Londres tiene sus propias estrellas

Especial 1 (Segunda parte)

A unas pocas semanas de mi graduación y de la llegada de mi amigo las cosas han cambiado bastante. Me había estado quedando en el hotel de la prometida de Henry, Ran, la hermana de Raven. Allá, junto a Adam, hemos discutido ambos como necesitamos tiempo para ver cómo adaptarnos a una nueva realidad. 

Es lo bueno de tener amigos, algunas veces los procesos se conjugan, y podemos pasarlos juntos.

 Así mismo, Henry me ha dicho que su prometida es muy cercana a la ojiazul, también me he enterado que Raven dejará la universidad este semestre, que se quiere dar un tiempo a solas, alejada de todos; eso incluye mi persona. ¿Eso incluye a Mitchell? No lo sé.  He tenido que luchar con ciertos intentos de conectarme con ella que mi mente ha maquinado, algunas veces quiero llamarla. Pero sé que si lo hago, volveremos a atraernos, y repetiremos todo; no tendremos otro resultado, solo el mismo, con diferentes lágrimas. 

Y si no hay amor, ¿Por qué la tengo que hacer perder su tiempo?

Adam fue el día de mi graduación a Londres y allá me contó que al parecer se hará cargo de la empresa de su padre desde allá. Duramos una semana quedándonos en el hotel, pero volvimos, porque quiere asegurarle a Violet que tiene una casa, que está en proceso de comprar, para ella.

Y yo… Yo vine porque quiero estar en mi ciudad otra vez, solo tomé la oportunidad para venir.

Puedo sentir la ansiedad que Adam tiene al pensar en enfrentarse en que ligará su vida con la de Violet para siempre, pero ahora mismo, solo me centro en la mía; volví luego de dos años a mi tierra.

—He vuelto a casa… —digo con un poco de nostalgia.

—Yo ni quería volver —masculla Adam, mientras se deja caer una gorra sobre su cara. No se inquieta por mirar por la ventanilla, yo sí. No hay nadie que me pueda contener. ¿Cómo podría? —En Londres todo era más fácil.

—No podemos huir toda la vida de lo que nos espera en casa, Adam. —extrañaba el suelo norteamericano, lo admito —No hemos llegado bien y ya comienzo a escuchar los taxis.

—Eso ya lo alucinas, yo no oigo nada. Ni nos hemos bajado del avión.

—Adam, alégrate —le incito —. New York, New York —comienzo a cantar la canción de Sinatra, pero entonces, mi amigo me calla cuando su celular suena.

—Es Violet —Violet es su ex. Salieron hace años. Se emociona un montón al escucharla, por poco podría comenzar a saltar de los nervios. Ni cuando salían ella generaba esto en él. En serio anhela escucharla —. ¿Sí? ¿Te hiciste la ecografía, Vi? ¿Todo bien con el bebé?

—Me saludas a Violet.

Lo admito, a mí ella no me agradaba. A ninguno del grupo, realmente. Pero… es la madre de mi futuro sobrino o sobrina, así que… Tenemos que procurar la paz. Como dijo Shawn cuando hablamos de esto: Una cogida solucionó todos los problemas que Violet nos provocó de adolescentes.

—¿Cómo te sientes? —pregunta nervioso. Jamás había visto a Adam temblar de esta manera —No, no tengas miedo. ¿Sí? Vi, seremos padres. Ambos. Yo estaré aquí. No estarás sola.

Continúa hablando. A los pocos minutos, cuelga.

—Ya tomé mi decisión.

—Adam, no tienes qué —respondo.

—Ya está decidido —socava la conversación y saca de su bolsillo una cajita. La abre y veo el anillo que compró allá en Londres.

—No amas a Violet, y lo sabes. Se acostaron cuando estabas ebrio y con el corazón roto —le digo —. Sé que te harás responsable por ese bebé, hermano, pero no puedes mentir sobre a quién amas. No debes hacer esto.

—Nos respetamos —dice —, y tendremos un bebé. Lo haremos como se debe. 

—Tú amas a Clover. Y eso lo sabes…

—Lo que yo sienta por Clover no es ni la mitad de lo mucho que amo a ese bebé que crece en el vientre de Violet… y haré a su madre mi esposa.  Cueste lo que cueste.

—Nadie sabe más lo que es intentar fingir amar a alguien, querer amar a alguien que yo mismo. No funciona, Adam. El matrimonio es amor y tú y Violet jamás han tenido eso.

Pero no me escucha. 

—Sea lo que sea, estaré a tu lado. Lo hagas, o recapacites.

—Amaré a Violet, lo sé.

—Así no es como funciona —susurro.

No funciona de esa manera. Amas a quién amas, no a quién quieres.

Me costó dos años entenderlo. Y ni así pude cambiarlo. 

—¿Tú aún la amas? —me pregunta al ver mi rostro.

—No sé si alguna vez dejaré de hacerlo.

+

Mis amigos me reciben con mucha felicidad. Shawn, Anker, Bastian, mi hermano, mi hermana… todos vienen. Extrañaba escuchar a las personas hablar de esta manera, lo admito, el inglés de Inglaterra es tan diferente al nuestro, hermoso, pero más complicado. 

No puedo evitar pensar en Raven, y su acento tan marcado.

Y sonrío.

Sé que ella ha sido importante para mí y la recordaré como tal.

Fuera de ese tema, el presente se siente extraño. Ellos me quieren alegrar, pero una parte de mí sigue sin procesar que volví a casa, pero aquel amor no me está esperando, con ese pelo rojizo y ondulado, esos ojos bicolores y esas pecas tan deliciosas… Ella no está ahí.

—Entonces, hermano, ¿No hay ninguna chica? 

—No, Damien —miento —. No conocí a nadie.

—¿En serio? —asiento a lo que preguntó ahora mi hermana —Que feliz me hace… por un momento pensé que alguien te haría volver a Londres… Te extrañé tanto, Tom. Tu floristería te espera.

Sonrío levemente. Aún no sé si quiero quedarme aquí. 

Caminamos, Anker cuenta sobre la nueva colección que lanzarán, me cuentan que Bastian ahora está enamorado perdidamente y que Shawn… sigue siendo igual. No cambiaron tantas cosas. Yo sí cambié. 

Al final, quedamos en que iríamos a tomar algo en la noche.

Jane, mi hermana mayor se va con los chicos, y yo le digo a Damien que quiero irme en taxi con él. No es algo del otro mundo, pero se lo encuentran raro. Justifico con que quiero hablar con él acerca de sus notas este año.




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