Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 31 | Raven

—En serio necesitábamos esto —dice Ran, se aferra a mis manos, ambas. Vamos sentadas en un bus público, ella ya no usa el sari que voluntariamente toma todos los días, sino más casual. Una ropa que yo elegí, y le queda muy bien, la hace parecer una chica de alguna revista.

Suspiro con un poco de cansancio, pero fuerzo una sonrisa. 

Quedamos pendientes a encontrarnos con Emma, Ash, el resto de los chicos, Rosé y los amigos de la secundaria de la primera y la última, en la parada siguiente, ahí esperaremos al auto que ellos rentaron.

—Sí… Eso de Raysa y mamá en serio fue intenso.

—No puedo creer que tía Raysa haya hecho todo eso.

—¿Es cierto que ella te educó y crió?

—Bueno… mi padre casi nunca estaba presente. Y mi madre sí, pero… Raysa siempre estuvo conmigo. Siempre. Es un poco cierto…

—¿Ella no tuvo hijos? 

—Mis abuelos —duda entre decirmelo —... mis abuelos le cortaron el periodo desde los diecisiete, porque si tenía hijos podrían querer heredar la empresa… Tía Raysa no puede tener hijos, por eso jamás se casó.

—Mierda… —digo —, ¿Todo por Quentin?

—A papá le obligaron a hacerse la vasectomía luego de mi nacimiento  también —vuelve a decir —, solo podía tener un hijo. Por eso mismo, si te reconocía entonces no podría tener más. Y según mis abuelos, si mi padre iba a tener un hijo, no sería con Sara, porque había dañado la imagen de la familia. Igual, eso fue horrible y lo sé.

—Tus abuelos suenan como unos psicópatas…

—Sí… Tía Raysa no me dejaba acercarme. Murieron cuando yo tenía diez. 

—¿Ya no hay más Rizak? —pregunto.

—No hay más hijos, mis abuelos eran hijos únicos también. Tú, Raysa y yo. 

—¿Tu prometido tiene algo que ver con estas… “tradiciones” familiares de tus abuelos?

—No, él fue elegido por mi madre. No por mi familia paterna.

—¿Por qué tu madre elegiría eso por ti? Es lo que me sigo preguntando —insisto otra vez. No me gusta la idea de que mi hermana menor tenga que casarse con un completo desconocido.

—Ella vió a un gran hombre en él desde el primer momento en que lo conoció.

—¿Qué edad dijiste que tenía?

—Veinticinco.

—¡Tienes diecisiete! —me exalto —No has terminado ni siquiera la secundaria y ese hombre está en sus… a casi media década de los treinta.

—Apenas me ha dado un beso en el cachete —dice —, él es muy respetuoso. Y tampoco fue su decisión, pero cuando sea mayor e inicie mi universidad, tendremos citas y nos mostraremos públicamente… —sonríe de manera muy tierna y fantasiosa, pero me sigue dando mucha impotencia todo esto.

—¿A qué edad planean…? Olvídalo. Ya no sé si quiero saberlo.

—A la edad que consideremos —dice —, quizás a mis veinte y cuatro.

Sigue sin sonar razonable que una niña esté prometida a matrimonio.

—Es muy temprano, durmamos un poco —susurro…

—Te despertaré cuando lleguemos a la parada —me dice y yo recuesto mi cabeza sobre su hombro —, no estés nerviosa por ver a tu chico.

Joder.

Ni había pensado en Thomas…

—Eso me puso nerviosa.

—Perdón —dice risueña.

—Me dormiré un poco —vuelvo a decir, decidida a hacerlo.

+

Y lo hice, porque dormilona sí soy.

Me carcome un poco el estómago por la ansiedad. Incluso siento ganas de vomitar cuando vamos bajando del bus y veo a todos los chicos y la pareja de chicas esperándonos. Con cada pisada que doy, tengo que respirar profundamente.

—La niña perdida vuelve de nunca jamás —me recibe Warren con un abrazo de inmediato, pero en cuanto ve a la chica tras de mí se queda paralizado —, pero… ¿Qué haces con…?

—¡Ran! —grita Emma.

¿Qué? 

—¿Ran? —dice Ash —, ¿Ran está aquí?

Emma sale corriendo y la abraza.

—No sabía que estabas en el país, siquiera. ¿Qué haces aquí?

—¿Cómo se conocen ustedes? —pregunto, pero ahora mismo no me hacen mucho caso.

—¿Ran? —llama suavemente Henry. A mi hermana se le caen todos los bolsos que llevaba, chocan contra el suelo, pero ella ya estaba enganchada al cuello del chico. Henry no sale del shock, pone sus manos alrededor de ella también.

—Cariño… —dice mi hermana, llena de felicidad —¿Qué haces aquí? 

—Lo mismo digo, ¿Qué haces aquí, Ran?

Observo todo con cara de no entender. Henry y Ran… ¿Henry y Ran? ¿Henry es el chico que mi hermana tanto ama?

—¿Ustedes dos…?

—¿Cómo conoces a Ran, dama? —pregunta el chico.

Mi hermana se separa de él, pero con una sonrisa que casi se le cuelga de los aretes. 

—Aunque ya la conocen al parecer… Ran, mi media hermana —digo casi en un susurro —. Ran, ya los conoces, pero… Mis amigos.

—¿Esto es aquello que no querías explicar por teléfono?

—Sí, Emma…

—No me contaste que tenías una media hermana nunca.

—Te dije de mi padre biológico… —le murmuro para mantener confidencial lo más posible —¿No sumaste…?

—Pues no, lo siento, la lógica me abandonó.

Ruedo los ojos.

¿Por qué me siento enojada con Emma aún?

—Rosé —me acerco a ella, dejando de lado como Henry abraza a mi hermana lleno de incomodidad, y ella parece haber encontrado el cielo en azúcar —, ¿Bien?

—Puede ser —responde sin interés.

—Bien…

—Gracias por decirle que ya nos llevamos bien —dice —, ha estado muy amable conmigo desde entonces.

Rosé en serio está dispuesta a recibir las migajas de Emma…

—¿Te sientes… feliz?

—Anoche se quedó a dormir conmigo… —se emociona —, en mi cama. Antes, luego de hacerlo, solía irse a dormir al sofá. Pero… se quedó abrazándome…

Me tiembla el corazón. Desvío la mirada hasta un Thomas cabizbajo, mirando hacia alguna piedra del piso, que no se ha levantado desde que llegué. A decir verdad, está tan… triste que ni había notado su presencia, aunque obviamente, la advertía desde el bus. Sabía que estaría aquí.




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