Los Brazos de Morfeo.

05.

Noah:

Pasé toda la tarde en el baño de Apolo, refregando mi piel hasta que ardió, depilándome completamente, porque verdaderamente, era un asco.
Hace tres años que no me depilaba, admito que dolió bastante pero necesitaba hacerlo...

Necesitaba limpiar toda la mierda que me hicieron por esos tres malditos años. Descubrí hematomas que ni siquiera sabía que estaban allí, descubrí cicatrices blancas sobre mi piel, descubrí cortes que aún debían sanar y descubrí lo rota que realmente estaba. Todos mis huesos se notan de lo esquelética que estoy.

Es como si fuera de cristal y con el más leve toque vaya a romperme.

Soy un desastre.

Me miro al espejo una vez que termino de depilar mi rostro. Ni siquiera por asomo parezco la misma de antes, si mis padres me vieran ni siquiera me reconocerían. Emeraude ni siquiera me notaría.

Mis ojos azules se ven tan apagados, con esas horribles ojeras violáceas bajo ellos...

Mi cabello me llega hasta el muslo, y lo odio. Odio el cabello tan largo.

Sin pensarlo dos veces, tomo unas tijeras del botiquín tras el espejo y comienzo a cortarlo. El ardor tan familiar de las lágrimas en mis ojos se hace presente y un leve sollozo se me escapa.

El pelo cae sobre la toalla que dejé en el piso para no ensuciarlo y yo sigo llorando en silencio.

Cuando termino, tengo el pelo por unos centímetros debajo de los hombros. A pesar de que lo lavé tantas veces...sigue sin estar igual.

Ya nunca seré igual que antes...

Arrojo los mechones de mi cabello a la basura y comienzo a vestirme.
Me pongo la sudadera gris y los pantalones negros, dejo mis pies descalzos-con unos calcetines de sandías que según el idiota de Morfeo, también estaban en oferta-, porque al parecer nos quedaremos aquí hasta mañana al menos.

Debo configurar el celular que me trajo, preparar la mochila con la ropa dentro y todo lo demás que me compró.

Así que termino de prepararme y limpiar el baño todo lo que puedo antes de salir finalmente.

—¡Basta para mi, basta para todos! —Oigo la voz de Vincent desde la cocina del apartamento.

—¡Púdrete! —exclama Morfeo.

Dejo la mochila a un lado de la sala y me dirijo hacia allí.
Al entrar me encuentro con una escena bastante imposible de creer.

—¿En animales? —pregunta Vincent.

—Mariposa —dice el Dios del sueño.

—Morfeo. —dice Apolo y el aludido le propina un golpe en el hombro.

—Díganme que no están jugando al Tutti Frutti... —musito ladeando un poco la cabeza.

Los tres me miran con curiosidad y miradas demasiado escrutadoras para mi gusto.

—Woh, te ves mucho mejor —Vincent es el primero en hablar con sus ojos verdes fijos en mi.

—Supongo que las cinco horas en el baño valieron la pena —comenta Apolo.

—¿Usaste las bragas de bananas o las de gatitos? —pregunta Morfeo con un aire de burla en sus palabras.

Siento mis mejillas encenderse.

«Tranquila, Noah, vamos a partirle el culo en el Tutti Frutti y luego veremos si vuelve a hablarte así.»

—¿Puedo jugar, chicos? —pregunto con una falsa sonrisa.

«Se preparan para una guerra y en lugar de haber ido a buscar otros dioses, se ponen a jugar esto...»

—Ésto se pondrá bueno —Sonríe Vincent —. Te advierto que gané cinco de seis rondas.

—Que la suerte no se te suba a la cabeza, Linterna Verde, yo nunca pierdo en esto —Le advierto.

—Que sea campeonato, somos cuatro, Vincent contra Noah y Apolo contra mi, los que ganen de ahí, se enfrentarán en la final. —sugiere el Dios del sueño mientras pasa sus manos por su cabello oscuro.

—Buena idea, aquí tienes —dice el Dios de la luz dándome una hoja de cuaderno y una lapicera.

Me siento enfrente de Vincent en la mesa rectangular de la cocina y rápidamente hago el cuadro con letra, nombres, animales, marcas, comida y países o capitales.

Vincent comienza a pensar el alfabeto y lo detengo.

—¿Qué letra?

—F.

Entonces comenzamos. 
Nombre, Fiorella; animales, foca; marca, Fanta; comida, frutilla; países o capitales, Francia.

—¡Basta para mi, Basta para todos! —exclamo y Vincent maldice.

Empezamos a decir nuestras respuestas y a él le faltaron los últimos dos, así que yo gané.

—¡Basta para mi, basta para todos! —exclama Morfeo y sonrío por dentro.

«Voy a ganarle. A toda costa. »

Sí, yo también me pregunto de donde sale mi espíritu competitivo con esto...
Pero de alguna forma debo vengarme por las bragas con bananas.

Vincent cambia de lugar con Morfeo y Apolo se va a buscar su teléfono para pedir una pizza.

—Vas a perder, Gatita.

«Oh, no lo dijo.»

—Eso lo veremos, Bella durmiente.

Vincent suelta una carcajada por el apodo que le puse al estúpido frente a mi y él me fulmina con la mirada.

—¿Qué pasa, Aurora?, ¿puedes llamarme "Gatita" pero yo no "Bella durmiente"?, Es injusto en mi opinión.

Él se gira, molesto hacia el señor del bosque.

—¡Díme una maldita letra! —exclama.

—C.

Al instante ambos nos ponemos a escribir. Nombre, Carla; animal, cuervo; marca, Converse; país o capital, Colombia.

—¡Basta para mi, basta para todos! —exclamamos ambos al unísono.

—Me huele a empate —dice Apolo sentándose a mi lado.

—Pues hueles mal, Lamparita —Le espeta Morfeo con aire de superioridad.

Empezamos a decir nuestras respuestas para descubrir que escribimos todo igual.

—¿País o capital? _pregunta ya carente de emoción—, Caracas.

—Colombia.

—Siguen estando empatados —se encoge de hombros Vincent.

—Me niego a aceptarlo. —exclama Morfeo.

—¿Última ronda para desempatar? —sugiero y él asiente.




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