Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 33 | Mitchell

Capítulo 33 Mitchell

—¿Y ahora que se supone que están haciendo ahí afuera? —pregunto ya desesperado.

—Hablando, ¿No los ves?

—Emma —le reprocho su mal tono.

—Me iré a dormir, un día horrible.

—Que te lo has buscado, eh.

—Lo sé —mierda, que no llore ahora… —, en mi mente todo era una buena idea.

—¿Amar a alguien mientras estás con otra persona, usando a la segunda para darle celos a la primera y además para llenar tus vacíos sentimentales? Emma, tu IQ es alto, pero ¿En serio?

—¿Soy yo quién está viendo a la chica que quiere besar y le gusta de manera directa mientras habla con la persona que la trae mal?

—Vete a dormir.

Se levanta para irse.

 —No, mejor no. Porque si vienen será muy raro que yo esté solo viéndolos. Quédate.

—Rosé y Ash se fueron. Ran y Henry están dormidos y Warren quizás esté jugando en su cuarto. Creéme, simplemente eres un ermitaño leyendo en la sala de estar. Se ve normal para mí.

Se despide y se va a dormir. Me preocuparía, pero en el tiempo en que la he conocido, siempre ha encontrado una manera de volver a Ashton, ellos dos tendrán muchas cosas que resolver, pero encontrarán cómo hacerlo.

Me llama la atención los pasos rápidos que escucho a las afueras de la casa pequeña, compacta y tierna, hecha por los padres de Rosé a una orilla de la playa como un regalo por lo que fue su cumpleaños número quince. Le abro la puerta a la chica castaña de ojos azules que me suplica con claridad que la acepte.

—¿Qué pasó? ¿Quieres cena? —sus ojos se aguan inmediatamente. La veo acongojarse, contornear su cara por las lágrimas y finalmente se acerca a mí. Raven se destroza contra mi cuerpo, se destroza porque llora de manera muy desgarradora. Suelta gemidos, sonidos incalculables y se aferra a mi sueter. Solo me queda abrazarla, apretarla en mis brazos —, o tal vez no.

No puede articular palabras, y mira que lo intenta. El dolor que sale de su llanto me hace sentir un poco mal, su cuerpo tiembla contra el mío y su respiración se siente muy irregular. Ella no intenta contener nada.

Aplico fuerza en el abrazo, para hacerla sentir sostenida, abrazada y a salvo.

—Hice natilla… —intento decir como para animarla, niega —¿No quieres? Está bien…

Raven quiere como penetrar en mi piel o algo así, porque se aferra y se aferra con la fuerza de gigantes.

—Ya, linda. Aquí estoy.

—Duele —dice mientras cierra sus puños contra mi pecho. Mi ropa, honestamente, jamás me había hecho sentir incómodo hasta que vi la manera en la que los pequeños botones le hicieron marcas en la cara por como ella se restregaba contra mí. Así que la acomodo un poco mejor, para que ella esté libre de hacer lo que le dé la gana y se desahogue, pero no se lastime.

“¿Por qué suceden los corazones rotos?” Me preguntaría porque es insoportable el ver lo mucho que le duele. Pero esa llevaría la misma respuesta de “¿Por qué existe el amor?” Y es porque… Los humanos lo necesitamos y ya.

Nos aferramos a ideas, sentimientos, logros y pérdidas, entonces es normal que eso no siempre salga bien y necesitamos que se nos rompa aquello por lo que hemos trabajado, quizás para enseñarnos una que otra regla o darnos la fuerza de entender realidades… Quizás Ana ha tenido que pasar por ellos tantas veces debido a eso.

—Lo sé, linda, lo sé.

Se vuelve una pequeña bolita entre mis brazos y siento como si se me congelara el pecho cuando la veo tan lastimada.

—Sé que duele —le digo —, lo sé. Sé que te arde, sé que es un dolor casi físico.

Acaricio su pelo y veo a Thomas pararse en la puerta de cristal, como para entrar a la casa, pero cuando ve la escena me sonríe y se da la vuelta de manera muy comprensible. Entrara por la puerta trasera así no interrumpe a Raven… Me alegra que Thomas sea la persona con la cual ella ha estado tratando, es la persona más honesta y poco maliciosa que he conocido jamás. 

Sé que él cuidó sus sentimientos cuanto pudo.

—¿No dirás que… hago mucho ruido? —pregunta sin dejar de llorar.

—No, linda, quiero que sigas así. Suéltalo todo.

Al poco tiempo, veo como su llanto, aunque disminuye a rango lento, se vuelve más somnoliento. Ella lleva uno de sus brazos y se aferra un poco a mi cuello, como acomodando su cuerpo. Yo, en el sofá donde estamos, intento hacer que estemos lo más cómodos posibles.

Llora hasta quedarse dormida en mis brazos. Llora tanto que la verdad me deja anonadado de que un cuerpo tan delgado y delicado pueda contener todo ese dolor. 

Un corazón roto es quizás la manera en la que intentamos soltar todas las ilusiones que no pudieron ser más que eso: ilusiones que a futuro tendrán que ser superadas.

Espero que ella no sea una ilusión de esas.

+

—¿Está dormida? —me pregunta mi amigo cuando salgo de la habitación de Raven.

—Sí… 

—¿Lloró mucho? —vuelve a preguntar, solo que esta vez termina por mirarme a los ojos y desviar la vista.

Asiento.

—Algunas veces olvido lo que se siente amar, ¿Sabes? —me dice con la voz rota —. Casi no recuerdo con detalles la manera en la que se sentía pacífico cuando estaba con mi ex novia. Intento imaginarme la manera en la que las cosas pudieron haber sido, pero no me lo permito inconscientemente, porque… me duele. Creí que podría recordar eso con Raven.

—Sé que a ti también te ha dolido esto, amigo. ¿Sí? Estoy aquí para ti también.

Me da un leve apretón en el hombro.

—No me voy a aprovechar de lo sensible que está. Por ahora, solo estoy cerca como amigos —me doy rápido en explicarle… Porque no quiero que piense mal de mí.

—“Por ahora” —repite con una sonrisa —Como sea que quieras acercarte es cuestión de Raven, yo no tengo decisión en eso. Y eso está bien. Yo… en serio quisiera que ella tuviera todo lo bueno que se merece.




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