Morfeo:
«Necesito un cigarrillo, necesito un maldito cigarrillo, ahora.»
Parezco un adicto, pero necesito relajarme para poder pensar, lo peor de todo es que no puedo hacerlo frente a Apolo. Le prometí a Freya que no le pasaría nada a Baldr, a pesar de que espero lo peor...
Todo el mundo conoce su debilidad, asesinarlo podría hacerlo cualquiera.
Es posible que algún Dios le haya dicho del plan a Zeus y ahora se dedique a asesinar todos los dioses que pueda para arruinarme.
—Morfeo, estamos cerca —dice el Dios de la luz mientras corremos por las calles, empujando humanos para poder pasar—. Oye, ¿crees que podría...?
—Sí, lo pienso; pero, ¿qué querías que dijera?; Freya lo aprecia mucho y si está muerto... No sabría como decírselo.
—¿Qué haremos si está muerto?
—Debemos salir de aquí. Ir a donde sea, tu tío, Hades irá a la casa de Artemisa, nos encontraremos ahí y pensaremos en algo —explico.
El sudor gélido teñido con frustración desciende por mi nuca, mi frente y se impregna en mis manos, no podemos perder a uno, en especial porque si lo matan, sería mi culpa.
Y mi espalda no puede cargar con más muertes.
Entramos corriendo al edificio de Baldr ignorando los gritos del portero y vamos directo a las escaleras.
—¿Sabes el número? —exclamo mientras subo de a dos escalones.
—Seis A —indica él mientras me sigue.
Cuando llegamos al instante siento algo muy raro en el ambiente, una presencia extraña. Poso mi mano en el pecho de Apolo para detenerlo.
—Algo pasó aquí —digo caminando despacio por el vacío pasillo—, algo no cuadra. ¿Puedes sentirlo?
—Sí, ¿guardias de Oro? —susurra.
—No lo sé... —admito y cuando llegamos a la puerta, un escalofrío horrible me recorre al notar que está abierta.
—Mierda —murmura Apolo y sin esperar mucho más, le doy una patada a la puerta y entro.
Está todo oscuro, pero puedo oír una respiración violenta. Todo está destrozado, muebles, fotos, ropa, adornos, libros; todo en el suelo.
La luz se enciende y lo primero que me encuentro, es a una mujer, con el cabello negro azabache, unos ojos demasiado azules para ser humanos y uñas tan largas que parece Wolverine.
—Morfeo —Su voz es rasposa.
—¿Dónde está Baldr? —espeto.
—Aquí mismo —Sonríe de lado echándose hacia atrás, bajo la falda de su vestido largo yace un cuerpo.
El Dios de la inocencia tiene un tallo de laurel saliéndole del pecho, al igual que otros incrustados en sus brazos.
Está muerto.
—Zeus te manda saludos —Sonríe de lado y camina hacia la ventana—, y te agradece por dejar el camino libre.
Y entonces, sus palabras se incrustan en mi como flechas. No pierdo tiempo luchando contra ese monstruo; salgo corriendo de vuelta hacia las escaleras lo más rápido que puedo, ignorando los gritos de Apolo.
«Mierda, mierda, mierda...»
Empujo gente, casi un taxi me atropella, pero necesito llegar.
Estoy a una cuadra cuando entonces siento un tremendo impacto.
Mi cuerpo sale despedido hacia el aire y se estrella duramente contra el pavimento. Puedo sentir mis huesos rotos, suelto un jadeo intentando levantarme mientras oigo el murmullo, las bocinas de los autos, pero otro impacto me saca de balance. Vuelvo a caer sobre el duro suelo y todo me da vueltas.
Tengo demasiadas heridas.
No sanarán tan rápido como necesito.
Mis ojos vagan de un lado al otro mientras humanos comienzan a rodearme con miradas curiosas y horrorizadas. Mi mirada se fija en los dos vehículos que me atropellaron, un autobús y un taxi. Los conductores se gritan cosas mientras nadie sabe qué mierda hacer.
—¡Morfeo! —exclama una voz y en segundos me encuentro con los ojos de Apolo—, ¡¿Qué diablos te pasó?!
«¿Qué no es obvio?, Me atropellaron, idiota.»
—Noah —Logro decir mientras saboreo la sangre en mis mejillas—, vé por ellos, ¡ahora!
Él me mira como si de repente todo tuviera sentido y sale corriendo.
Puedo sentir cada uno de mis huesos volviendo a unirse, escupo toda la sangre que se acumula en mi boca y siento las manos de alguien sobre mi.
—Tranquilo, campeón, ya viene la ayuda, resiste —Ha de ser un anciano.
Sigo sin poder concentrarme del todo, debo tener algún tipo de herida severa en la cabeza. Un mareo fuerte me azota y mi cabeza se recuesta en el pavimento. El infeliz de Zeus fue muy astuto, nos encontró. Era obvio que al asesinar a Baldr, Freya sentiría algo. La distracción perfecta para que puedan asesinar a todos los del apartamento. Vincent en ese estado no podría defenderse, Noah no sabe pelear y Freya no es muy eficiente en batalla.
Seguro ya es tarde.
Comienzo a sentirme menos mareado, mi cuerpo comienza a responderme y cuando oigo el último crujir de los huesos en mis piernas uniéndose, salgo corriendo.
Los gritos de la gente me importan una mierda.
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Noah:
Hace unos minutos que los dioses se han marchado y Freya no ha parado de llorar, a pesar de que no está confirmada la muerte de Baldr. Vincent casi se desmaya y tuve que llevarlo a la cama de Apolo; está muy pálido y tiembla.
—Ya todo estará bien —Lo tranquilizo acariciando su frente.
—Si Baldr está muerto cortaré la puta cabeza de Zeus y haré sushi con ella. —espeta la diosa caminando de un lado al otro en la habitación neutra de Apolo.
Las paredes blancas y todo en la cama es blanco. Apenas si hay una televisión y un armario.
—¡¿Qué mierda gana con matarlo?!, ¡Era alguien demasiado amable! —exclama llorando nuevamente.
Debería ir a abrazarla, pero los abrazos no se me dan muy bien.
—Morfeo no dejará que algo así pase, tranquila... —digo y entonces se oye una explosión desde la sala.