Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 26 | Raven

Lo que me faltaba. 

De nada vale que intente camuflar mi nerviosismo, o mi ansiedad. Ya ni lo intento. Muerdo mi labio y respiro profundo un par de veces, cada vez nos alejamos más de la universidad, ya quiero ver como me llevaran antes de que mi clase de las cuatro inicie.

Solo pongo un mensaje a mi madre. “Voy de camino a conocer a Quentin Rizak”. Conocerlo quizás fue un vago sueño a los quince, pero ahora es por mucho la cosa que menos quiero hacer estos días. No me hace ilusión, pero si me hace mucho lío mental.

Toda mi vida he visto y hablado de eso como si fuera algún tipo de fábula, cuento o leyenda, algo misterioso e interesante, pero no real.

—¿Por qué la Van es negra?

—Todas los autos de la familia lo son, no te preocupes, Raven.

—¿Por qué una Van?

—¿Hubieses preferido que te buscáramos en un Camaro?

La mujer de traje ya no tiene un aire formal, hasta me ha hecho chistes. Eso de ser mi tía es algo que no es que me haga mucha ilusión, pero ya vengo aceptando al entender que mi sangre “Rizak” sí está ahí. Ella se ha relajado al tenerme cerca y con menos guardias.

—¿Por qué los cristales ahumados?

—No te estamos secuestrando, Raven, puedes irte en cualquier momento.

—No dije que quiero irme  —respondo bajito.

—Eso lo sé —dice con cierta risa y relajación —. Pues si eres hija de Sara, en el momento en que quieras hacerlo sería imposible contenerte.

Me da orgullo que reconozcan la fuerza de mi madre.

—¿Cómo sabe mi nombre? —pregunto con interés. Mi lado defensivo está extremadamente activo, cada cosa que salga de su boca será puesta al escrutinio por mí, aunque la verdad es que no es tan estirada como hacia a los integrantes de esa familia. 

Mi madre jamás ha querido hablar de ellos, así que no sé cómo se manejan los Rizak con los asuntos personales. Dice que ellos no son la parte importante de su historia… pero ahora mismo me gustaría que me hubiera contado algo, así sabría que tipo de personas son estas con las que ahora me tengo que ver expuesta.

—Siempre hemos sabido de tu existencia.

—¿Por qué me buscan ahora?

—Tu padre falleció —dice —, hace apenas unos días. Mi hermano fue enterrado en su tierra, República Dominicana. No pudo combatir el paso de los años.

El alcohol querrá decir. Supongo que como he leído, su hígado cedió hace mucho.

Genial.

—Si tiene que ver con herencia, no se preocupen, no quiero. Mi padre es Edward Cyrus, nada tiene que ver con Quentin, así que sus dádivas no son requeridas por mí. Firmaré lo que deba firmar para ceder.

—Lo contrario, Raven —se da la libertad de expresar —. No queremos que cedas tu derecho como hija. Sino que lo tomes. 

—No me interesa —digo fuerte, pero considero mi actitud, ya no soy esa Raven adolescente rebelde y descuidada, sino una dama… la futura señora Cyrus, seré quién represente a mi familia y además, cuando tenga mi propia familia querré ser más que esa chica de respuestas fuertes —. No creo que sea necesaria mi presencia, he sabido que tiene hija además de mí, estará complacida de hacerse cargo por sí sola.

—Bingo —susurra —, justo eso. Tu media hermana es quién te ha mandado a buscar.

—¿Y con qué intención? —enarco una ceja.

—Es la única persona que no estaba enterada de tu existencia, hasta que en su lecho de muerte, tu padre se lo confesó. 

—¿De repente tiene una vena familiar que desea conocerme?

—Pues sí.

Magnífico.

—A mi madre no le agradará saber qué estoy en esta Van, camino a conocer a la familia Rizak.

—Sara siempre ha sido querida por la familia, pese a los escándalos que en su momento conocimos.

—Lo único que mi madre hizo fue romper el compromiso que sus padres programaron y conocer al amor de su vida, jamás debió eso ser un escándalo.

—Toda la razón —dice —. Sin embargo, puedes comprender cómo el mundo se maneja. La familia no estuvo de acuerdo con la decisión de Quentin, mi hermano jamás debió decirle a Sara que su paternidad dependía de su amor mutuo. Tú no tenías la culpa.

—Aún así ninguno evitó o se interpuso.

—No, no lo hicimos.

—No crea que yo tengo deficiencia paterna, tengo un gran padre. Edward sigue vivo y esperándome en casa para este fin de semana, no se preocupe.

—Edward ha hecho un gran trabajo en criar a una mujer hecha y derecha.

No veo ningún ápice de rencor en la manera en la que habla de mi familia, tampoco logro ver razones por la cual quisiera herir o lastimar. Si no es dinero lo que quiere y no es dinero lo que quiero, no veo por qué tendríamos que llevarnos mal. Como habla de mi madre y mi padre comprendo que conoce la historia, que no hizo nada para evitar o provocar lo que sucedió, simplemente estaba pendiente. 

—Si no le molesta, tengo muchas cosas que hacer, entre ellas clases esta tarde, ¿Podría decirme cuál es el punto de esto?

—Su hermana Ran quiere conocerla.

—¿Qué quiere “mi hermana Ran”?

—Ran tiene una personalidad fuerte como usted, pero la amabilidad y sencillez de un cachorro. Quiere conocerla y ya. Ofrecerle su parte de la herencia, pero principalmente tenerla cerca; Quentin les negó eso a ambas.

—¿Ran no sabía de mi existencia? —intento confirmar. 

Mis manos sobre mis piernas no paran de sudar, ¿Qué me espera? No lo sé. He sabido algunas cosas de Ran Rizak, “la hija única” de Quentin Rizak, en mi adolescencia, cuando me enteré de la existencia en mi árbol genealógico de ese hombre, quise conocer más. No me gustó nada lo que vi. Un hombre de piel oliva cuya única preocupación se debatía entre dinero, poder, su siguiente modelo o más dinero. Ran se supone que sería la hija que tuvo con una empresaria hindú y la heredera de ambos imperios. 

Y esa chica, es justo la que me tocará enfrentar.

—No, jamás tuvo idea.




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