Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 23 | Raven

—¿No es peligroso que Mitchell venga en su motocicleta todo este tiempo? Es un viaje largo…

Honestamente, me siento muy humillada con él por sus acciones de la noche pasada, sin embargo, eso no quita la preocupación que siento. Anoche, cuando entré y quise darle las gracias, porque cuando estaba un poco enojada accedió a hacerse el skincare conmigo y hablar, simplemente me ignoró. Me trató como aquel primer día allá en Bath, cuando me habló por sus natillas y terminó abofeteado. Sé que exageré. Igual lo haría otra vez si se lo busca.

—Tiene experiencia, Mitch es un veterano en ese cacharro —responde Ash.

—Um… —me quedo mirando por el vidrio trasero del auto como el rubio viene con su casco y lentes detrás de nosotros. Parece un chico totalmente diferente a una persona que se queda más horas en un sofá con un libro que hablando con humanos, pero la verdad es que se sigue viendo igual de imponente. Quisiera saber qué demonios hice para que se enojada conmigo o para volver a desagradarle, pero aunque eso me mantiene alerta no me da mucha ansiedad o impaciencia, ya veré como molestarlo y hacer que se le pase.

—¿Tienen hambre?

—Muero de hambre —le respondo honesta.

—¿Qué quieres comer, Dama? Iremos a comer algo en la cafetería cerca del campus. Es uno de los lugares donde trabajo.

—Emma y yo nos quedaremos cerca del dormitorio —digo bajito porque el bello duerme a mi lado plácidamente—, ustedes vayan.

—¿Emma está de acuerdo? —pregunta Warren —Esa tragona seguro quiere comer. Yo invito.

—No, prefiero quedarme en el dormitorio —responde ella mientras mira a Ashton, quién tiene la mirada baja.

—¿Nos olvidamos de los antirretrovirales de Emmanuelle? —pregunta Henry, como primera intervención y mención del nombre completo de Emma.

Hay un silencio tenso cuando Ashton ni siquiera puede mirarla. El rubio solo juega con sus dedos estando al copiloto y la pelinegra muerde sus labios con un poco de nerviosismo.

—Omitir conversaciones jamás ha solucionado nada, niños.

—Perdiste toda credibilidad de psicólogo conductual cuando te vi ligar Tequila, Four loko y un fireball con palomitas de maíz anoche, Warren —le digo recordando los eventos de la madrugada pasada.

—Cierto —inicia Henry —. Además, perdiste todo tipo de admiración mía cuando te vi comer helado de una maceta.

Jesús, Bath nos ha relajado tanto… Debería volver, sola, con él.

—Déjame aquí, Warren, por favor —pido riéndome. Me bajo del auto aquel, me despido de los chicos, y bajo con Emma. Thomas está dormido en el asiento trasero, así que solo tuve que soltar su mano, y ya. La vista mientras llegábamos es tan placentera…  Antes de salir doy una última mirada al chico y beso su mejilla con ternura.

Mi amor de universidad.

Ya puedo ver ese futuro que tanto quiero… Solo debo luchar un poco más.

Cuando me alejo noto que Mitch revasa el carro y se va por una dirección totalmente distinta a la del resto de los chicos. ¿A dónde irá?

—¿No podías decirle que nos dejaran más cerca de los dormitorios?  —exclama —¡Joder! Mira lo lejos que quedamos, con estas maletas, ¿a ti te dejaron caer de niña?

La miro divertida —Es ejercicio, Emma.

Comenzamos a caminar.

—Ella lo dice como si fuera positivo.

—Si los chicos entran al parqueo de nuestros dormitorios las chicas comenzaran a preguntar —le digo—, aún no es momento de que nos odien.

—¿Crees que no te vieron besándote con Thomas en la fiesta? —me contesta —, Querida, eres la comidilla de la universidad.

Carajo.

Aunque, marcar territorio no suena tan mal.

—¿Me dirás lo que pasó en el cuarto de Ashton anoche? —cambio el tema —¿O el por qué de la tensión en el auto? Salimos a recolectar piedras, pero estaban aún más tiesos que las que recogimos.

—¿Me dirás por qué vinimos en la mañana, aunque quedamos de salir en la tarde? —pregunta para atrás —¿O el por qué el traje de baño que te empaqué lo vi tendido esta mañana?

—Thomas se resfrió —le respondo a la primera duda—, así que quería venir lo más pronto posible.

—Y se resfrió porque…

—Nos bañamos en el río anoche —susurro caminando más rápido.

—¡Se bañaron en el río de noche! ¡Ah! ¡Qué romántico! —grita.

Todos alrededor la miran raro, ¿Por qué grita tanto? 

Oh… a eso se refiere Mitchell conmigo…

Ahora que he conocido el acento de Thomas tan de cerca no es fácil dejar de contrastarlo con la manera en que hablábamos; podría decir que incluso parecían dos idiomas completamente diferentes al escucharlos.

—No pareces una dama —me burlo—, pareces payaso de circo.

—¿A dónde tan amable Raven? Se te está pegando lo Mitch —gruñe —, ¿Qué hicieron?

—Nos bañamos —comienzo a narrar con felicidad y pequeñas cosquillas en mi estómago —, nos besamos, hablamos…

Emma hace una mueca —Genial, pasan de coquetear, besarse y hacerse chupones a besarse y hablar…

—Él me detuvo.

—¿Qué? —cuestiona anonadada.

—Intenté… ya sabes, y me detuvo. Intento disimularlo, pero entendí que me detuvo.

—Carajo.

—Emma —le digo —, no juzgues.

Se encoge de hombros —No puedo juzgar a los niños de kinder, no te preocupes, amiga.

—Hablas como si tu vida sexual fuese más que eso —me burlo —, en todo el tiempo que te conozco solo te he visto una vez saliendo con Rosé, luego la ignoras y evitas. Y ni hablas con Ash. ¡Y ni mencionar los anti… ya sabes!

—Lo de Ashton y yo es complicado —responde con diversión—, me gusta ver la evolución de lo nuestro. Y sobre Rosé y yo, ya terminaré con ella en su momento.

—¿Y lo tercero? ¿Qué sobre esas pastillas que Mitchell te consiguió?

—Tácticas.

—No preguntaré ahora mismo —digo por como veo muchas personas mirándonos —, pero no te has librado de mí.

Doblamos frente a donde nos tocan los dormitorios, entre risas comenzamos a mirarnos y su mirada literalmente parece preguntarme por sí sola. 




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