Los Brazos de Morfeo.

02.

Lo primero que siento es el shock frío del agua contra mi cuerpo, hundiéndolo en las profundidades. El pánico me invade mientras inútilmente pataleo y doy manotazos entre el agua para intentar ascender a la superficie.

Los grilletes en mis muñecas me lo impiden y me arrastran hacia abajo.

Lucho.

Lucho contra el agua que me traga hacia abajo, la desesperación me inunda completamente. Doy brazadas y pataleo, pero sigo hundiéndome.

El dolor de mis heridas presentes me impide implementar más fuerza, no puedo contra esto.

Veo como la superficie se aleja de mi alcance y la histeria me gobierna intentando salvarme. Pero no sé nadar.
Mi cuerpo toca fondo y ni siquiera puedo ver más allá de él. El agua dulce intenta filtrarse dentro de mí, pero me contengo todo lo que puedo.

«¿Dónde estás, Morfeo?, ¡¿cómo diablos terminé aquí?!»

Me niego a rendirme y sigo moviéndome, pero la falta de aire en mis pulmones quema por todas partes, intento contenerme un poco más, pero finalmente mi boca se abre y mis extremidades se relajan demasiado.

El agua de río se filtra dentro de mi garganta y no puedo hacer nada. Quiero gritar, quiero llamar a alguien que me ayude, pero lentamente pierdo la capacidad de moverme.

«No...»

Entonces siento que los grilletes queman y cuando abro los ojos, el rostro del dios del sueño inunda mi campo de visión. El alivio me corroe mientras me libera de mis ataduras y me rodea con su brazo.

De todas formas me sigo ahogando.

Él lo nota y entonces conecta nuestras bocas para darme algo de aire. Es tarde.

He tragado demasiada agua.

Mis párpados caen como el más pesado de los metales y me dejo ir.

- ¡Hey! -Una voz resuena en mis oídos y mis ojos se abren para encontrarse con otros azules.

Una tos terrible me azota y me incorporo para expulsar toda el agua en mi interior, mi garganta raspa de la peor manera y siento que vomitaré, pero logro estabilizarme.

-Ese aterrizaje no estaba planeado -musita Morfeo sentándose a mi lado-. No creí que el portal nos traería a ésta parte del mundo humano, y para colmo caer en un río.

Todo me da vueltas mientras vuelvo a recostarme en el suelo, el cansancio comienza a tirar de mí de una manera horrible.

Quiero dormir.
Quiero descansar bien por una vez en tanto tiempo.

-Tu mundo de los sueños está muy alborotado, ¿estás segura de que quieres que te lleve? -advierte pero no entiendo una mierda de lo que dice, simplemente dejo que mi cuerpo se relaje un poco.

Y el sueño comienza...

Estoy en mi celda nuevamente, frente a mí están tres guardias de Oro, con sus torsos desnudos y sé lo que pasará a continuación.

Grito.

Grito y me retuerzo mientras intento escapar de su agarre, pero no lo logro.

Y simplemente unen sus cuerpos con el mío, grito hasta que mi garganta raspa y entonces puedo ver a través de los barrotes a Emeraude.

Su cabello negro azabache, sus ojos oscuros, su piel tan pálida y su mirada perdida.

-Todo es un desastre -dice y su voz suena extraña -. Todos están muertos...

¡N-No!, Em, yo aún estoy aquí y voy a...

Entonces me fulmina con la mirada acercándose a los barrotes.

¡Tú no eres más que una muerta en vida! -Me grita y entonces el suelo se desvanece bajo mis pies, haciendo que caiga sola al vacío mientras todo a mi alrededor se esfuma.

Caigo sobre la hierba, pero no siento dolor; miro a mi alrededor para descubrir que hay cuerpos en el suelo.

Cuerpos de ángeles.

La pradera parece estar repleta de ellos, la sangre manchando el pasto, las plumas de las alas que les fueron arrancadas regadas por todas partes.

Un grito de terror se forma en mi garganta mientras retrocedo y tropiezo con algo.

El cuerpo de mi padre.

Sus ojos dorados están opacos, su piel más pálida de lo común y su espalda está completamente ensangrentada.

Dejo ir el grito y entonces una mano me toca el hombro...

- ¡Hey! -Me gritan y mis ojos se abren de repente.

Intento incorporarme, pero el dolor me corroe al instante, mis heridas siguen muy presentes.

-Yo no me movería mucho si fuera tú, tienes como veinte huesos rotos y no sanarán hasta mañana.

- ¿Por qué me despertaste?

-Gritabas como una loca y no estaba de humor para oír tus gritos, además tenías una pesadilla -espeta-. ¿Quién querría seguir en una pesadilla, Nefilim?

-Tengo nombre.

-Y no pienso llamarte por él.

Bufo con exasperación.

-Si yo te llamo por tu nombre, exijo el mismo trato.

- ¿Crees que estás en posición de exigir algo? -ríe con incredulidad-. ¿Recuerdas que hace horas yo debía matarte?

-Sí, y también recuerdo que no lo hiciste.

Desvío la mirada, estoy recostada sobre la hierba, bajo un gran árbol y está oscureciendo. Seguimos en el bosque.

Los mosquitos comienzan a devorarme y ni siquiera puedo moverme para intentar apartarlos.

-Me cansé de ver tu demacrado cuerpo, Nefilim -dice Morfeo dejando caer un largo tapado de piel sobre mí.

-No me interesa si lo ves, no me interesa lo que vayas a hacerme. -mascullo mirándolo a los ojos. 

- ¿No te interesa lo que vaya a pasarte? -dice levantándome por el cuello, causando que emita un gemido de dolor-. ¿No te interesa si te rompo el cuello, aquí y ahora?

-Ibas a hacerlo de todas formas -Logro decir y él me estrella nuevamente contra el suelo, mis heridas duelen como la mierda y emito un grito de dolor.




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