Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 27 | Raven

Me quedé todo el día hablando con Ran. Conociendo mejor el lugar dónde ella se queda, al oeste de la ciudad, en un hotel. Al parecer es de su madre, Prishka Prasad, quién mantuvo siempre su apellido de soltera.

El apellido de soltera de mi madre era James, eso tengo entendido. Ella no quiso mantenerlo, aún cuando mi padre se lo propuso. Tiene que ver más con su deseo de formar una familia y eso; yo quisiera mantener el mío cuando me case.

No deseo interrumpir este momento con Ran, pero Emma no ha dejado de llamarme cada segundo. Me gustaría llevar a mi hermana a casa para navidad… ¿Ella celebra navidad? Espero que sí.

—Estoy algo ocupada, Em. 

—¿Dónde demonios has estado?

—Es una larga historia —susurro, miro de soslayo a mi hermana, quién arregla su sari de color esmeralda. No quiero hablar esto por teléfono.

—Puedes empezar a explicar, Ash y yo no hemos parado de buscarte —dice fuerte —Gracias —me susurra al final. 

Supongo que mi desaparición los hizo hablar, cuando Ash la evitaba después de lo que pasó en Bath.

—Estoy resolviendo unos asuntos personales, Em. Te explicaré luego.

—¿Dónde dormiste anoche?

—En un hotel —digo muy al tanto de lo extraño que eso suena.

—Thomas durmió en su dormitorio, entonces, ¿Con quién se supone que te quedaste en un hotel? —pregunta divertida.

—Debo irme ya —advierto cuando veo a Ran acercarse con unas tazas en las manos.

—Iremos pasado mañana a la playa con mis amigos de la secundaria, Rosé ha dicho que quiere que vengas, algo con que han hecho las paces, ya sabrán ustedes. Como sea, quisiera o no, tú y los chicos están muy invitados.

Pues, al parecer Rosé ondea la bandera blanca si yo la ondeo primero. Genial.

—Gracias. ¿Qué te ha dicho Rosé sobre mí?

—Nada del otro mundo, que ya te soporta o algo así. ¿Qué ha pasado entre ustedes?

—Simplemente no respondí a sus provocaciones. Rosé es más simple de lo que crees.

—Como sea, no te encariñes mucho. Veo a Ash despertando un poco.

—Así que solo estás con ella esperando a la mínima señal de él, para desecharla.

Emma me corta la llamada. No digo nada más por obvias razones, pero mi mente sí se encarga de corregir muchas cosas. Ejemplo: Emma no debería estar jugando con los sentimientos de Rosé, cuando explícitamente sabe que ella la quiere de verdad y lo mucho que le afectan las cosas relacionadas a su unión. ¿Qué clase de persona hace eso?

Siento un poco de rabia contra mi amiga por la manera en la que utiliza a su novia, pero sé que es impotencia al saber que… Thomas me hace eso mismo.  Quizás no conscientemente, pero sí hiere mis sentimientos al tener en cuenta que ama a otra persona. 

Por imposible que sea ese amor, sigue siendo suyo. 

¿Y si no es la persona para mí?

¿Y si me equivoqué en seguir insistiendo?

¿Y si estoy perdiendo el tiempo que podría emplear en buscar a esa persona que sí será mi destino?

Al menos una vez me gustaría tener las respuestas. 

¿Será ese chico que siempre he deseado, que me ame con cartas, flores, canciones, caricias y chocolates, que finalmente tengamos un hogar y tengamos hijos a los cuales les contaremos la manera en la que nos enamoramos perdidamente? 

Mis padres jamás tuvieron que decirse que amaban a otras personas, mi padre enamoró a mi madre desde el primer momento en que ella lo vió y viceversa. Supieron inmediatamente la manera en la que las cosas debían pasar.

Creí que eso había pasado con Thomas por la manera en la que sus ojos se fijaron en mí y los míos en los suyos, entre tantas personas y sin conocernos. La manera en la que nos observamos, ambos, el día de la graduación parece haberse esfumado. Pero aún no lo quiero soltar… 

Aún no estoy lista para soltarlo. Aferrarse un poco más nunca ha matado a nadie… ¿Cierto?

—¿Estás bien, hermana?

—Sí, Ran —respondo a la chica sonriente. No dejo de sorprenderme con lo hermoso que es su tez de color oliva, o la manera en la que sus ojos parecen resaltar cada vez que sonríe. Se esconden con las bolsas que los rodean. Es como si sus ojos se rieran junto a sus labios. Ran es verdaderamente hermosa y delicada —. Estoy bien.

—No me he acercado antes, porque te veía en una llamada. ¿Ha pasado algo? ¿Por qué tus ojos están aguados?

—¿Amas a tu prometido? —le pregunto con necesidad de tener alguna confirmación… De que ese amor de universidad, que creía sería mi amor para la vida entera, finalmente se volvería realidad con Thomas… 

La necesidad de que alguna persona avale la manera en la que amas a quién te hace daño es real, porque los humanos siempre queremos justificar y hacer que los demás lo hagan; quizás alguien me diga que las cosas podrían salir mejor en cualquier momento.

—Lo amo desde antes de tener conciencia. He sido su esposa destinada desde que nací —responde muy complacida.

—No, Ran, me refiero a que… si lo amas independientemente de su estatus elegido por los padres de ambos… ¿Amas a  tu prometido?

—Es un chico muy agradable, es inteligente y honesto. Es muy dedicado y amoroso. Sé que inmediatamente nos casemos, amarlo será inevitable.

—¿Él te ama?

—Sé que me amará en cuanto nos casemos —responde otra vez, con la misma actitud de paz.

—¿Alguna vez has pensado que quizás él no te amaría? 

—¿Por qué no me amaría? —pregunta consternada —Soy su prometida. Y seré la esposa que tanto necesita.

—Ran, algunas veces, solo el creer que uno será amado eventualmente no es suficiente.

—Mi prometido jamás me ha hecho dudar de que su compromiso con el casamiento es real. ¿Sí? Nos amaremos, porque seré la esposa que necesita, y él el esposo que necesito —explica como si fuera una ecuación que no domino, con paciencia y exactitud. 

No sé quién sea ese hombre ni tengo idea de quién fue el que consideró buena idea comprometer a mi hermana menor mucho antes de que tuviera la habilidad de caminar por sus propios pies o alimentarse con sus propias manos, pero, al menos ella ahora está en paz con esa decisión, y ese hombre no la hace dudar de ella misma. 




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