Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 24 | Raven

—Necesito mi lista. 

Sigue caminando como si nada. Dios mío. 

—¡Mitchell! —digo entre dientes, para disimular la atención que veo que ya viene hacia mí —¡Mitch!

Estas chicas ya me odian, solo me falta ser su burla…

Lo esperé fuera de su clase, tuve que hacer milagros para poder entender cuál sería. Y finalmente estuve ahí parada, porque me daba vergüenza entrar luego de que hubiera iniciado. Cuando el rubio sale, habla con unos compañeros, y sigue como si nada, solo esquivando mi cuerpo.

Varias chicas se ríen de mí.

—No te sientas mal, nueva —dice una castaña de su clase, también de maestría supongo —. Mitchell es así con todas sus fans.

—Yo no soy su fan —respondo rápido y fuerte. 

—Da igual, pues te ha ignorado.

Mitchell tiene mi lista. Y esta chica mi paciencia. Ambos pueden irse a la mierda.

Quiero como patearle el huesudo trasero que tiene, pero si hago eso me echarían de la universidad. 

Solo sigo caminando, intento que mi cara no roce el suelo por vergüenza.

—¿Conseguiste algo?

—No —me resigno cuando llego al comedor.

—¿Entonces?

—Me ignoró totalmente, ni me miró. ¡Creí que habíamos hecho las paces en Bath!

Me llevo tres galletas a la boca al mismo tiempo. 

—Me sorprende que tenga tiempo para todo esto —se burla.

—¿Uh?

—Entre tesis, clases, trabajo y prepararse para las clases del siguiente semestre, ¿Qué demonios busca?

—No sabía que tenía otro trabajo además de cascarrabias.

—Trabaja en una empresa de softwares, él es programador, pero lo hace desde casa. 

—¿Qué es eso del siguiente semestre? Entendía que este era su último.

—No viene como estudiante —dice —. ¿Me estás sacando información?

—Tardaste en entenderlo.

No puedo evitar mirar hacia los alrededores, ¿Por qué los chicos no vienen? ¿No planen comer? Tenía esperanzas de poder ir a hablar con Mitch y comer con Tom.

—No los busques, Raven, ellos dijeron que hoy se quedarían en su dormitorio y pedirían comida.

—Menos cierto rubio, él sí quiso hacer acto de presencia.

—¿Puedes repasar lo que pasó? ¿Cómo fue que Mitch terminó en tu casa? 

—¡Porque al parecer su madre se ha mudado en frente, y él se encargó de todo!

—¿Mitch? ¿Haciendo un favor a su madre? —se ríe —Vemos de todo antes de morir.

—¿No se llevan bien?

—No desde todos los dramas y escándalos que ella ha provocado.

—Sí… escuche de esas cosas. Pero con mi padre no le prestamos atención a eso, amamos sus libros.

—Es como Paris Hilton, pero de más de cuarenta años, escritora, una genio de las letras y británica. Siempre encontraba una manera de salir en titulares. Ser la amante del esposo de la ex primer ministra de Portugal, fotos de ella con bebidas alcohólicas y pintas pocos llenas de pudor, sobredosis no intencional por ligar somníferos con alcohol… En fin, Ana es quizás la mejor persona que puedas conocer, pero… momentitos sí ha tenido.

—¿La has conocido?

—Fui un par de veces con Mitch y los chicos cuando pasó lo de la sobredosis. 

Suena a alguien un poco inestable… 

—Entonces, ¿Cómo nació un ser tan cuadrado como Mitch? ¿Se parecerá a su padre entonces?

—Bueno, Monroe Radcliff sí era alguien muy como Mitch, es probable que se parezca a su padre.

—¿Ese no fue el empresario que murió en alta mar hace años?

—Él mismo.

Pobre Mitch…

—¿Qué debo hacer… con lo de mi lista?

—Aún no me has querido decir qué demonios fue lo que Mitchell tomó de tu cuaderno.

—Es… privado.

—Bueno, ya debe haberle hecho un ensayito, vida. 

Joder, es cierto. Dado el tiempo él ya debe haber analizado hasta la fuente de letras que intenté copiar en ese manuscrito. ¿Cómo voy a verlo a la cara?

—Es como una lista, de diez cosas que quería hacer de adolescente —confieso finalmente, ¿Habrá hablado de esas cosas con los chicos? 

—No veo lo malo.

Que vergüenza con Thomas…

—Diez cosas que quería hacer con la persona que me fuera a enamorar. Y pues… —trago profundo —un plus, un número once donde quiero, quería, perdón, hacerlo…

Emma bota el té de la boca casi. Lo sé, ni yo puedo creer que escribí tal cosa y que ahora es posesión del rubio. Es como si tuviera la llave de mi adolescencia y mis ilusiones pertenecientes a ella; y de mi adultez también, porque pude haber crecido, pero la verdad es que no han cambiado mis ilusiones. Sigo queriendo hacer esas cosas, solo que de manera más discreta.

—Me agradaba más la Raven de adolescencia que esta —se burla.

—Ahora soy diferente, porque tengo que irme comportando más como una futura señora Cyrus —digo —. Mis días de adolescencia quedaron atrás y ese siempre fue el plan… Pero eso no quita que necesito esa lista de vuelta.

No logro dejar de darle vueltas a eso. 

Mitchell tiene mi lista. Tiene material para molestarme mucho. Son diez cosas que son básicamente mi sueño. Entre ellos está el comprar flores en Portobello, comer Fries & chips, chinatown, ver el Big Ben, hacer llamadas desde la caseta roja, etc. Es decir, cosas que ya he hecho… pero no de manera detenida.

—No te alteres, ¿Qué es lo peor que él pudiera hacer con eso?

—Eh, bueno, ¿Ponerlo en el tablero de anuncios, quizás?

—Eso no suena a ninguno de los chicos del grupo.

—Restregarmelo en la cara cada vez que tenga la oportunidad, ¿Mejor?

—Eso sí suena a él —dice —, pero solo cuando quiere ponerse chistosito. 

—Qué buen momento eligió para ponerse chistosito —ahora que Thomas y yo podríamos haber resurgido de toda esta cosa, Mitchell decide estallar esta situación. Genial.

¿Aún tendrá dolor de cabeza y fiebre como esta mañana? Cuando hablamos me dijo que tenía esos síntomas, igual que la noche anterior en Bath. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.