelador la manera en la que lo dices—respondo.

Siento la agriez en mi voz. Desde que vine acá he entendido muchas cosas y otras han cambiado en mí. Ya no soy el mismo Thomas que vino a ver cómo sería cumplir su sueño. Al mismo tiempo, comprendo que quizás es mejor esta parte de mí que comprende que no puede salvar todo, ni a todos.

—Es más de lo que nadie más ha tenido el placer de tener revelado.

—No me malinterpretes, me gusta que me hables de tus sentimientos—le explico —, pero ¿no me dirás qué hiciste?

—Exacto.

No puedo evitar reírme, mientras recolecto algunas plantas que se han roto, y las vuelvo a plantar; a algunas les quitaba partes secas, entre otras cosas. Las plantas del jardín son hermosas, demasiado, solo les falta cuidado. 

¿Por qué no se aprecia la belleza de la naturaleza? Que sale sin intervención, que no se impide entre sí, que no se deja influenciar por las miradas de los humanos y a la vez es tan sensible…  Honestamente, siento que es la manera más sensata de vivir.

La noche ya ha caído y tras avisar a la pelinegra bajé a oscuras para poder venir al jardín. No quise venir de día para que nadie me molestase, pero  mucho menos que ella sintiese que no la quería cerca.

Solo me gusta mucho la paz de la soledad. 

Creo que antes de venir a Londres, vivía en la soledad como por obligación, pero después de venir, entendí que la soledad es muy hermosa. Me agrado como persona, entonces soy mi mejor compañía… La única persona cuya compañía es igual de cómoda que mi propia presencia, es Petra.

—Recién me enteré de que el exámen de Demien ya se lo volviste a dar. Gracias por ayudar a mi hermanito.

El día antes de que volviera a empezar la universidad, mi prima me llamó para decirme que a mi hermano le habían cancelado el exámen, nadie más y nadie menos que uno de mis mejores amigos, que también era maestro en la secundaria. Le supliqué, literalmente, pero no cedió y ahora de repente lo hace, ¿Algo no cuadra? Pues claro.

—Creéme, no fuiste la razón.

—¿Te chantajeó?

—¿Dejarme vencer por un puberto? Por Dios, el dios de las bromas era uno de mis mejores amigos cuando éramos adolescentes, Demien no tiene capacidad de influir en mis decisiones.

—Shawn era tremendo.

El “Dios de las bromas” siempre ha sido Shawn, en su adolescencia eran bombas de humo, pinturas y noches de locuras, pero actualmente son de sacar negocios de sabrá Dios dónde.

—Como sea, aprobó el tonto exámen.

—Me alegro. Le hice llorar por llamada cuando me enteré, me sentí mal luego… Siento que lo estresé mucho.

—Eres muy blandito, Thomas, Demien necesita una mano fuerte.

—Demi ha pasado por mucho. ¿Sí? Entre la muerte de nuestros padres, cuidar a Jane mientras estoy fuera, ayudar en la floristería… Demi no necesita más presión. Y siento que irme le dejó aún más de la que podría soportar un adolescente.

Demi casi me hace volar el culo por poner un petardo en mi silla.

Me carcajeo. 

Es tarde, casi madrugada. Y solo respiro un poco la esencia de estar al aire libre.

—Me ha pasado algo horrible.

—Cuéntame.

—Dormí con una chica —confieso —, nada de lo que crees, solo dormimos…

—¿Esa chica?

—Sí. 

—¿Cómo es eso malo?

—El problema es que al despertar, parece que dije el nombre de…

—Ella.

—Sí…  Me he soñado con ella solo dos veces en un año. El primer día aquí, y esta vez… Que elección de tiempo, joder…

—¿Qué planeas hacer? ¿Qué te dijo ella?

—Nada, es el problema mayor, no dijo nada. Durante todo el día, a cada segundo, intenté que las cosas volvieran a ser como eran antes, pero Raven se sentía distante, o yo era el distante, no sé. Solo sé que se sintió muy… complaciente el ambiente. 

—¿No como cuando estabas en el super con ella?

—No se sintió fluido.

—Quizás solo es una ilusión pasajera lo que tienes con ella y la ilusión se fue.

—Sé que tengo más que eso, lo sé. Solo que quizás… nos fuimos muy rápido.

—Es posible —me dice—, sé a lo que te refieres.

—Tú y esa chica entonces —le digo —… ¿Pasan lo mismo?

—Lo contrario —se ríe —, fuimos muy rápido y quiero ir aún más rápido. Ella quiere nitro. Y entonces tengo que controlarme por prudencia.

—Y yo fui muy rápido y ahora no puedo mantener el ritmo…

—¿Qué te sucede?

—Siento que no soy el hombre para ella —confieso —. Tengo miedo de hacerla perder el tiempo.

Tomo una de las flores silvestres que salen, y me recuesto sobre la grama. Poco a poco siento cierta humedad impregnarse en mi ropa y el aroma a tierra mojada me hace sentir en casa. Huele como aquella vez, cuando le di el primer beso a mi pelirroja pecosa.

Cierro la llamada, Adam no se enoja por eso, de hecho, Adam suele hacerlo también. Tenemos un acuerdo silencioso de saber que ambos no  nos saludabamos y no nos despedimos cuando estábamos ensimismados.

El cielo estrellado me hace sentir como el primer día que vine aquí a Londres. Se siente como aquel que veía en mi hogar… Nunca pensé extrañar los ruidos de la ciudad, pero como siempre la extraño a ella, esos ruidos se camuflan como el recuerdo de mi vida allá. Usualmente quedarme en la naturaleza me hace sentir mejor, pero no funciona. Ahora no funciona porque mi mente no deja de dar vueltas por los ojos de la chica que me volvió adicto… Mi mente susurra su nombre.

Petra… ¿Me sientes a mí de esta manera?

¿Te falta un pedazo de tu alma como me pasa a mí?

¿Estás pensando en mí?  ¿Cómo puedo amarte tanto? ¿Cómo no amarte si eres tanto?




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