Londres tiene sus propias estrellas

Especial 1 (primera parte)

Thomas Bernard

Día de la graduación.

Tengo miedo.

Pero ya no miedo paralizador. Otro tipo, uno que me hace ver todo lo que ha pasado este año, y lo lejos que llegué. Miedo del que uno siente cuando llegó al final de la carrera y piensa “¿A dónde iré ahora?”. 

Hace mucho tiempo que no me sentía así, que no sentía el “Lo logré”. Me gusta esta sensación.

Finalmente siento que puedo seguir adelante, superar esto.

Es lindo mirar aquello que uno ha logrado y no encerrarse en aquello que se perdió.

Londres me ha enseñado tantas cosas, que agradezco que todo no me haya salido perfecto todo lo que he deseado. Si no hubiésemos terminado, mi niña y yo, jamás hubiese encontrado la fortaleza que hay en mí, la que no me deja rendirme. 

Estoy limpio. Otra vez.  

—Graduados —dice Warren.

—Graduados —brindamos todos con nuestros pequeños vasos. Seguimos poniendonos las corbatas inmediatamente. Estamos en la sala de la residencia que la universidad nos da. Hoy es nuestra graduación, finalmente.

Es el momento donde estas personas que fueron tan cercanas durante casi dos años, dejaran de serlo… Tomaremos rutas diferentes y sé que todos lo sabemos, lo noto en sus ojos, pero no queremos discutirlo.

—¡Henry! —nos emocionamos cuando entra de un portazo. Recién llega de uno de sus empleos. Empieza a ponerse su traje.

—Casi ni llego.

—Pero lo lograste —le dice Warren, apretando su hombro derecho. Henry sigue en sus empleos, pero pasa más tiempo con su prometida. Ash terminó su maestría, pero ya no habla con Emma. Warren sigue siendo Warren. Mitch… sonríe más ahora que nunca, aunque no sé qué sucede con… ella.

No puedo decir que no siento nada por Raven. Es lo complicado.

Me duele un poco saber que ellos quizás tengan más futuro que nosotros, pero no me permito ser así de egoísta.

Con ella aprendí que el amor no es una decisión, porque de ser así, Raven fuera el amor de mi vida.

Y no lo es.

Cuando estamos listos nos vamos en el auto de Mitch, quién ahora lee menos que nunca. El programador comenzó a disfrutar la compañía humana; eso es culpa de la ojiazul, Raven hizo esto y eso es lo que logra el amor: cambiar, transformar. No dudaría que ellos sí fueran el amor de la vida del otro. 

—No éramos ni la mitad de lo que somos ahora cuando llegamos —susurro.

—Menos mal —dice Ash —, hubiese sido aburrido.

—Exacto —responde orgulloso Warren.

—Este tiempo pasó muy rápido —dice Henry —, no debimos tomar tantas materias juntas, ni tomar el programa FAST, terminamos muy rápido. Hubiésemos tenido quizás otro año más.

—Nos volveremos a encontrar, cálmense —Mitch fue el único que se atrevió a tocar exactamente lo que todos pensamos, pero nadie quiere hablar —. Ahora celebremos nuestra graduación.

+

—¿Querías verme? —pregunta en un susurro Raven cuando nos encontramos a las afueras del anfiteatro. Esta vez ella no me mira a los ojos, sino que se ve sonrojada, de ojos hinchados y con voz muy baja.

Me siento tan tentado a tocar su mejilla, a abrazarla o hasta besarla. Pero nada de eso es justo para sus sentimientos.

—Necesitaba verte —respondo con pena —. Solo… —tomo fuerza —Quiero agradecerte por darme los mejores recuerdos de este tiempo, por… estar en mi vida y enseñarme.

Sonríe, pero aún no me mira.

—Gracias por enseñarme y darme la paz que yo necesitaba.

—Que bueno que uno de los dos obtuvo paz —murmura —. Yo no.

—Lo siento tanto. Yo jamás quise… —inicio.

—Está bien. Quizás tú fuiste mi… ella. Quizás tú estás para enseñarme aquello que ella te enseñó a ti. Solo no sé por qué para aprender eso, yo salí lastimada, pero… tú te ves mejor que nunca.

Me duele pensar que le rompí el corazón, y que yo seré el nombre que la haga llorar, como Petra fue para mí.

—No significa que no me duelas, Raven…

—¿A ti también te duele? —pregunta entre lágrimas que caen gruesas por su rostro.

Como el infierno.

—Desearía poder cambiar… Haberte conocido primero a ti. Quizás entonces…

—Entonces me amarías a mí, ¿No?

—Es probable.

—No es cierto —me susurra. Y seca su rostro.

Tan tierna que es, y tan grande torbellino es capaz de crear en mi mente.

—Ya tendrás tu Raven —le digo mientras acaricio su cabello —, ya sabes, esa persona que te enseña que todo puede mejorar. Y quizás, a diferencia de mí, sí puedas entregarte totalmente, porque sí sea tu eterno.

—Yo quería ser tu eterno —me susurra.

—Yo quise que lo fueras —me aseguro de que lo sepa —, pero aunque no lo hayas sido, no te resta importancia en mi vida. Seguirás siendo mi británica favorita. Mi complicado.

—Y tú mi americano favorito.

—¿Sabes qué es una Raven? —le pregunto y ella arruga su entrecejo mientras se limpia un par de lágrimas —Es una persona que te encuentra cuando tienes el corazón roto, y te da paz, esperanza y chispa. Yo tuve mi Raven. Tú tendrás eso también… Y ¿Quién sabe? Quizás tu Raven sea el amor de tu vida. Tendrás más suerte que yo.

Soy tan afortunado de haberla conocido.

—Jamás había pensado en volver a sentirme así por nadie, Raven. Y me hiciste latir. Me hiciste parpadear.

Quizás no fue mi estrella. Quizás solo fue una estrella fugaz la que parpadeó, una de aquí, de Londres, pero parpadeó.

—Todo se ve tan lejano ahora… —dice —El inicio de año se ve tan distante.

—Lo sé.

—¿Te irás de Londres? —me encojo de hombros, aún no lo decido  —Fue un placer, Thomas…

Me alejo de ella luego de que nos abrazamos. Raven tiembla por las lágrimas. Sé que le duele. Solo puedo ayudarla a tener el cierre que yo no pude tener con mi niña. Veo como ella corre hasta su madre, hasta allá, en el auto dónde la espera. 




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